Previous Page Table Of ContentsNext Page


Capítulo 1 - Conocimientos técnicos locales, agricultura migratoria y manejo de los recursos naturales

INTRODUCCION

Este documento examina los conocimientos técnicos locales (CTL) que posee el agricultor de corte y quema, y la manera cómo los utiliza para el manejo de los recursos naturales en los trópicos húmedos. La nota, que comienza con una descripción general del medio ambiente de la zona tropical húmeda y de los problemas de manejo de sus recursos naturales, analiza luego la agricultura migratoria como una estrategia para el manejo de los recursos naturales del trópico. Se usan ejemplos de las prácticas de agricultura migratoria como formas de adaptación al entorno social y físico inmediato, tomados de tres importantes regiones del trópico húmedo: la cuenca del río Amazonas, Asia Sudoriental y Africa. En lo referente a la región Amazónica y al Sudeste Asiático, el análisis se centra en las minorías tribales que han podido, por lo general, utilizar y conservar el bosque tropical muy eficazmente. Con respecto al Africa, los temas principales son el comportamiento del agricultor de corte y quema en un medio menos estable y las formas en que se está aplicando esta práctica intensiva.

LOS CONOCIMIENTOS TECNICOS LOCALES Y EL MANEJO DE LOS RECURSOS NATURALES

La deforestación de las zonas tropicales es un motivo de preocupación ambiental cada vez mayor. Las actuales proyecciones respecto a la extensa deforestación de estas zonas crean un panorama de inundaciones, sequías y acelerada erosión, que volverían inhabitables vastas regiones. Algunos trabajos recientes sobre el posible efecto global de la deforestación tropical han mostrado escenarios de un mundo con mayores temperaturas. Anteriormente los bosques tropicales eran considerados como un recurso nacional cuyo manejo incumbía a los países, pero en la actualidad va creciendo el convencimiento de que los bosques tropicales constituyen un recurso global cuyo manejo es de preocupación internacional. Como resultado de este nuevo sentimiento y luego de lúgubres proyecciones, se plantean las preguntas: ¿Qué se ha hecho para proteger a estos bosques? ¿Quiénes están destruyendo los bosques? ¿Por qué no se impide que lo hagan?

En el pasado (e incluso hoy en día) se consideraba a los agricultores migratorios como los principales culpables de la deforestación de los trópicos. Los gobiernos y los organismos internacionales, que los definían como destructores insensatos de los recursos naturales de las naciones, realizaron intentos para detenerlos. Resultaba fácil culparlos y promulgar leyes que prohibían el corte y quema de los bosques, pero no era fácil poner coto a la agricultura migratoria. Los agricultores migratorios existen y seguirán existiendo en el futuro.

Estudios realizados recientemente han demostrado que eran mucho menos culpables de lo que se decía. En lugar de destruir el bosque, después de haberlo desbrozado para la siembra, muchos de estos cultivadores reestablecieron el bosque activamente. El cultivo migratorio es un sistema agrícola complejo que, en determinadas condiciones, está bien adaptado a las limitaciones ambientales del trópico. No es primitivo, ni es necesariamente destructivo. Pero para que sea provechoso, exige un profundo conocimiento de las condiciones ambientales tropicales y una muy buena capacidad de gestión.

Este nuevo punto de vista sobre la agricultura migratoria se ha afianzado debido al fracaso de los proyectos de desarrollo agrícola en el trópico. Como se demostrará más adelante, el trópico es un medio que presenta dificultades para intensificar la producción. En muchos casos, los proyectos fracasados han dejado tierras de pastoreo donde pocos años antes había bosques. Sin embargo, los agricultores migratorios en las mismas regiones desbrozaban y quemaban el bosque, sembraban y cosechaban sus cultivos, y el bosque volvía a renacer. ¿Por qué, entonces, proyectos muy tecnificados crean «eriales verdes», mientras que el agricultor primitivo crea bosques? O para plantearlo de otra manera: ¿qué saben ellos, qué hacen, y por qué tienen buenos resultados en el trópico, cuando otros métodos fracasan?

Conocimientos técnicos locales

Tal como se emplean los términos de esta nota, los conocimientos técnicos locales (CTL) se refieren al conocimiento práctico de las condiciones del entorno y a las estrategias de abastecimiento basadas en la experiencia vivida y acumulada durante muchas generaciones (Bodley 1976:48). Al estudiar los conocimientos propios de los agricultores migratorios, hay que recoger datos básicos sobre «los recursos presentes en el medio ambiente: plantas, animales, tipos de tierras, suelos, agua y cultivos» (Knight 1980:222). Aunque es necesario tener una lista de plantas y de la clasificación de los suelos, etc., esto no basta. No sólo es importante lo que el agricultor migratorio conoce de su medio, sino la manera cómo emplea ese conocimiento, qué hace el agricultor que ya lo tiene. Basado en este conocimiento y percepción de su ambiente, en la posibilidad de cultivos, y en la disponibilidad de tierras y de mano de obra, ¿qué' hace el agricultor? En el estudió de los CTL, hay que trascender las categorías y tratar de comprender cómo los agricultores utilizan esos conocimientos para construir estrategias de abastecimiento que tornan posible la seguridad alimentaria.

Primordialmente, el agricultor de corte y quema emplea sus conocimientos ambientales para adoptar decisiones respecto a lo que hará y cuándo lo hará. Sus conocimientos se ponen a prueba en tales momentos. Si dan buenos resultados, permanecerán en su acervo cultural; si no funcionan, pueden ser relegadas a la categoría de «ya no útiles» y eliminarse del acervo. Sin embargo, «la secuencia de adopción de decisiones» del agricultor migratorio depende de algo más que el conocimiento del medio ambiente; también hay ciertas restricciones o elementos dados que limitan su esfera de selección. Estas limitaciones pueden ser sociales, culturales, ambientales (Ellen,1982).: Algunas de estas limitaciones pueden ser de corta duración (estado marital, hijos jóvenes, enfermedades); otras puede ser constantes y relativamente perdurables (factores climáticos que no permiten determinados cultivos). Utilizando los CTL y operando dentro de estas limitaciones, el agricultor de corte y quema toma decisiones y crea un sistema viable de producción de alimentos.

Esta percepción del agricultor como alguien que toma decisiones, considera «sus recursos biológicos y económicos y adopta decisiones «encaminadas a lograr la producción agrícola y a mantener la fertilidad de los suelos», sustenta la opinión actual de que el agroecosistema (el sistema agrícola como parte de un ecosistema «natural» más amplio es dinámico, en vez de ser estático, y tiene una capacidad de respuesta (Benneh 1972: 245). El enfoque del agroecosistema refuerza la percepción del agricultor como alguien que participa activamente con su cultura y que evolucionado conjuntamente con su entorno para crear un sistema de producción alimentaria viable (Gliessman 1985:56). Así como las interacciones entre el hombre, su cultura y el ecosistema crean cambios, éstos, en su momento, fomentarán otros cambios cuando se adopten nuevas decisiones después de reevaluar los recursos. Este dinamismo, con sus complejos mecanismos de retroalimentación, permite obtener una mejor comprensión sobre la forma cómo el agricultor migratorio integra el medio ambiente natural y el sistema agrícola para mantener la producción (Gladwin 1983, Olafson 1983, Warner 1981, Benneh 1972).

Cultivando café y arroz en Tailandia.

¿Qué son los recursos naturales?

Aunque se la practicó antiguamente en los bosques de clima templado, la agricultura migratoria es un agroecosistema que hoy se practica principalmente en las zonas tropicales húmedas.

Las zonas tropicales húmedas se definen como aquellas regiones que reúnen las siguientes características:

Esto caracteriza una extensión de más de 2500 millones de hectáreas en cuatro regiones: Africa, Sudamérica, Centroamérica, y Asia Sudoriental (véase el Cuadro 1). En Africa y en América tropical hay una clara concentración de la ecozona tropical húmeda dentro de dos cuencas hidrográficas. En el trópico americano, el 75% de la zona tropical húmeda se encuentra en la cuenca amazónica. La cuenca del río Amazonas es tan grande que representa, por sí sola, más del 40% de toda la zona tropical húmeda (Sánchez 1987). En el Sudeste Asiático, la zona tropical húmeda abarca el continente y las islas ecuatoriales de esta región, excepto las partes más altas de las montañas.

Aunque todas estas regiones tienen en común las condiciones generales del trópico húmedo, hay alguna variación en cuanto a la precipitación pluvial dentro de ellas. Las lluvias sudamericanas son las más constantes, pues registran las menores variaciones mensuales, mientras que en casi toda el Africa tropical hay una estación seca muy marcada de 1-2 meses, durante la cual la precipitación es menor a 100 milímetros (Richards 1973).

Los recursos naturales de los trópicos húmedos: bosque y suelos

El bosque: La vegetación natural de los trópicos húmedos es el bosque (Richards 1977; Hadly y Lanly 1983). Hay dos tipos principales de bosques: el bosque cerrado y el abierto (Hadly y Lanly 1983). El bosque cerrado crece donde la precipitación anual promedio es superior a 1600 milímetros. El bosque cerrado tiene un dosel continuo, está formado por múltiples pisos y suele tener un abundante sotobosque. Según la región, el bosque puede ser latifoliado, conífero o de bambú. La composición florística puede variar, pero está adaptada a condiciones similares: gran pluviosidad y altas temperaturas (Hadly y Lanly 1983: Richards 1973).

En lugares donde llueve entre 1200-1600 mm., la cubierta forestal puede estar constituida por bosque abierto o cerrado, dependiendo de la duración de la estación seca, los suelos, etc. (OTA 1984). Los bosques abiertos se encuentran donde la pluviosidad oscila entre 900-1200 mm., en regiones más secas que las que sustentan un bosque cerrado. El bosque abierto es un bosque mixto con vegetación de tipo herbáceo; su dosel superior está segmentado pero cubre más del 10% de la superficie.

Los bosques cerrados y abiertos están distribuidos irregularmente en las regiones tropicales. Africa tropical tiene sólo el 10% de los bosques tropicales cerrados pero contiene el 66% de los bosques abiertos del mundo. El bosque abierto es característico de las «márgenes» más secas de la cuenca del Congo y de Africa Oriental. América tropical tiene el 57% de los bosques tropicales cerrados del mundo, la mayoría de ellos dentro de la cuenca Amazónica. Asia contiene el 25% de los bosques tropicales cerrados, aunque casi la mitad se encuentran en Indonesia (Hadly y Lanly 1983: OTA 1984).

Biológicamente, el bosque tropical cerrado es el más complejo y el más rico en diversidad de especies. Este es el bosque que está siendo desbrozado. El hombre, especialmente después de haber adoptado la agricultura migratoria como una forma de subsistencia, ha sido el responsable de la transformación de unas 1000 millones de hectáreas de los trópicos húmedos, en un semidesierto, una extensión equivalente a la de la cuenca amazónica (Bene et al. 1977). El ritmo de la deforestación se ha acelerado en los últimos 20-30 años, a medida que la cría de ganado, las plantaciones y las explotaciones forestales se han ido extendiendo y un número cada vez mayor de migrantes ha ingresado en los bosques tropicales (Richard 1977).

Tabla 1. Extensión de las zonas tropicales húmedas (en millones de ha.)

Región

Africa

Sud-américa

Centro-américa

Sudeste Asiático

Total

Extensión

911.7

1001.5

76.3

491.8

2,481.3

Porcentaje del área total en la región

31.7

56.5

28.1

54.8

38.2

Fuente: Ofori, Higgins y Purnell 1986 (citado de FAO 1980; 1981; 1982)

Los ecosistemas forestales tropicales son estables cuando no han sido perturbados. La estabilidad del ecosistema forestal tropical es el resultado de su capacidad para «resistir el clima y los demás riesgos inherentes al medio natural» (Richards 1977:230). Varias son las características del bosque tropical que crean esta estabilidad:

El ecosistema de bosque tropical depende de un ciclo autónomo, casi cerrado, de nutrientes.

Los estudios amazónicos han demostrado la importancia del «manto» de raíces de los árboles en el ciclo de elementos nutrientes. El manto, formado por las raíces alargadas de los árboles entremezcladas con materia orgánica y hongos de micorriza, yace encima del suelo y cubre el piso forestal. Cuando la hojarasca, ramas e incluso los árboles caídos se depositan sobre el piso forestal y comienzan a descomponerse, el manto de raíces absorbe los nutrientes disueltos antes que éstos puedan lixiviarse hacia el interior del suelo (Stark y Jordon 1978). Debido a que el 10-20% de la biomasa total se muere y cae a tierra cada año, hay una cantidad considerable de nutrientes que se reciclan a través del sistema (Moran 1961).

Este sistema es tan eficiente que «la concentración de algunos nutrientes en las aguas que se escurren de los bosques es realmente menor que la concentración en las lluvias que caen sobre ellos» (Uhl 1983:70). Dentro del bosque, no solamente los árboles, sino también otras plantas, han evolucionado para disminuir su dependencia del suelo: los epífitos que viven sobre las hojas también pueden absorber nutrientes del agua de lluvia y fijar el nitrógeno del aire (Uhl 1983). Este ecosistema, una vez establecido, seguirá siendo autónomo mientras reciba lluvias y permanezca inalterado.

Por más estable que sea, el bosque no es estático. Una parte del proceso de autosustentabilidad del bosque es la «tala» natural de árboles. El bosque tropical no es un bosque «viejo», pues va cambiando y renovándose cuando los árboles son derribados por el viento y cuando se mueren y caen. El árbol caído crea un espacio en el dosel superior y permite que unos rayos de luz penetren hacia el piso. Cuanto mayor sea este espacio, mayor será el microclima y más variada será la vegetación en el claro con respecto al bosque cerrado circundante. En un ecosistema donde los nutrientes se almacenan en la biomasa, la caída de un árbol por acre por año refuerza substancialmente los elementos nutritivos (Hadly y Lanly 1983; Uhl 1983; Hartshorn 1978; Whitmore 1978).

Debido a la alta frecuencia de árboles caídos, especialmente en aquellas áreas tropicales expuestas a fuertes tormentas o ciclones, la mayoría de los árboles no pueden alcanzar su pleno tamaño o edad. Las especies forestales sucesorias dependen de estos claros porque no podrían establecerse sin la luz solar y la descarga de nutrientes que aporta el árbol caído. La interacción entre determinadas plantas y herbívoros en el claro determinará cuáles especies sucesorias específicas se establecerán en el espacio. Estos factores, que crean un mosaico forestal de espacios en el dosel superior y varias etapas de crecimiento en el sotobosque, dotan al bosque tropical de una singular diversidad de flora y fauna. Es un bosque dinámico, dentro del cual el rápido crecimiento de las primeras especies sucesorias y un crecimiento relativamente lento de las e cies forestales maduras, van creando un bosque de manchas en varias etapas de rebrote dentro de la estabilidad global del bosque maduro (Haly y Lanly 1983; Hartshorn 1978; Whitmore 1978).

Pero esta estabilidad puede existir sólo dentro del contexto del proceso de renovación natural. Los bosques tropicales son muy vulnerables a la acción humana, especialmente cuando el hombre entra en el bosque no con un hacha sino con motosierra y excavadora. Los mismos factores de diversidad, complejidad y ciclo cerrado de nutrientes que sustentan el ecosistema del bosque tropical en condiciones ambientales no alteradas, lo vuelven frágil cuando está expuesto a la actividad humana. Por el alto grado de especialización de las especies individuales, los bosques pluviales tienen poca capacidad para recuperarse de las alteraciones de gran magnitud causadas por el hombre (Goudie 1984; Hill 1975). La misma complejidad del ecosistema del bosque tropical, que le da estabilidad en su estado natural, también lo vuelve vulnerable a las perturbaciones generadas por el hombre.

Esta vulnerabilidad se incrementa debido a la manera cómo se produce la regeneración en el bosque tropical. Hay cuatro vías principales para el restablecimiento del bosque cuando el claro aparece en forma natural por la caída de un árbol o cuando el claro es pequeño (menor de tres hectáreas):

Las semillas pueden ser transportadas hacia el claro del bosque por animales, pájaros o murciélagos.

Aunque estas vías surten efecto cuando los claros son pequeños, sus limitaciones se vuelven evidentes cuando el claro es el resultado de la explotación forestal o del empleo de una excavadora. Al desbrozar grandes extensiones con estos métodos, sólo quedan plántulas en el perímetro más distante y no hay árboles dentro del claro, para el rebrote. También se impide la resiembra por la fauna, ya que el espacio es demasiado grande para atraer a las aves y murciélagos o para que los animales quieran entrar (Jordan 1985). Por cuanto el ciclo de restablecimiento se adapta a los pequeños claros que podrían abrirse cuando cae un árbol, los grandes claros, especialmente los producidos por las explotaciones modernas o mediante el empleo de excavadoras, hacen virtualmente imposible el restablecimiento del bosque (Jordan 1982; 1985).

Lo que agrava esta situación es el ciclo de nutrientes del bosque tropical. Como los nutrientes están almacenados en la biomasa, una vez que el bosque queda desbrozado la falta de nutrientes impide la renovación natural. Al quedar desprovista de una cubierta forestal, la capa estable del suelo es arrastrada por el agua, a la vez que la exposición al sol endurece el suelo. La magnitud del claro, la eliminación de la capa superficial y la exposición a la lluvia y al sol se combinan dramáticamente para limitar la regeneración del bosque. Puede tomar miles de años para que un campo desbrozado con excavadoras y desmalezado pueda otra vez transformarse en bosque (Uhl 1983).

Los suelos: Aunque existe una gran diversidad de tipos de suelos específicos dentro de la zona tropical húmeda, la gran mayoría de éstos son deficientes en nutrientes (Jordan 1985). En las zonas húmedas tropicales de Africa, Asia Sudoriental y la Amazonía, los problemas de deficiencia de fósforo, toxicidad del aluminio, estrés por la sequía, y baja fertilidad inherente, son factores comunes y ampliamente reconocidos (Sánchez 1987; La] 1989; Moorman y Kang 1978). El régimen pluvial parece constituir el factor determinante de los suelos pobres de la región, porque si la precipitación en un área supera los 1000 mm. los suelos son generalmente ácidos y lixiviados (Sánchez 1987).

La deficiencia de nutrientes constituye el gran factor limitante en la productividad de los trópicos. Estos suelos «antiguos, muy meteorizados y excesivamente lixiviados» sí sustentan los bosques pluviales tropicales, pero los bosques no dependen del suelo para sus nutrientes (Lal 1987:16). El ecosistema forestal tropical prescinde de sus suelos deficientes y crea un ciclo de nutrientes basado en su propia biomasa. A diferencia fíe las zonas templadas, en las cuales el tamaño de los árboles constituye un rápido indicador de la fertilidad de los suelos, en el bosque tropical este factor no indica cuál es el nivel de nutrientes en los suelos donde los árboles crecen (Jordan 1985). Los nutrientes fluyen desde las hojas, los árboles caídos, etc., a través de la microrriza y las raíces superficiales del manto radicular superficial, para regresar a la biomasa «sin jamás haber formado parte del suelo propiamente dicho» (Beckerman 1987; Went y Stark 1968).

Una vez que se ha producido la deforestación y se ha roto el ciclo de nutrientes en el ecosistema forestal, el suelo pierde los nutrientes y su estructura física se debilita. Aunque el bosque tropical puede no haber dependido del suelo para absorber nutrientes, las raíces de los árboles retienen el suelo y sirven como canales para la infiltración del agua, mientras que la hojarasca forma un colchón protector del suelo durante las lluvias (Goudie 1984). Cuando se elimina la cubierta forestal, el suelo se vuelve susceptible a la compactación, pérdida de las propiedades de retención de agua y pérdida de microfauna importante (lombrices de tierra y termitas), los cuales proporcionan nutrientes y mejoran la estructura física del suelo (La] 1987). La deforestación suprime la protección que el bosque presta al suelo. Los lugares desbrozados, especialmente si abarcan unas cuantas hectáreas, sufrirán una erosión acelerada y posiblemente severa, al quedar expuestos a intensas lluvias.

Sin embargo, tal como sucede con la regeneración forestal, la magnitud y el método del desbroce determinan la vulnerabilidad del suelo a la erosión. Si el claro es pequeño, se limita a unas dos o tres hectáreas y está rodeado de bosques, la vegetación rebrotará rápidamente y habrá una pérdida mínima de suelo por erosión. Pero si el área es grande, el suelo perderá velozmente sus nutrientes y será vulnerable a la erosión. Hasta un área pequeña puede experimentar una fuerte escorrentía y erosión si se emplea un método de desbroce que resulta sumamente nocivo.

Tabla 2. Los efectos de los métodos de deforestación en la escorrentía y la erosión

Forma de desmonte

Escorrentía (mm y-1)

Erosión del suelo (t ha-1y-1)

Desmonte tradicional (corta selectiva)

3

0.01

Manual

35

2.5

Instrumento cortante

86

3.8

Derribador/gancho sacarraíces

202

17.5

Fuente: Lal 1987

Desbrozando una pequeña área por medios tradicionales, en Honduras.

El desmonte efectuado con medios tradicionales y manuales causa una erosión menos dañina que la producida cuando se emplean medios mecánicos, especialmente derribadores de árboles (Véase el Cuadro 2). El método de desbroce que ocasiona la menor escorrentía y erosión es el «tradicional», en el cual se utilizan machetes y hachas; el método más perjudicial es el derribador de árboles/gancho sacarraíces. Los coeficientes diferenciales de erosión son el resultado de lo que queda en el lugar luego del desbroce. Con los métodos tradicionales los tocones y los sistemas radiculares quedan intactos y la hojarasca se altera poco: aunque se ha eliminado la protección completa que brinda la cubierta forestal, aún quedan raíces para fijar el suelo y hojarasca para amortiguar la fuerza de la lluvia. Los derribadores desmontan empujando los árboles para que caigan y sacando las raíces del suelo. Lo que queda después de este desbroce es un área sin raíces y poca hojarasca, con una superficie alterada y agrietada. En esos lugares la escorrentía y erosión son intensas: la escorrentía es casi 70 veces mayor y la pérdida del suelo es 1700 veces mayor de lo que ocurriría con el desmonte tradicional.

LA AGRICULTURA MIGRATORIA

Las estimaciones del número real de agricultores migratorios varían entre 250 millones (Myers 1986) y 300 millones (Russell 1988). Considerando que la población mundial alcanza 5 mil millones de personas, podría ser aparentemente de poca importancia cómo se gana la vida el 5% de los habitantes del globo. Sin embargo, no se puede ignorar la distribución de la agricultura migratoria y la amplitud del área bajo estos sistemas agroforestales. La agricultura migratoria constituye el sistema de aprovechamiento del suelo más generalizado en la zonas tropicales y se practica en el 30% de los suelos explotables del mundo (Hank 1974, Sánchez 1976:346).

Qué es la agricultura migratoria

Hay varias definiciones de la agricultura migratoria. La que más se emplea la define como cualquier sistema agrícola en el cual se desbrozan los campos (generalmente con fuego) y se cultivan por períodos cortos, luego de los cuales los suelos descansan (Conklin 1957). Con el avance del enfoque agroecosistémico y su concepto totalizante que ubica a los sistemas agrícolas como parte de un «ecosistema natural» mayor, se ha reconceptualizado la agricultura migratoria. El planteamiento del agroecosistema procura integrar «la multiplicidad de factores que afectan a los sistemas de cultivo» (Gliessman 1985:18). Si bien muchos estudios anteriores describían al sistema de corta y roza como esencialmente estable, en su esencia, y proporcionaban una lista de sus atributos, trabajos más recientes basados en el enfoque del agroecosistema han destacado la práctica de corta y quema/barbecho como parte de una estrategia global de subsistencia que responde con flexibilidad a las tensiones, a medida que va cambiando el entorno social, económico y natural (Gliessman 1985, Altieri et al. 1973).

Reflejando este criterio dinámico, una definición más reciente de la agricultura migratoria es: «una estrategia de manejo de los recursos mediante la cual el agricultor se traslada de un campo a otro a fin de explotar la energía y el cúmulo de nutrientes del complejo vegetación natural-suelo del futuro terreno» (McGrath 1987: 223). El énfasis en la estrategia y dinámica del agroecosistema hace de la agricultura migratoria «no un sistema de cultivo estático ni necesariamente estable», -;no un sistema que se adapta flexiblemente al cambio (McGrath 1987: 223).

Los cultivos migratorios, vistos como una estrategia que puede ser flexible para responder a cambios de condiciones en base a una relación continua con otros sistemas agrícolas (que podrían diferir en la duración del período de barbecho y del cultivo, las técnicas de manejo, etc.), pasan de un sistema agrícola a otro como respuesta al cambio de condiciones (Beckerman 1987; Boserup 1965; Raintree y Warner 1986).

Como estrategia de subsistencia, la agricultura migratoria no ha gozado de la aprobación de muchos gobiernos y organismos internacionales. Se lave como un desperdicio de tierras y recursos humanos y como una causa primordial de la erosión y deterioro de los suelos. Cuando se valora al bosque solamente en función de la madera, sí parece antieconómico desbrozar un bosque, utilizar al campo rozado y quemado durante uno o dos años para luego pasar a otro tramo del bosque (Grinnell 1977; Arca 1987). El meollo del asunto no es la tala del bosque, que los silvicultores realizan continuamente, sino la quema de los árboles. La preocupación no es la mantención (la no alteración) del bosque sino, mas bien, quién se beneficiará de su desaparición. Para los gobiernos, a todo nivel, la quema practicada por los pequeños agricultores es considerada como un uso incorrecto de los recursos.

Quiénes son los agricultores migratorios

En Africa, la agricultura migratoria es practicada por los agricultores en toda la zona húmeda. No obstante, el cultivo migratorio de barbecho prolongado ha ido sustituyéndose gradualmente por el uso intensivo de los terrenos más cercanos al hogar y por el barbecho en rotación, en los campos más alejados del hogar (Chidumayo 1987: Getahun et al. 1982). Aunque hay variaciones en las prácticas actuales de manejo de la tierra, los cultivos, etc., esta intensificación de la agricultura migratoria se está dando en toda la región.

A diferencia del SubSahara africano, donde todos pertenecen a una tribu, en Asia y Latinoamérica los agricultores migratorios que practican el barbecho prolongado han sido, tradicionalmente, minorías étnicas con su propio idioma, religión, valores y, en algunos casos, cultivos. El concepto que tienen los gobiernos sobre esta forma de agricultura en cuanto sistema de utilización de la tierra, está muy ligado al hecho de que lo practican aquellos que se encuentran «al margen» de la cultura predominante del país. Aquellos a los cuales se considera «primitivos» porque tienen una cultura material más sencilla o solamente distinta. También se los califica como practicantes de una agricultura «primitiva» y desperdiciadora de recursos que podrían ser mejor aprovechados por la « mayoría» nacional.

Este prejuicio ha desalentado la formulación de un planteamiento más objetivo respecto a la agricultura migratoria en muchos países. Por lo tanto, este sistema de uso de la tierra está siendo juzgada según quién lo está practicando más que por sus propios méritos y limitaciones. En Asia y América Latina, la percepción de lo que es la agricultura migratoria se complica todavía más porque está siendo utilizada no solamente por las «tribus» (minorías tribales) o por los «indios» (la población indígena), sino también por los campesinos sin tierra y los migrantes fronterizos. Otra vez, en el mejor de los casos, hay una actitud indiferente ante lo que hagan los grupos considerados de condición inferior, al menos que sean juzgados como infractores sobre los recursos nacionales. Tanto los campesinos como las tribus podrían considerarse agricultores migratorios, pero sus respectivos sistemas de uso de la tierra son radicalmente diferentes.

Las tribus generalmente practican la agricultura de corte y quema de manera integral, un sistema de uso de la tierra basado en «una forma de vida más tradicional, de duración anual, de tipo íntegramente comunitario, casi autónoma y ritualmente sancionada». Cuando los practicantes del corte y quema integral ingresan en una nueva zona como pioneros, podrían llegar a desbrozar partes considerables de la vegetación clímax cada año. Pero, cuando la comunidad está bien establecida y desbroza anualmente poca o ninguna vegetación clímax anualmente, está practicando la agricultura de corte y quema «establecida» (Conklin 1957:2,3).

Los campesinos practican la agricultura de corte y quema parcial que, en lugar de basarse en una forma de vida, refleja «predominantemente sólo los intereses económicos de sus participantes» (Conklin 1957: 2). Los campesinos que practican el corte y quema parcial tienen fuertes vínculos socioculturales fuera del área inmediata donde la practican y sus objetivos de propiedad y productividad difieren de los que practican el corte y quema integral. En vez de formar parte de una comunidad estable que posee vínculos históricos y culturales con el área, el agricultor de corte y quema parcial puede encontrarse ahí únicamente para aprovechar un cultivo durante uno o dos años. Este tipo de agricultores cultiva principalmente campos permanentes y utiliza el sistema de corte y quema como complemento para sus otros cultivos; están practicando una agricultura de corte y quema complementaria.

En el Sudeste Asiático es común que el campo de cultivo permanente esté situado en los valles, mientras que los terrenos de corte y quema están en las laderas de los cerros. Hay otro tipo de sistema parcial de corte y quema en el cual el agricultor migra al bosque. A menudo con poco conocimiento previo de las técnicas de corte y quema, este agricultor dedica todos sus esfuerzos a formar un terreno cultivable; lo hace en forma incipiente, pero su falta de conocimientos no le permite desarrollar un sistema de corte y quema sustentable (Conklin 1957:3).

Estas distinciones se han utilizado mucho en los trabajos sobre el tema, si bien hay una tendencia, especialmente en Sudamérica, a confundir la agricultura de corte y quema incipiente con la pionera o iniciadora. El término pionero no se está utilizando tal como fue concebido originalmente; es decir, para describir a una comunidad tribal practicante del sistema integral que se establece en una nueva área. Se lo emplea incorrectamente para denominar el corte y quema practicado por migrantes campesinos que se trasladan al bosque, lo cortan y lo queman para luego abandonarlo, o que venden un campo deteriorado y/o establecen un campo de cultivo permanente (UNESCO/PNUMA 1987: 324; Moran 1987). De acuerdo con las definiciones originales de Conklin, estos campesinos migrantes no son agricultores pioneros sino incipientes, que deterioran los suelos porque no conocen lo suficiente sobre el ecosistema forestal para evitarlo. En el resto de este documento, y puesto que se ha venido consagrando el empleo del término en este sentido, la corta y quema pionera será utilizado para distinguir las prácticas de los migrantes de las prácticas de corte y quema integral de las comunidades establecidas y autónomas.

Con respecto a los millones de agricultores migratorios mencionados aquí, podría preguntarse ¿cuántos son pioneros y cuántos practican el sistema integral? Desafortunadamente, muchos gobiernos no distinguen entre los agricultores de corte y quema que son pioneros y los agricultores integrales (también denominados tradicionales). Por cuanto los dos sistemas de corte y quema tienen efectos muy diferentes sobre el medio ambiente, es necesario establecer esta distinción (Watters 1971). Cuando se produce la destrucción del bosque tropical, el causante es generalmente el pionero y no el que maneja una práctica integral. Los migrantes «ávidos de tierra» con su desconocimiento del corte y quema integral, que les permitiría aprovechar racionalmente el ecosistema forestal, están entrando, cultivando y degradando las tierras forestales (Olafson 1981: 3; véase, también. Morán 1987; Moran 1983; Watters 1971). Una población que reside en un lugar por una o más generaciones tendrá un conocimiento más preciso del medio ambiente en el cual se desenvuelve que el migrante «desarraigado», quien posiblemente practicará un sistema pionero empleando métodos agrícolas de su lugar de origen y no los que son adecuados para el lugar de reasentamiento (Moran 1987:227).


Previous PageTop Of PageNext Page