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5. EL REGIMEN DE TENENCIA EN EL PREDIO

EL PREDIO MULTIPARCELARIO

En este trabajo se ha utilizado el concepto de nicho socio-ecológico para segmentar al campo según un conjunto de diferentes áreas de oportunidad para las actividades forestales. Las oportunidades son diversas debido a las diferencias entre los sistemas de uso y ordenación de tierras empleados en los diferentes nichos. Ya que estos nichos demuestran modalidades de tenencia bastante características, aquí se los ha denominado tipos de nichos de tenencia: el predio, el ejido y la reserva.

Esta sección tratará del predio agrícola como un nicho de tenencia. La mayoría de las unidades de explotación agrícola en casi todos los países son granjas familiares. Las familias trabajan un «predio», es decir, un área sobre la cual un hogar y sus miembros tienen, generalmente, derechos exclusivos -el derecho de excluir a otros del uso de la tierra-. La plantación de árboles en el predio adopta una variedad de formas; por ejemplo, el monocultivo comercial de árboles, el cultivo en franjas o la plantación rompevientos. Aunque la modalidad de aprovechamiento de las tierras por el hogar, que el concepto de predio lleva implícito, está fundamentalmente vinculada con la tenencia, también hay una gran diversidad en las formas de tenencia que ejercen los hogares con respecto a las tierras, árboles y otros recursos en sus predios.

Para tal o cual hogar, un predio agrícola estará generalmente formado por varias parcelas, algunas de las cuales pueden tener diferentes usos. Por ejemplo, puede haber un huerto casero con árboles frutales en una de las parcelas y campos sembrados de maíz, mediante cultivos migratorios, en otras parcelas. Estas parcelas pueden estar sujetas a diferentes tenencias. Primero, porque diferentes usos tienen diferentes condiciones de tenencia -el huerto casero con cultivos perennes necesita una tenencia más duradera que el campo de maíz con cultivos migratorios-. Segundo, porque una sociedad a veces destina ciertas tierras para que apoyen a diversas instituciones de esa sociedad -un santuario, una mezquita o quizás al mismo jefe- y esas funciones de apoyo estarán consagradas en las normas de tenencia aplicables a esas tierras. Su uso estará condicionado por esas funciones de apoyo. Los derechos de la institución sobre las tierras sirven para producirle ingresos, ingresos que en otra sociedad se obtendrían por medio de un sistema tributario más generalizado. Para un ejemplo de una modalidad de predio multiparcelario en las tierras altas de Tigray en Etiopía, véase la hoja intercelada en la siguiente página. Tercero, ciertos miembros de un hogar suelen tener derechos de tenencia específicos sobre parcelas determinadas y en ciertos terrenos dentro de las parcelas. Esto es muy marcado cuando la unidad productiva incluye varios hogares, o en el caso de hogares polígamos en los cuales las mujeres están a cargo de distintos campos individuales. Cuarto, en cualquier momento, ciertas parcelas en el predio podrían ocuparse mediante una tenencia indirecta obtenida por contrato, por ejemplo en arrendamiento, mientras que otras parcelas que pertenecen al hogar podrían estar gravadas con obligaciones contractuales. Esas transacciones traspasan a otros una parte del «paquete de derechos» del hogar sobre las tierras, por un plazo determinado.

Un sistema de tenencia múltiple en Tigray, Etiopía

La diferencia fundamental en las comunidades del sistema de tenencia chiguraf-gwoses es la división de las tierras de la aldea en tierras agrícolas y tierras de pastoreo. En la mayoría de las comunidades, el apacentamiento se hace en ejidos individuales, aunque puede estar vedado a ciertas categorías de ganado en determinadas épocas del año. Pero los pastizales de algunas comunidades, tal como sucede con las tierras de labranza, están divididos en parcelas para granjeros individuales. Los pastizales divididos estaban normalmente sujetos a una repartición y redistribución periódica por sorteo (casi siempre anual) entre los granjeros, aunque era común postergar tales redistribuciones generales por más tiempo. Se considera más justo dividir los pastizales. Cuando el apacentamiento se hace en un ejido, el campesino pobre que tiene pocos animales o ninguno, se beneficiaría menos de su acceso que el hombre rico con su ganado; pero, cuando los pastizales se dividen, el granjero pobre puede vender el forraje que no le sirve o incluso puede alquilar su parte del pastizal durante el año.

A veces, las tierras agrícolas mismas están divididas. Esta división se hace en koli y tserhi y cada granjero tiene tenencia en ambas. El koli, o «terreno de huerto», consiste en lotes para la casa y huertos adyacentes. Dentro de este terreno de huerto, los mayores del grupo crean nuevos solares para viviendas y huertos, a medida que se los vaya necesitando, mediante la reubicación selectiva de los predios existentes. El tserhi es el resto de las tierras comunales, los campos abiertos que se extienden allende los terrenos-huertos. Se supone que esos predios serán completamente divididos de nuevo y redistribuidos cada tantos años mediante sorteo. Por eso, a veces se los llama «terrenos de sorteo».

En la mayor parte de las comunidades que tienen iglesias, un tercio de la tierra, «tercias tierras» (meret silus), se reserva para el uso del clero. Las tercias tierras no suplementan los predios privados del clero, sino que constituyen el único lugar donde pueden tener tierras en las comunidades. El clero recibe tierras solamente de las tercias y los laicos reciben tierras solamente de los otros dos tercios. Tanto el koli y tserhi reservan un tercio para el clero. El número de clérigos en estas comunidades a menudo incluye un tercio de los granjeros. La relativa y fácil disponibilidad de las tercias tierras garantiza que los hombres jóvenes se preparan para el sacerdocio y el diaconado y que la iglesia parroquial estará bien atendida.

John W. Bruce, «Land Reform Planning and Indigenous Tenures: A Case Study of the Tenure Chiguraf-Gwoses in Tigray, Ethiopia», Tesis S.J.D. (Derecho), Universidad de Wisconsin, 1976: pp. 121-124.

ENTREVISTAS SOBRE LA TENENCIA DEL PREDIO

Vamos a comenzar por la parte negativa, desde el punto de vista de un reconocimiento rápido limitado por el tiempo. Para poder abordar la tenencia con seriedad hay que hacerlo a nivel de parcelas o de campos porque existen distinciones importantes en la tenencia, incluso dentro del contexto de los predios familiares. Aunque se puede captar la variabilidad de la tenencia a nivel parcelario, sólo a nivel del campo será posible captar con certeza las variaciones en la tenencia implantadas por quienes administran los campos familiares y será posible explorar lo que podría constituir una problemática basada en el género.

Por el lado positivo de la cuestión, el contexto particular dentro del cual se obrará, suele ser más sencillo que el de las posibles diversidades indicadas aquí. Dentro de cualquier sistema de tenencia, habrá en los predios solamente unas pocas distinciones. Lo que es más, en tanto las diferencias en la tenencia se basan frecuentemente en diferencias en el uso de las tierras y de los árboles, estas distinciones pueden ser abordadas, inicialmente, siguiendo la misma progresión en la cual se ha insistido aquí: partiendo desde el uso observado hasta llegar a la tenencia.

Este trabajo ya ha indicado que es necesario hacer entrevistas pormenorizadas por lo menos a una media docena, o quizás, a una docena de hogares. Dado que queremos tratar de la tenencia, y las variaciones de la tenencia pueden darse desde el nivel de campo, esta entrevista tendrá que ocuparse del uso a dicho nivel. No hay manera alguna de diseñar un formulario o lista de preguntas que sirva para todas las situaciones. En las dos páginas siguientes, hay una lista modelo de preguntas -aunque ésta tiene sus limitaciones-. Está concebida para sacar en claro las distinciones entre el uso que hacen de la tierra el propietario y el administrador y el uso que hacen el marido con la mujer, o con las mujeres de su hogar. Funcionaría bastante bien en un sistema agrícola mixto, ya que presta considerable atención a los árboles, si es que estos forman parte del sistema. Pero, captaría menos convenientemente los diferentes usos que dan los miembros de la familia a un huerto tropical biológicamente diverso y sumamente integrado, o a una parcela cultivada colectivamente para satisfacer las necesidades generales de una finca o recinto cercado. La utilidad de la lista de preguntas presentada aquí sirve como un punto de partida para preparar un instrumento de mayor pertinencia local.

Una vez que estén terminados los cuadros correspondientes a varios campos, comenzarán a destacarse algunas relaciones sistemáticas; por ejemplo, conjuntos de usos específicos conferidos a determinadas clases de usuarios, que incluyen a hombres y mujeres; y las relaciones entre la tenencia de la tierra y la tenencia de los árboles. Para cada clase de usuarios de una especie (hombres o mujeres, propietarios o arrendatarios, según lo que sea pertinente para la localidad) el entrevistador debería preguntar:

Lista modelo de preguntas de campo

Entrevista No._____________________________Fecha:________________________________

Localidad:_____________________________________________________________________

Identificación del campo:__________________________________________________________

Tipo de tenencia familiar en el campo:________________________________________________

Quién administra la tenencia de la parcela:____________________________________________

Tamaño aproximado del campo:__________ Distancia de la residencia:_____________________

Ubicaciones en relación con la posesión familiar en el campo

Marido

Mujer

Otros familiares

No familiares

El entrevistado es:

       

El jefe del hogar es:

       

El dueño del campo es:

       

El administrador del campo:

       

Pase al cuadro en la página siguiente y llénelo. Luego, continúe:

Las explicaciones y comentarios, inclusive «otras» respuestas, por columnas en el cuadro:

Columna

Comentario

   
   
   
   
   
   
 

(en la práctica, se necesitaría más espacio).

Lista modelo de preguntas de campo (cont.)

 

CULTIVOS Y ARBOLES

SOLO ARBOLES

CULTIVOS EXTENSIVOS Y ARBOLES POR ESPECIE

(A)

Valor económico familiar

(B)

Valor económico Administrador

(C)

Necesidades de mano de obra

(D)

Prep. tierras

(E)

Suministrar semillas plántulas

(F)

Plantas

(G)

Agua/Cuidar

(H)

Desramar hojas/ ramas

(I)

Vender forraje

(J)

Gastar ingresos forraje

(K)

Cosechar fruta

(L)

Vender fruta

(M)

Gastar ingresos fruta

(N)

Talar arbol

(O)

Vender madera

(P)

Gastar ingresos madera

(O)

A Quién pertenece el arbol

(R)

Otros usuarios

(S)

Otros usos

                                       
                                       
                                       
                                       
                                       
                                       
                                       
                                       
                                       

A-C

D-Q

R

S

1: Mayor

1: Administrador

1: Vecinos

1: Ramoneo por animales

2: Principal

2: Esposa administrador

2: Otros locales

2: Recolectar leña caída

3: Importante

3: Dueño, si no es administrador, o esposa del administrador

3: Usuarios itinerantes

3: Desramar hojas/ramas

4: Menor

4: Compartido por (combinar números 2/3)

4: Otros

4: Recoger fruta

5: Ninguno

5: Otros

5: No aplicable

5: Otros

 

6: No aplicable

 

6: No aplicable

LA CUESTION CLAVE: SEGURIDAD DE LA TENENCIA

¿Por qué nos importan los derechos que puedan tener las personas sobre los árboles, con tal que sepamos que sí los plantan, los usan, etc? La cuestión de los derechos tiene que ver con la seguridad de la tenencia. Si un usuario está practicando un uso determinado, ¿está seguro el usuario de poder continuar? ¿Tiene el usuario derecho sobre ese uso, o hay alguien que le pueda desalojar y privarle del uso, o interferir con el uso hasta el punto en que pierda una gran parte de su valor? Si no hay seguridad de tenencia, habrá pocos incentivos para invertir dinero en plántulas o en cercados, para invertir mano de obra en la plantación de árboles, para renunciar a los ingresos producidos por otros usos de la tierra que darían un rendimiento en un menor plazo, o incluso para impedir que las plántulas se conviertan en una «ensalada para cabras».

¿Cuán importante es esta seguridad? En ciertas circunstancias podría determinar el éxito o el fracaso de una iniciativa de desarrollo forestal comunal centrada en el predio. Pero la seguridad de la tenencia entra en juego de varias y diferentes maneras, algunas de la cuales recién estamos comenzando a comprender.

Las publicaciones sobre la tenencia de la tierra en los países en desarrollo están repletas de referencias a la relación entre la tenencia de la tierra y las inversiones en la tierra. La relación más evidente y más sencilla de comprender es que la inseguridad de tenencia desalienta la inversión, porque el agricultor no puede contar con la oportunidad de sacar un rédito de su inversión. Aunque la siembra de un nuevo cultivo anual constituye una inversión en la tierra, se la suele excluir de ese análisis. La mayoría de los cultivos se demoran pocos meses en madurar y, después de todo, un agricultor tiene que sembrar para la supervivencia de su familia, incluso si hay alguna inseguridad. Cuando se ha perdido el derecho sobre la tierra, el perdedor puede seguir teniendo el derecho de cosechar lo que ha cultivado, de modo que no correría ningún riesgo al sembrar. (Bruce y Noronha, 1985).

Las inversiones que nos interesan son la plantación y conservación de los árboles. Los árboles maduran tan lentamente que deben tratarse de otro modo que los cultivos anuales. Los costos de las plántulas pueden representar una cuantiosa inversión, especialmente para los árboles frutales u otros árboles que producen ingresos. Cuando los árboles ocupan tierras que se habrían utilizado para otros cultivos, hay el factor de los costos de oportunidad, costos que quizás se podrán recuperar a largo plazo. Por lo que respecta a la relación entre la tenencia de la tierra y la inversión en el predio agrícola, la plantación de árboles casi siempre representa una mejora permanente en el predio (como sería la perforación de un pozo o la construcción de una cerca), lo que no sucede con la plantación de cultivos anuales (Bruce, 1986: 28, 87; Brokenssha y Castro, 1984).

Los autores que están directamente interesados en fomentar la agrosilvicultura en los predios de los agricultores de países en desarrollo, tales como Nigeria, Haití y Jamaica, han hecho hincapié en la importancia de que las normas de tenencia sean claras y garanticen al agricultor que los árboles plantados en el predio le pertenecerán (Adeyoju, 1976; Murray, 1982; Blaut et al., 1973;63). Hay varias fuentes virtuales de inseguridad de la tenencia. Un sistema tradicional de tenencia que implicaba la redistribución anual de parcelas, como el presentado por Uzozie (1979: 344) sobre los lgbo de Nigeria, plantea problemas evidentes para el desarrollo forestal en una explotación agrícola. Cuando el Estado ha legislado que los árboles que crezcan en un predio son propiedad estatal y, con la intención de proteger esos árboles, exige que para cortarlos se obtengan permisos -tal como lo estipulan los códigos forestales en el Sahella consecuencia principal podría ser la pérdida de incentivos para que los mismos dueños de tierras planten árboles en sus predios. (Thomson, 1982; La¡ y Khan, 1986; Elbow, 1988).

Quizás la prueba más directa del impacto de la tenencia en la plantación de árboles consta en los estudios sobre agricultores que han tenido acceso a varias parcelas, en virtud de diferentes tenencias. Los cultivos comerciales de los agricultores en Tucurrique, Costa Rica, incluyen café y la palma africana, y sus formas de tenencia comprenden los derechos de propiedad, derechos de uso relativamente seguros, el arrendamiento, tierras tomadas en préstamo y la ocupación precaria. Los estudios realizados por Sellers descubrieron que los agricultores estaban cultivando árboles en tierras que gozaban de un régimen de tenencia más seguro y cultivos alimentarios anuales cuando las tenencias eran menos seguras. Esta sección contiene un extracto de ese trabajo. En Santa Lucía, las consideraciones de tenencia explican por qué los árboles se plantan en suelos y nichos ecológicos para los cuales no son tan adecuados: los agricultores utilizan las tierras bajas de valle -que les pertenecen como propiedad individual- para los árboles, mientras utilizan las tierras de ladera -sujetas al régimen bastante ambiguo de «tenencia familiar de tierras»- para los cultivos alimentarios (White, 1986: 83). En Haití, las últimas investigaciones del Centro de Tenencia de la Tierra (el extracto figura a continuación) encontraron que la tenencia de parcelas era una consideración importante para determinar dónde se plantaban los árboles.

Hay que tener cautela en relación con la seguridad de tenencia como un factor determinante de la plantación de árboles. Primeramente, es indispensable recordar que, aún si la tenencia de la tierra en la cual se plantan árboles es débil, los derechos de tenencia de los árboles pueden ser claros y sólidos. En el Capítulo 1 se examinó la tenencia de los árboles.

En segundo lugar, a veces se achaca a los sistemas de tenencia y a la percepción de una falta de seguridad la carencia de receptividad a las oportunidades para plantar árboles. Estas oportunidades pueden haber sido indebidamente estructuradas en algún sentido; por ejemplo, fomentando una especie que no tiene interés local. Murray (1987) aconseja en contra de esta actitud que, en su expresión extrema, culpa a la «cultura» local por no haber adoptado lo que eran, en efecto, especies y tecnologías inadecuadas. El efecto de incentivo que logra la tenencia no está desligado de otros incentivos económicos. Ninguna forma de tenencia puede volver interesante el cultivar árboles para los cuales no existe demanda, mientras que un muy alto nivel de rentabilidad podría inducir a un agricultor a correr con los riesgos implícitos en una tenencia insegura.

LOS ARBOLES PODRIAN ASEGURAR LA TENENCIA DE LA TIERRA

En ciertas circunstancias, la supuesta relación entre la seguridad de la tenencia de la tierra y la plantación de árboles puede invertirse. Hay pruebas ciertas de que, en determinadas coyunturas, la plantación de árboles puede aumentar la seguridad de tenencia de la tierra.

En algunos casos, es más bien una mera consecuencia de la tenencia de los árboles y de que el control de los árboles confiere (para casi todos los fines prácticos) el control sobre la tierra en la cual estos se encuentran; especialmente, si están densamente plantados. Un agricultor podría obtener así el control, de facto si no de jure, a largo plazo sobre la tierra, mediante la plantación de árboles. En otros casos, la plantación de árboles podría dar lugar a derechos sobre la tierra, en virtud de sistemas de tenencia consuetudinarios, porque se considera que la plantación de árboles equivale a la propiedad efectiva: es una prueba de la intención de reivindicar un derecho que, de no ser impugnado, llega a convertirse en la prueba concluyente de ese derecho. Por ejemplo, según varias leyes consuetudinarias en Tanzania, la plantación de palmeras constituye una prueba de propiedad efectiva de la tierra (James y Fimbo, 1973: 301, 353). Por ello, los grupos terratenientes podrían oponerse a que los miembros planten árboles para evitar la creación de derechos permanentes sobre la tierra. Los extensionistas de la época colonial encontraron esta situación en Tanzania (Brain, 1980). En Lesotho, tradicionalmente se necesitaba permiso del jefe para ello (Duncan, 1960: 95). Los problemas de oposición por parte de la comunidad fueron encarados durante ensayos de cultivos en franjas realizados en Nigeria Suroriental, donde la plantación de árboles habría trastornado un sistema de rotación manejado por la comunidad (Francis, 1987).

Relación entre tenencia de la tierra y los productos agrícolas: un estudio empírico

Es evidente la relación entre la tenencia de la tierra y los productos agrícolas, según un estudio estratificado y aleatorio para el cual efectúe muchas entrevistas y observaciones. (El N en este análisis se basa en la parcela agrícola. Algunos hogares de agricultores tienen más de una parcela conforme a diferentes condiciones de tenencia y cultivo)...

Condiciones de tenencia

Cultivos [subsistencia]

Mixtos

Comerciales

Ningún derecho formal sobre la tierra

 

10

3

6

Derechos legalessobre las cosechas

 

3

11

8

Derechos legales sobre la tierra

1

3

11

El factor primordial que determina esta relación es el hecho de que los cultivos comerciales importantes son perennes, mientras que los cultivos [de subsistencia] son anuales o estacionales. El café, la caña de azúcar y la palma real son cultivos valiosos porque, aunque exigen una inversión relativamente grande de tiempo, capital y mano de obra hasta llegar a la madurez, producen buenas ganancias. Esto significa que un agricultor que posee el título de propiedad de la tierra y el tiempo y capital necesarios, y se dedica a los cultivos comerciales estará bastante seguro de poder contar con un ingreso. Asimismo, si invertimos esta relación causal, al agricultor que quiere garantizarse un ingreso sólido con cultivos comerciales le conviene adquirir tierras con titulación para no arriesgar la pérdida de su inversión.

Pasando al otro extremo, el agricultor que ha tomado tierras en préstamo o es un precarista, probablemente no sembrará cultivos perennes para no enemistarse con el titular y perder la mayor parte de su inversión. Pero, como se acaba de indicar, algunos agricultores adoptan la estrategia opuesta y en calidad de precaristas o prestatarios tratan de mejorar su situación a expensas del titular, aventurándose a plantar cultivos perennes.

S. Sellers, «The Relationship Between Land Tenure and Agricultural Production in Tucurrique, Costa Rica», en Whose Trees? Proprietary Dimensions of Forestry, Eds. L. Fortmann y J.W. Bruce (Boulder: Westview Press, 1988), en p. 77.

 

El acceso a la tierra y el uso de la tierra en un estudio de caso del área de la cuenca de Les Anglais: cartera de terrenos individuales

Los datos del estudio de caso indican que los agricultores en el área de Les Anglais suelen tener acceso a varias parcelas pequeñas no contiguas que abarcan una gran variedad de ecotipos y condiciones edafológicas. Además, el agricultor muy probablemente será propietario de algunas parcelas, trabajando otras al mismo tiempo, mediante arrendamiento. Los agricultores individuales utilizan las diferentes parcelas de diferentes maneras. El agricultor decidirá trabajar algunas parcelas por su cuenta y repartirá otras. En una parcela podría cultivar café y una variedad de árboles frutales; en otra podría cultivar frejol, maíz y arvejas; una tercera podría utilizarse, principalmente, para pastizales. También podría plantar árboles en algunas parcelas y sacar los árboles y arbustos de otra. Un proyecto de conservación de suelos que se proponga cambiar la forma en que los agricultores usan la tierra, debe incluir un mecanismo que permita comprender por qué diferentes tipos de tierras son utilizadas de diferentes maneras. Está claro que los factores ecológicos afectan el uso que los agricultores hacen de la tierra. Pero los estudios de caso sobre poseedores de tierras parecen indicar que el tipo de acceso que alguien tiene a la tierra también interviene en sus decisiones respecto del uso de la tierra. Por tanto, Karonel, quien tiene acceso a varias parcelas que pueden sustentar árboles frutales y madereros, planta árboles solamente en las tierras sobre las cuales estima tener un título seguro. La señora Elie trabaja en aparcería y da en arren-damiento las parcelas que están demasiado lejos, arrendando para sí otra parcela que queda más cerca. Yvalon utiliza las tierras arrendadas para pastizales y no las suyas propias.

Observando la «cartera» de tierras que tiene un agricultor y comparando los diferentes usos a los cuales se destina cada una, es posible tener una mejor comprensión de por qué un agricultor puede estar dispuesto a efectuar ciertas inversiones en una de sus parcelas y no en otra.

Rebecca J. McLain y Douglas M. Stienbarger con Michele Oriol Sprumont, «Land Tenure and Land Use in Southern Haiti: Case Studies of the Les Anglais and Grande Ravine du Sud Watersheds,» Land Tenure Research Center Papel, N2. 95 (Madison: Centro de Tenencia de la Tierra, Universidad de Wisconsin, Abril, 1988), en p. 64.

Una dinámica algo diferente obra cuando el Estado moderno es el dueño de las tierras en las cuales la tenencia se asegura mediante la plantación de árboles. En esos regímenes de tenencia, el Estado puede adjudicar a otros las tierras «no usadas», en cuyo caso la plantación de árboles puede ser motivada por el deseo de servirse del uso como una defensa. En un proyecto de desarrollo ejecutado en Liberia a principios de la década de los ochenta, la plantación de cacao y café fue impulsada, al parecer, por ese tipo de dinámica, según lo explica Herbeson en el extracto que sigue. Así mismo, los sistemas de tenencia que autorizan el otorgamiento de derechos más seguros, basados en el uso demostrado, pueden incentivar la plantación de árboles como una demostración patente. Se ha dicho que esta dinámica ha tenido un papel central en la impresionante expansión de las plantaciones de cacao de los pequeños agricultores en la Costa de Marfil, la cual condujo al desbroce del bosque virgen y a la plantación de cultivos arbóreos (Hecht, 1983: 33). Se ha indicado, por otra parte, que el bosque natural ha sido destruido más extensamente de lo que habría sido económico, porque se pudieron establecer derechos de propiedad de la tierra más extensos (Tiffen, próxima publicación). En esos sistemas, existen fuertes tensiones entre la conservación forestal y los objetivos de comercialización de los árboles.

La plantación de árboles estimulada por la inseguridaden el condado de Bong, Liberia

Es más común que un cúmulo de desconfianza manifiesta y de amplias repercusiones obstaculice la tarea de promover la cooperación en pro del desarrollo rural. Esta desconfianza está reflejada, en parte, en las relaciones de tenencia de la tierra. Es así en Lofa donde cinco comunidades étnicas diferentes conservan un arraigado sentido de sus identidades culturales respectivas. El equipo de investigación se enteró, indirectamente, después de sus entrevistas a nivel de finca en Lofa, que, aun cuando nuestros entrevistados comprendieron plenamente las razones que expusimos para explicar nuestra visita, ellos se preguntaban, sin embargo, si realmente habíamos venido para reclamar sus terrenos. Pensando que les ofreceríamos algo en señal de agradecimiento por habernos concedido la entrevista, un grupo de aldeanos resolvió, durante la entrevista, que no recibirían ningún tipo de gratificación. Parecían temer que de hacerlo, nosotros lo tomaríamos como una compensación por darnos acceso a sus tierras. ¡Cuánto mayor será la desconfianza en Bong donde la pérdida de tierras ante los «hombres grandes» de Monrovia ha sido mucho más extensa que en Lofa!

La cada vez mayor escasez de tierras, como resultado del crecimiento demográfico, no puede sino intensificar la desconfianza estimulada por la inseguridad de tenencia de la tierra. En ausencia de políticas eficaces para reformar y normalizar las prácticas de tenencia de la tierra, los aldeanos podrían hacerse cargo de la situación mientras realizan un desarrollo agrícola con apoyo del gobierno. Una razón por la cual los campesinos han decidido plantar nuevos árboles de café y cacao es porque esos cultivos arbóreos «permanentes» representan una reclamación más segura para reivindicar la tierra que el cultivo migratorio de arroz. Un determinado nivel de inseguridad y desconfianza puede ser un acicate para la iniciativa empresarial, pero pasado cierto límite también puede causar una desintegración social profunda y destructiva. Los objetivos del desarrollo rural en zonas como la de Bong y Lofa deben consistir en reconocer cuáles son las verdaderas motivaciones de los campesinos y canalizarlas hacia los objetivos del desarrollo con medidas como la reforma agraria, en vez de permitir el caos que podría sobrevenir, si esto no se hace.

John W. Haberson et al, «Area Development in Liberia: Towards Integration and Participation», Evaluación del Impacto de un Proyecto AID, No. 53 (Washington, Junio, 1984), en p. 6.

DE QUIEN ES REALMENTE LA TENENCIA: UNA CUESTION DE GENERO

Por último, siempre debemos preguntar: ¿De quién es realmente la tenencia? A ciertos niveles, la mayoría de los asesores sí hacen esta pregunta. Cuando un arrendatario va a plantar árboles, los asesores le preguntarán cuál es su tenencia y, si el dueño va a plantar árboles, preguntarán sobre la tenencia del dueño. Pero, a otro nivel, dentro del hogar, los analistas tienden a hacer caso omiso de las diferencias de tenencia basadas en el género.

El trabajo femenino es importante para los árboles en el predio. En primer lugar, las mujeres son las principales usuarias y cuidadoras de los árboles. En muchas sociedades, la división del trabajo hace recaer sobre las mujeres la responsabilidad de obtener los alimentos, la leña y el forraje, productos que se obtienen de los árboles, al menos en parte (Hoskins, 1979; Hoskins, 1980; Hoskins, 1983; Williams, 1984; Cecelski, 1985; Molnar, 1985a; Chen, 1986; Fortmann, 1986). En segundo lugar, sea quien fuere el plantador de árboles, la cooperación y mano de obra de las mujeres son determinantes para la vida de los árboles. Las mujeres se ocupan del ganado y enseñan a sus hijos a impedir que los animales pequeños se coman los árboles jóvenes (Molnar, 1985a).

¿Qué derechos tienen las mujeres a utilizar los árboles? ¿Pueden ellas usar todas las especies arbóreas del lugar o están prohibidas de usar determinadas clases de árboles que podrían servirles para cumplir con sus responsabilidades? ¿Tienen las mujeres acceso a todos los árboles plantados en el predio o están restringidas a ciertos nichos, por ejemplo el terreno del huerto cerca de la casa?

Quizás las mujeres quieran incrementar su seguridad o comodidad de acceso a los árboles plantando sus propios árboles. Esto trae preguntas prácticas adicionales. ¿Se les permitirá plantar árboles? ¿Se les permitirá plantar las especies que ellas quieran? ¿Controlarán ellas los árboles que planten? ¿Depende esto de dónde los planten? Rocheleau señala, en el siguiente extracto, que la tierra utilizada por las mujeres incluye varios nichos, en algunos de los cuales (como el terreno del huerto cerca de la casa) las mujeres están en mejor situación de tenencia que en otros nichos.

El modelo de seguridad de tenencia desarrollado hasta aquí, presupone que el dueño de la tierra es también quien administra la finca. Algunos funcionarios que definen las políticas, cuando no el modelo mismo, tienden a dar por sentado que este dueño/administrador también es un hombre. Aunque esto suele ser así en los hogares de agricultores, no puede presuponerse que siempre es así, especialmente en muchos países en desarrollo. La tenencia de tierras familiares, aun cuando éstas sean la «propiedad» de un hombre, puede comprender varias parcelas, cada una de las cuales está administrada con bastante independencia por una mujer. En la medida que la mujer adopta las decisiones de cuidado y aprovechamiento, ¿cuál seguridad de tenencia tiene importancia, la de ella o la de él? Si la mujer es quien debe tomar las decisiones relativas a los árboles y sufragar el costo de plantarlos, es indudable que su propia seguridad de tenencia es determinante.

Las mujeres y los nichos de tenencia en los proyectos agroforestales

Pese a que no existen nichos que sean utilizados, cuidados y administrados universalmente por mujeres, hay algunos espacios que le son más propios. Podría parecer raro, pero los dos nichos de mayor importancia para las mujeres suelen ser el más cercano a su casa y el más alejado, respectivamente. Los huertos caseros están situados cerca del centro de las actividades hogareñas y las áreas de recolección común (los bosques, arbustos y pastizales) suelen ser periféricos en relación con el hogar y las tierras de cultivo o con todo el asentamiento, según la densidad poblacional e intensidad del uso de la tierra. Mientras que el primero (uso intensivo de la tierra) está ubicado de manera que minimice el costo de oportunidad del tiempo transcurrido fuera de casa, la ubicación del segundo (uso extensivo) minimiza el costo de oportunidad de la tierra y de la mano de obra y cuidados y aprovechamiento en el sitio. Si se examina más cuidadosamente estos dos tipos de uso de la tierra, su posición relativa en la topografía rural, y su importancia para las mujeres, se obtiene una buena idea de las consideraciones generales: nichos espaciales y funcionales para las tecnologías agroforestales de las mujeres y sus necesidades concomitantes de tenencia e innovaciones tecnológicas...

El huerto casero ofrece perspectivas únicas para proyectos agroforestales con mujeres. La pequeña dimensión del terreno incentiva los sistemas de pisos múltiples, a la vez que el control de facto y la permanencia (o permanencia relativa) del sitio alientan la inversión en cultivos arbóreos y mejoras en el terreno (terrazas, abono con estiércol, cercados). La pequeña dimensión de la parcela también implica que el área periférica será mucho mayor que el área cercada, por lo cual una proporción bastante alta del potencial productivo del sitio podría destinarse a una cerca viva de uso múltiple. El sitio podría ser, también, un lugar ideal para pequeños animales como aves de corral o conejos enjaulados, y podría proporcionar residuos para alimentar cerdos o chivos en corrales cercanos, o forraje suplementario para un animal lechero más grande...

Las zonas comunales de pastoreo de uso múltiple y recolección podrían diferenciarse de los terrenos familiares por medio del uso, si es que se quiere hacerlo. Sin embargo, este ámbito merece especial atención; es decir, se establecería la propiedad efectiva de los árboles y de los derechos sobre el uso de la tierra en las primeras etapas del proceso de transformación del uso de la tierra. Bien que los hombres pueden sustituir sus actividades forrajeras con el trabajo asalariado o la producción agrícola y ganadera intensificada, el grupo podría seguir dependiendo muchísimo de los productos forestales y de pastoreo recolectados por las mujeres. Salvaguardar o ampliar la propiedad de las mujeres sobre los árboles y los derechos de usufructo en los bosques y praderas circundantes podría ayudar a impedir el deterioro ambiental y, también, a mantener la condición jurídica y social de la mujer y sus derechos tribales a usar y proteger las tierras forestales y de pastoreo de una dimensión y calidad adecuadas.

Dianne E. Rocheleau, «Women, Trees and Tenure: Implications for Agroforestry Research and Development», Background Paper, International Workshop on Tenure Issues in Agroforestry, Nairobi, Mayo 23-30, 1985,' en pp. 9-12.

Esto es motivo de preocupación porque en la mayoría de las sociedades africanas, con herencia patrilineal o matrilineal, la mayoría de las mujeres no heredan tierras. Si las heredan, suelen heredarla en menores cantidades. Hay pocas mujeres que adquieren tierras mediante transacciones y la mayoría tiene acceso a la tierra solo en virtud de sus derechos a utilizar una parte de las tierras de sus maridos (Fortmann, 1986; Cloud y Knowles, 1988; Davison, 1988).

La seguridad de tenencia de una mujer puede depender, en parte, de la seguridad de tenencia de su marido, pero estará sujeta a otras limitaciones; por ejemplo, el marido puede tener derecho a turnar las parcelas entre sus mujeres, según su decisión. Una última investigación sobre tenencia de la tierra en Senegal ha procurado analizar la seguridad de tenencia de quienes administran los campos y no solamente de los «dueños» de parcelas (Golan, 1988). La situación de tenencia no es, desde luego, nada estática. Un proyecto de plantación de árboles puede modificar los derechos de las mujeres, a veces para bien, tal como sucedió en el caso de Liberia relatado por Holsoe en el extracto de la siguiente página.

La inseguridad de acceso de la cual sufren las mujeres puede ser, también, el resultado de los cambios en su ciclo vital (el matrimonio, número de nacimientos, divorcio, viudez) y de cambios en las políticas nacionales, tal como el registro de tierras (Rocheleau, 1988) y cambios tecnológicos y el valor de los productos forestales. La viudez es, probablemente, el suceso más importante del ciclo vital en lo referente a la seguridad y los derechos sobre los bienes. Una viuda puede conservar una parte de los derechos que tenía su marido sobre la tierra y los árboles (Chubb, 1961); Hoben, 1973: 146-148; Obi, 1963: 89-94) o podría perderlos del todo, como sucedió en una cooperativa peruana (Skar et al., 1982).

Muchos proyectos forestales sociales se ocupan de los problemas de las mujeres, por ejemplo, de la escasez de leña y forraje, pero no benefician, necesariamente, a las mujeres. La tenencia de tierras por las mujeres puede afectar seriamente al nivel de respuesta ante una iniciativa forestal comunal, según se demuestra en el extracto del documento de Francis, que figura más adelante. Un primer paso consiste en comenzar a adaptar nuestro análisis de la tenencia para dar un tratamiento discreto a los derechos de las mujeres que administran y usan la tierra y los árboles. Aunque el grado de independencia en el cuidado y manejo de los campos por las mujeres agricultoras serán diferentes, según el caso, no es dable suponer, sencillamente, que la seguridad de tenencia para un jefe de familia hombre se traduce en incentivos para que su mujer o mujeres planten árboles.

En resumen, la cuestión de la tenencia del predio y su impacto en la plantación de árboles debe abordarse durante las entrevistas a los hogares, tanto a nivel de los campos como por especie. Primero hay que descubrir cuáles son las modalidades de uso y, después, la relación entre los usos y clases de usuarios. Luego, deberá determinarse si el uso de la tierra se fundamenta en derechos de uso y cuán seguros son esos derechos. La seguridad debe examinarse en relación con el agricultor al cual se le pide que invierta en árboles. Hay que tener presente que cuando la tenencia se basa en el uso, la plantación de árboles puede servir realmente para asegurar esa tenencia.

Situación de la tenencia de la tierra en el condado de Lofa, Liberia

Para algunas personas, por ejemplo las mujeres, el proyecto ha ofrecido un nuevo mecanismo para obtener acceso al dinero, especialmente mediante los cultivos arbóreos. Por cuanto el proyecto ha limitado la extensión que un agricultor individual puede aprovechar con la asistencia del proyecto, muchos hombres han optado por incrementar sus tierras registradas por hogar haciendo constar parcelas adicionales a nombre de sus hijos y mujeres. Estas parcelas, especialmente las que están en posesesión de las mujeres (y este es un cambio importante para algunos grupos), permitirán a las mujeres obtener dinero por la venta de sus cultivos, dinero que pueden emplearlo como quieran, generalmente sin tener que consultar con sus maridos. Para algunas mujeres, en particular aquellas cuyos maridos tienen demasiados otros familiares a su cargo, esto podría constituir el medio necesario para mantenerse a sí mismas y mantener a sus hijos, o podría servir como un medio para lograr la independencia económica.

Pero hay un problema legal. Según la ley tradicional, una mujer casada con dote (aras) tiene derechos limitados sobre los bienes en nombre propio. Ella misma es, esencialmente, la propiedad del patrilinaje de su marido y, solamente al haber devuelto su dote y pagado una cantidad adicional por «daños y perjuicios», queda liberada de esta obligación. Pero mientras siga casada con un miembro del patrilinaje de su marido, seguirá conservando su derecho a usar cualquier unidad agrícola que ella misma haya trabajado o que estén en su nombre. Este es el caso, naturalmente, de las parcelas trabajadas con la asistencia del proyecto. En este sentido, las mujeres adquieren alguna independencia económica adicional y pueden tener un mayor poder de determinación en su propio destino y el de sus hijos.

Todavía queda por verse si esta nueva forma de tenencia de tierras registrada a nombre de mujeres tendrá alguna repercusión futura en las modalidades de tenencia de la tierra y, más aún, en el régimen de sucesiones. Es probable, sin embargo, que habiéndose iniciado el proceso, las mujeres comenzarán a reclamar su propiedad efectiva y privada de la tierra, libres de sus maridos y de su patrilinaje. Esta disposición ya consta en el derecho escrito de Liberia. La cuestión planteada es fundamental para la estructura de la sociedad consuetudinaria y es un aspecto que deberá armonizarse.

Svend E. Holsoe, «The Upper Lofa Country Agricultural Development Project: Its Impact as an Agent of Social Change», en el Apéndice F de John W. Haberson et al., «Area Development in Liberia: Toward Integration and Participation», Evaluación del Impacto de un Proyecto AID No. 53 (Washington, Junio, 1984), en pp. 4-5.

El bajo nivel de participación femenina en los proyectos de adopción de árboles de ramoneo en Nigeria Suroccidental y Suroriental

El proyecto piloto para el suroccidente está situado a unos 18 km al noroccidente de Oyo, Estado de Oyo, en las aldeas vecinas de Owu lle e Iwo Ate. Las mujeres representan el 60 por ciento de la población adulta de esas dos aldeas (que tiene un total de unas 500 personas), pero sólo el 18 por ciento de los participantes en el proyecto de plantación de árboles de ramoneo. Hay varias razones que explican lo que parece ser un bajo nivel de interés de las mujeres. En primer lugar, la principal ocupación de muchas mujeres no son las actividades agrícolas. Además de su trabajo doméstico, sus principales actividades son la elaboración y comercialización de aceite de palma y productos de mandioca y el pequeño comercio. Muchas de las mujeres que participan directamente en la producción agrícola, trabajan en las fincas de sus maridos y no en las suyas propias. De acuerdo con un estudio de toda la población de ambas aldeas, sólo el 29 por ciento de las mujeres adultas trabajan la tierra y apenas el 7 por ciento -más de la mitad de este porcentaje son viudas- trabajan independientemente de sus maridos (las cifras se tomaron de Okali y Cassaday, 1984)...

Las dos áreas del proyecto en Nigeria suroriental están situadas en Mgbakwu cerca de Awka, Estado de Anambra, y en Okwe cerca de de Umuhaia, Estado de Imo. Tradicionalmente, las mujeres de la región suroriental del país han participado mucho más en la agricultura que las del suroccidente, por lo cual se podría haber esperado una mayor participación en esos lugares. Sin embargo, de los 17 agricultores que plantaron árboles de ramoneo en los dos sitios en 1984, sólo dos fueron mujeres. Aunque casi todas las mujeres cultivan la tierra, pocas lo hacen independientemente. Según las encuestas demográficas efectuadas en Mgbakwu y Okwe, ninguna de las mujeres que tenían unidades de producción en las dos aldeas tenían maridos dedicados a la agricultura. Una mujer solamente puede tener y administrar la tierra a nombre de su marido o, cuando son viudas, de sus sus parientes o hijos. Por tanto, para plantar árboles de ramoneo, una mujer debe obtener permiso de su marido o de la familia de él, y parece que ese permiso no es fácil de conseguir.

...Está claro que la cuestión de la «tenencia de la tierra» no puede separarse de la estructura de autoridad familiar, por una parte, y de las modalidades establecidas de cultivo y rotación, por otra. Parecería que, en el sitio suroccidental, el tipo de ocupación y la estructura predominante de oportunidades económicas, más bien que las normas de tenencia en sí, explican la poca participación de la mujer. En el suroriente, lo que parece ser una baja participación de las mujeres es un aspecto de la estructura de adopción de decisiones dentro de la unidad de producción familiar.

Paul Francis, «Land Tenure Systems and the Adoption of Alley Farming in Southern Nigeria», en Land, Trees and Tenure, Ed. J.B. Raintree (Madison y Nairobi: Land Tenure Center and International Council for Research in Agroforestry, 1987), en págs. 176-179

 


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