ANEXO C
Concordancia entre las tecnologías y los usuarios

Este apéndice presenta el perfil general de dos criterios distintos y complementarios para que las tecnologías silvícolas sean concordantes con diferentes tipos de usuarios de la tierra. Pero, antes de presentarlo, la sección siguiente procura esclarecer algunos conceptos erróneos.

C. 1 Algunas dudosas generalizaciones sobre cómo se comporta la gente respecto a la plantación de árboles

La necesidad de intensificar el uso agrícola de la tierra, desalienta la incorporación de árboles en los sistemas de cultivo.

Algunas tecnologías agroforestales (p. ej. barbechos plantados, cultivos mixtos intercalados, cultivos intercalados con setos vivos en hileras) pueden constituir medios para intensificar la producción agrícola.

La mano de obra necesaria para los árboles es baja en comparación con la de otros cultivos.

Algunos sistemas de cultivos agroforestales, como los cultivos intercalados con setos vivos, necesitan más mano de obra por hectárea que los sistemas de cultivos agrícolas más elementales a los cuales prentenden sustituir. Cuando sea válido recomendar esos sistemas como una manera de intensificar la producción agrícola sin enormes inversiones de capital, los rendimientos por hectárea del cultivo agrícola también tenderán a ser mayores. Los rendimientos por día de trabajo pueden ser más altos o más bajos, según el diseño específico y una serie de variables técnicas, cuya comprensión o cuantificación aún no han sido bien logradas para muchas de estas tecnologías. De todos modos, las generalizaciones sobre las necesidades de brazos para “cultivar árboles” no tienen mucho sentido, por cuanto esas necesidades pueden variar tanto entre diferentes sistemas de cultivos arbóreos como varían entre éstos y otros sistemas de cultivos.

Los árboles son convenientes como cultivos comerciales porque pueden cosecharse cuando el dinero es necesario o cuando el agricultor no esté muy ocupado.

Dígaselo a un agricultor que ha plantado árboles frutales. Evidentemente, esto depende del tipo de árbol de que se trate.

Donde la mano de obra agrícola es abundante y las oportunidades para el trabajo no agrícola son escasas, a los pequeños propietarios que desean maximizar la productividad de la tierra les convendría más plantar cultivos agrícolas que árboles.

Esta no fue la experiencia de los que plantaron eucalipto como un cultivo vendible a la industria, en las zonas áridas de la India, donde los cultivos agrícolas de secano que sustituyeron con el eucalipto tenían un valor inferior al de ese árbol. Tampoco coincide con la experiencia de la conversión de cultivos migratorios de barbecho corto a huertos frutales comerciales en Filipinas, que arrojaron mayores beneficios tanto para la tierra como para la mano de obra (Eder 1981). La generalización podría aplicarse a los árboles que rinden productos forestales de poco valor, en zonas donde podrían cultivarse productos agrícolas de alto valor, dada la suficiente mano de obra y/o inversiones de capital, pero no es tan aplicable a los cultivos arbóreos hortícolas.

Las variaciones en la motivación de los usuarios de tierras para adoptar diferentes innovaciones silvícolas pueden predecirse totalmente, con las teorías evolutivas de intensificación del uso de la tierra por la presión demográfica (Boserup 1965, 1981; Greenland 1974; Raintree y Warner 1986).

No lo han dicho aquellos que propugnan las teorías evolutivas de la intensificación, si bien es la posición que les ha sido atribuida tanto por sus defensores como sus opositores. Dichas teorías procuran llamar la atención sobre las características comunes significativas de los patrones de cambio en las modalidades de uso de la tierra. También procura evitar los errores de “incongruencia” más comunes, que se originan en el desconocimiento de estas modalidades de uso (p. ej., recomendando cultivos en franjas donde convendría más utilizar mayores extensiones de tierra). No cabe duda que la presión demográfica es una de las variables motivadoras de las tendencias históricas generales de intensificación del uso de la tierra. Por ello, ejerce una influencia importante sobre las decisiones individuales, pero no es el único factor. Las ayudas para la decisión, basadas en el concepto de “las vías de intensificación”, ofrecen lineamientos generales que pueden orientar al profesional que diseña intervenciones silvícolas para determinar un patrón evolutivo importante. Pero no pueden predecir el comportamiento individual de adopción, tal como la Ley de Boyle no puede predecir el comportamiento de cada molécula de gas. Los lineamientos extraídos de este esquema teórico podrían servir para formular hipótesis de trabajo respecto de “lo que encaja y dónde”, aunque es necesario tomar en cuenta muchísimos otros factores propios de cada situación, antes de presentar recomendaciones.

C. 2 La tierra, la mano de obra y el capital

La plantación de árboles puede constituir un medio para la formación de capital, que sea accesible incluso para los agricultores pobres, pero cuando ellos tengan una tenencia segura de la tierra en la cual se planten los árboles; o, en ciertos casos, solamente la tenencia de los árboles y sus productos. Como una forma de capital, los árboles también pueden sustituir al trabajo, reduciendo así la carga de esfuerzo personal y logrando un equilibrio más favorable de los factores de producción para el pequeño agricultor (véase el Gráfico 2). Comparados con la mayoría de las otras formas de capital, los árboles tienen la ventaja de regenerarse por sí solos.

Por desgracia, las vías de desarrollo basadas en los árboles no siempre son asequibles para quienes podrían sacar el mayor beneficio de ellas. La controversia sobre el eucalipto nos ha alertado acerca de los posibles efectos adversos de la sustitución de mano de obra con el capital, constituido por los árboles, sobre el bienestar de los trabajadores agrícolas sin tierras. Por otra parte, tecnologías como la sericultura de la mora, han demostrado que los cultivos arbóreos intensivos en mano de obra pueden ayudar a crear empleo para la gente sin tierra, cuando se los combina con la elaboración de productos de alto valor agregado en las zonas rurales. En general, cuando la falta de tierras aumenta en relación con la mano de obra disponible, las oportunidades de un desarrollo que absorba mano de obra probablemente se reorientarán de la producción primaria a las actividades secundarias de elaboración, si es que existen condiciones propicias para el desarrollo industrial rural. El establecimiento de vínculos sinergéticos entre la industria rural y los sistemas de producción agroforestal es un campo prometedor para mayores investigaciones sobre cómo absorber el crecimiento demográfico rural.

Gráfico 2. La plantación de árboles como un medio de formación de capital por los pequeños agricultores.
(El tamaño relativo de las flechas indica las proporciones relativas de los insumos respectivos)

Concordancia entre las prácticas silvícolas y los usuarios

Arnold (1987) ha analizado la importancia de las diferentes combinaciones de escasez de tierra, mano de obra y capital, y ha indicado cómo estos escenarios de escasez de dichos factores pueden contribuir a explicar las complejidades de las decisiones que adopta el agricultor en relación con la plantación de árboles. Basándose en un análisis de estudios de caso seleccionados, ofrece las siguientes generalizaciones provisionales respecto de cinco motivaciones discernibles de los agricultores para la incorporación de árboles en sus estrategias de uso de la tierra.

1. para mantener la productividad de la tierra cuando hay escasez de capital y donde la presencia de árboles puede ayudar a sustituir la compra de insumos, fertilizantes y herbicidas, e inversiones en la protección de los suelos y los cultivos;

2. para hacer un uso productivo de la tierra cuando hay escasez de capital y mano de obra y donde los árboles, como cultivos que requieren pocos insumos para su aprovechamiento, constituyen el uso más eficaz de estos recursos;

3. para incrementar la producción de la biomasa utilizable por unidad de terreno cuando hay poca tierra y poco capital, y las combinaciones de árbol/cultivo/ganado permiten un uso mayor de la mano de obra que los otros usos de la tierra;

4. para incrementar las oportunidades de trabajo remunerado mediante el uso de los recursos del campo, a medida que se reduzcan el tamaño del predio y/o la productividad del sitio, hasta un punto en el cual las necesidades vitales del hogar ya no pueden ser satisfechas por la producción de la explotación agrícola;

5. para consolidar la gestión de los riesgos mediante la diversificación de los productos, una mejor distribución estacional de los insumos y productos, y una acumulación de la población de árboles que pueda venderse, cuando sea necesario, para satisfacer necesidades de capital periódicas o imprevistas.

Utilizando estas hipótesis de trabajo como un punto de partida para un conjunto mayor de categorías de usuarios y de opciones tecnológicas, se plantea el siguiente esquema provisional de concordancia.

Cuadro 21. Diez formas de uso de los árboles por los agricultores para apoyar estrategias tendientes al uso óptimo de los recursos disponibles, cuando hay las siguientes limitaciones en los factores. CAP = capital, MDO = mano de obra, TIER = tierra (los puntos indican cuáles factores son escasos y hasta qué grado, 3 puntos = muy escaso).

Un método simplicado de concordancia para zonas agrícolas establecidas

Con dichas perspectivas como antecente, podemos acrecentar la especificidad de las herramientas de concordancia disponibles, a fin de proponer un esquema sencillo de decisión que puede servir de ayuda en la identificación de las tecnologías más significativas. El gráfico 3 pone de relieve las tecnologías silvícolas más prometedoras para diferentes tipos de agricultores (para una explicación de la división tripartita de los agricultores, véase el Cuadro 10, con la cual comienza este árbol de decisión). No se está insinuando que estas tecnologías son las únicas apropiadas, y ni siquiera que las tecnologías identificadas utilizando esta clave siempre serán apropiadas. La clave es útil para generar hipótesis de trabajo como puntos de partida para ensayos sobre el terreno.

Los factores económicos no son los únicos, aunque pueden ser importantes, para definir las expectativas iniciales básicas con las cuales se pueda comparar el comportamiento real y efectivo. Cualquier desviación de las expectativas económicas señala la presencia de otros factores de decisión que deberán investigarse.

C. 3 Vías de intensificación

Consideraciones similares están incluidas en el segundo criterio evolutivo de mayor escala, que presentamos aquí para complementar el criterio microeconómico expuesto.

La teoría de la evolución de los sistemas tropicales de uso de la tierra como una función de la presión demográfica sobre esos recursos, fue elaborada por Boserup (1965, 1981) y Greenland (1974) y proyectada a los recursos agroforestales por Raintree y Warner (1985, 1986). La teoría se basa en la observación muy aceptada de que los agricultores tradicionales son racionales en su toma de decisiones y modificarán su tecnología de uso de la tierra sólo si las circunstancias lo justifican racionalmente. Un conocimiento imperfecto de las alternativas o aspectos “no racionales” de la sistematización de la información (p. ej. “problemas de extensión” en sí, más que problemas de “falta de concordancia” tecnológica) podrían perjudicar la operatividad de la racionalidad económica y disminuir el poder predictivo de la teoría. Esta se aplica, con mayor poder explicativo, a los sistemas de producción tradicional orientados a la subsistencia, y debe aplicarse con cautela a situaciones en las cuales predominan marcadas motivaciones comerciales o de “producción social”, o donde los insumos manufacturados sustituyen a la tierra y al trabajo humano, como los factores de producción críticos.

Teniendo en cuenta esas advertencias, los puntos esenciales de la teoría son los siguientes: En respuesta a una presión demográfica en incremento, no factible de aliviar con la migración, los cambios tecnológicos que permiten mayores rendimientos por unidad de tierras permanentemente cultivadas han tendido a ser concomitantes con menores rendimientos por unidad de trabajo. Por ello, la adopción de tecnologías progresivamente más intensivas en el uso de la tierra y mano de obra deben describirse como una “evolución renuente”. Este proceso es contrario a la tendencia racional de los agricultores que producen para subsistir: p. ej., la resistencia a adoptar prácticas más intensivas mientras haya alternativas de tipo extensivo y menos exigentes de mano de obra para satisfacer sus objetivos de producción. Cuando se les ofrece una selección de opciones para el uso de la tierra con diferentes intensidades de mano de obra, éstos agricultores de subsistencia escogerán, primero, los métodos que requieran menos trabajo para satisfacer sus necesidades de producción, y serán renuentes a adoptar prácticas de mayor intensidad de mano de obra, hasta que la presión demográfica altere el equilibrio tierra-trabajo obligándoles a hacerlo.

El desconocimiento de esta dinámica probablemente causa mayores faltas de concordancia entre la tecnología y el agricultor que cualquier otro factor en los proyectos de desarrollo agrícola con apoyo externo. Tratar de introducir una tecnología técnicamente limpia y ambientalmente sustentable, pero sumamente intensiva en el uso de mano de obra, a agricultores acostumbrados a métodos agrícolas con menor densidad de mano de obra, es como tratar de encajar un palillo cuadrado en un hueco redondo (Raintree 1989).

La manera más sencilla de aplicar este criterio es haciendo un análisis cualitativo sensato del número de operaciones que intervienen para convertir un recurso en un producto. El orden de preferencia normal sería: primero, se recolectaría el producto directamente de la abundante naturaleza, cuando lo hay (p. ej., cuando el producto mismo es un recurso); segundo, sólo cuando la naturaleza deja de proporcionarlo, se invertiría el trabajo adicional para producir el producto, aprovechando los procesos e insumos naturales que ahorran trabajo; finalmente, sólo una vez que los rendimientos han decaído, porque los insumos naturales son insuficientes, se producirán los insumos para producir el producto.

Presuponiendo que los agricultores todavía cuentan con los conocimientos culturales indispensables, los tradicionales preferirán, en general, sacar partido de los procesos naturales (p. ej., utilizando las funciones restablecedoras de la fertilidad ofrecidas por el barbecho para el acondicionamiento del suelo), en lugar de aceptar un método agrícola de tipo “hágalo usted mismo” o “manufacturado” que signifique más trabajo y más cuidados culturales y otros costos de insumos. Los agricultores modernos que no valoran los procesos naturales o que, sencillamente, quieren tener granjas parecidas a las fábricas, no se oponen a un método con muchos insumos, con tal de que sus resultados sean favorables. Pero, para los agricultores tradicionales, con su gran comprensión de que “el proceso es un recurso” (Alcorn 1989), la eficiencia en la agricultura es mayor cuando uno sigue el curso de la naturaleza.

Esto explica por qué una tecnología de gran densidad de mano de obra, como el “cultivo en franjas”, en la cual se emplean los árboles leguminosos para desarrollar un insumo (fertilizante) para los cultivos asociados, no siempre se está adoptando donde se la ha introducido. Es de esperarse que sólo interesará a los agricultores situados en el extremo superior de la secuencia de intensificación.

El Gráfico 4 presenta un esquema general de concordancia de dichas consideraciones para las intervenciones agroforestales más relevantes en los sistemas de agricultura tropical.

Gráfico 4. Vías agroforestales.

Se abren diferentes opciones agroforestales, a partir de las diversas etapas evolutivas de la secuencia principal de los sistemas tropicales de uso de la tierra. El índice R (Josten 1962, Ruthernberg 1971), a la izquierda, nos da una indicación aproximada de las intensidades de uso de la tierra en las etapas que figuran a la derecha (Raintree y Warner 1986).

Fuentes de incrementos productivos

Esta perspectiva lleva implícita el concepto de las fuentes que sirven para incrementar la producción en un determinado sistema de uso de la tierra. Existen, realmente, sólo tres principales posibilidades: 1) ampliación del área de cultivo, 2) incremento de la frecuencia de cultivo (p. ej., reducción del período de barbecho), y 3) incremento del rendimiento por unidad de tierra permanentemente cultivada. El estudio de la FAO “Agricultura: Hacia el Año 2000” estima las contribuciones proyectadas de estas fuentes al crecimiento de la producción agrícola regional para el año 2000 (véase el Cuadro 22). Se puede no estar muy de acuerdo con las cifras, pero las proyecciones son útiles para captar la importancia relativa de las tres diferentes fuentes de incrementos productivos en las tres regiones.

Cuadro 22. Fuentes de incrementos de la producción: contribuciones al crecimiento de la producción agrícola previstas, por región (escenario A). Fuente: FAO (1981)

Las fuentes más probables de incremento de la producción en un sistema determinado de uso de la tierra son relativamente fáciles de diagnosticar. Basta con observar lo que están haciendo los agricultores nuevos, o preguntar a los actuales agricultores lo siguiente: “Si quisiera incrementar la producción, qué haría: ¿conseguirse más tierras para cultivar, desbrozar tierras más extensas y acortar el período de barbecho dentro de su terreno, o tratar de incrementar el rendimiento por hectárea de sus tierras de cultivo permanentes?” Esta información abrirá el camino para una identificación inicial de las eventuales tecnologías silvícolas. Se esperaría que, si todos los demás factores permanecen iguales, el orden de adopción de mejoras en el uso de la tierra seguirá la secuencia general de preferencias, desde las menos intensivas hasta las más intensivas: es decir, desde la ampliación de las tierras de cultivo y el incremento de la frecuencia de cultivo, hasta el aumento del rendimiento por hectárea de las tierras permanenteemente cultivadas.

El Cuadro 23 demuestra cómo los árboles pueden contribuir, utilizando varias tecnologías agroforestales, al objetivo de incrementar la producción en cada uno de estos escenarios, tanto indirectamente, mediante funciones de servicio dentro de los sistemas de cultivos agrícolas, como directamente, mediante varias alternativas de cultivos arbóreos. También se indica el potencial para generar puestos de trabajo en un cuarto nivel de intensificación, por medio de la industria rural elaboradora de productos agroforestales.

Cuadro 23. La agroforestería como una fuente virtual de mayor producción y empleo. Adaptado de Rocheleau y Raintree (1986).

El siguiente cuadro amplía el esquema presentado en el Cuadro 23 y presenta mayores detalles sobre los criterios utilizados para lograr que las tecnologías agroforestales concuerden con determinados nichos en el paisaje dentro de los sistemas de uso de la tierra. Estas sugerencias deben considerarse de carácter provisional hasta que hayan sido convalidadas por la experiencia en el campo. Véase Raintree (1989) para un examen más detallado de los criterios de decisión.

Cuadro 24. Sistemas de uso de la tierra e intervenciones agroforestales oportunas.
(Véase la explicación de los valores asignados al uso de la tierra en la parte inferior del cuadro)