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Capítulo 2 - La agricultura migratoria como una estrategia para el manejo de los recursos

Contra la opinión de que la agricultura de «corte y quema es antieconómica y causa el deterioro del medio ambiente», puede afirmarse que los cultivos migratorios parecen constituir el método más efectivo para hacer frente a las realidades ecológicas del bosque tropical (Cox y Atkins 1979). Históricamente, la agricultura migratoria no se ha limitado al trópico. Desde el período neolítico, las comunidades agrícolas de todo el mundo la han utilizado para cultivar el monte. A medida que los primeros agricultores pasaban por Asia, Europa, Africa y América, iban desbrozando los bosques y creando campos de cultivo. El sistema de corte y quema se seguía empleando, hasta hace poco, en los bosques de abeto falso en Europa del Norte (Cox y Atkins 1979; Russell 1968; Ruddle y Manshard 1981). Se continúa empleando en el trópico debido a las limitaciones inherentes al medio ambiente de la región.

La agricultura migratoria es una respuesta a las dificultades existentes para el establecimiento de un agroecosistema en el bosque tropical. El ecosistema tropical, se caracteriza por sus suelos generalmente poco fértiles pero variados y por una gran diversidad de flora y fauna, suministrando pocos nutrientes pero muchas posibles especies que compiten por los cultivos alimentarios. Al cortar el bosque y quemar los árboles talados, el agricultor de corte y quema utiliza un «impulso de energía artificial» que elimina las especies en competencia y concentra los nutrientes «para trasladar ... brevemente el flujo de energía hacia los cultivos alimentarios» (Odum 1971; también Bodley 1976). Se trata de la manipulación activa de una parcela del bosque y de su conversión en una sucesión más abierta y más útil para el agricultor (Rambo 1981: 36: véase también Olafson 1983:153).

Agricultura migratoria: activa manipulación de una parcela del bosque.

Sin embargo, el caso de los agricultores que practican el sistema de corte y quema integral representa sólo una intervención temporal en el ecosistema forestal. La sucesión natural puede recomenzar y, muchas veces, estas prácticas contribuyen activamente al restablecimiento final del bosque (Odum 1971; Bodley 1976; Denevan y Padoch 1988a). La forma de agricultura migratoria practicada por los agricultores de corte y quema integral no destruye el bosque, sino que lo reemplaza con una serie sucesoria de rebrotes que resulta más productiva para este agricultor que el bosque original (FAO 1978).

Los diferentes sitios de cultivo en distintas áreas y en diversas etapas de rebrote crean variedad de ecozonas (Nations y Nigh 1978). Esto permite cosechar varios cultivos, recolectar plantas silvestres y, puesto que la mayor abundancia de fauna y flora silvestre está presente donde hay la mayor diversidad de hábitats, también mejora la caza (UNESCO/PNUMA 1978:461). Si se pierde una cosecha, el bosque y las ecozonas creadas sirven como reserva de alimentos (Warner 1981; Nations y Nigh 1978).

La estrategia de los agricultores de corte y quema está de acuerdo con la teoría del juego de simulación: como personas que toman las decisiones, ellos determinan cuánto trabajo debe aportarse a cada uno de los varios subsistemas para obtener «los mejores rendimientos, según tal o cual circunstancia» (Smith 1972: 421-22). Debido a que estos agricultores no utilizan sólo el subsistema agrícola, como los agricultores migratorios, algunas veces se los conceptúa como agricultores «a tiempo parcial»; de hecho, ellos también cazan, pescan y recolectan productos silvestres para el mercado (FAO 1970). Esta estrategia de nichos múltiples, en la cual la agricultura se combina con la caza, pesca y recolección, y se invierte mano de obra según las necesidades, crea un agroecosistema que puede resultar sumamente productivo, estable y sustentable. Si falla un subsistema, puede intensificarse la utilización de otro subsistema para suplir las necesidades de alimentos (Warner 1981). A veces el subsistema agrícola puede dejar de ofrecer seguridad alimentaria por la escasez de tierras o su degradación, en cuyo caso la pesca y recolección podrían constituirse en el elemento central de las actividades de subsistencia (véase Nietschmann 1973).

LA AGRICULTURA DE CORTE Y QUEMA Y LOS SUELOS TROPICALES

A medida que se ha ido aprendiendo más sobre los suelos tropicales, ha habido un mayor reconocimiento a la agricultura migratoria que representa «adaptaciones ingeniosas a condiciones ambientales desfavorables, basadas en un conocimiento sorprendentemente completo de la ecología y de la capacidad del suelo» (Allan 1972a: 217). Mil millones de hectáreas se encuentran en las sabanas y casi todas están en el mundo en desarrollo (IBSRAM 1987). Las tierras tropicales húmedas del agricultor migratorio son de suelos ácidos.

«El eje de cada sistema agrícola» está constituido por técnicas eficaces para restablecer la fertilidad de los suelos. Los agricultores de corte y quema del trópico han desarrollado una técnica que funciona: utilizan y conservan el bosque para restablecer la fertilidad de los suelos (Benneh 1972: 325). En tanto reconoce que la vegetación viva es la fuente de los nutrientes que sustentan los cultivos, el agricultor migratorio integral demuestra una marcada preferencia por sitios que contienen bosques maduros en pie, ya sean «primarios» o «secundarios» bien establecidos (Dove 1983a; Allan 1965; Rambo 1981 a; Rambo 1983; Posey 1983). Luego de la quema se incrementan los nutrientes para los cultivos, pero enseguida comienzan a disminuir, probablemente debido a la lixiviación y erosión (Andriesse 1977: 12-13; Nye y Greenland 1960 y 1964). Nye y Greenland (1964:102) encontraron que los suelos en el campo sometido al corte y quema eran sumamente heterogéneos a causa de la madera caída, los montículos de termitas y la distribución irregular de las cenizas resultantes de la quema. Estas variaciones formarán los micrositios donde estos agricultores plantarán los diferentes cultivos, conocedores de cuáles requieren el beneficio de suelos fértiles y cuáles no serían afectados por suelos poco fértiles. Una vez concluido el ciclo de cultivo (generalmente de 1-4 años), el campo se deja en barbecho, aunque los cultivos arbóreos se podrían seguir cosechando durante varios años. Si el sitio reposa durante el tiempo suficiente, recuperará su fertilidad; si se lo utiliza muy pronto, podría iniciarse el proceso de deterioro.

Puede ser difícil reconocer la degradación, especialmente si es gradual y se prolonga durante varias generaciones. Tratándose de los agricultores de corte y quema, es especialmente difícil porque «parecen ser tan autárquicos y tan bien integrados con su medio ambiente» (Street 1969:106).

En un estudio que procuraba correlacionar la utilización de un terreno con la fertilidad del suelo, la frecuencia de explotación tenía un efecto preponderante en la fertilidad del suelo. Arnason et al. (1982) estudió dos campos mayas, los cuales tenían el mismo complejo de cultivos (el maíz como cultivo básico). Un terreno había sido utilizado para cultivos migratorios durante 100 años, con un período de barbecho de 5 - 15 años. El otro campo no se había utilizado durante 50 años. Los rendimientos fueron casi el doble en el terreno que había sido dejado en barbecho durante 50 años. Se constató que el fósforo era el elemento nutriente limitante. Es interesante observar que, en el estudio de Arnason, los agricultores de corte y quema dejan los campos en barbecho después de tres años, no porque reconocen que hay una pérdida de fósforo, sino porque deben intensificar el uso de mano de obra para deshierbarlo.

Esto significa que cuanto más prolongado sea el barbecho, mejor será la recuperación del suelo. El sistema será sustentable, siempre que se mantengan los barbechos prolongados. La reconstitución del suelo mediante el barbecho es una respuesta de los agricultores de corte y quema a la necesidad de producir alimentos sin recurrir al estiércol, fertilizantes o depósitos aluviales (Greenland 1974:5). El sistema funciona con un barbecho prolongado; pero si se acorta el tiempo de barbecho, la fertilidad del suelo disminuye (véase el Cuadro 1).

Cuadro 1. Modelo de la dinámica del ecosistema forestal tropical con la agricultura de corte y quema

LA MOVILIDAD Y EL MANTENIMIENTO DEL BOSQUE

La preservación del bosque no solamente es necesaria para futuros campos de cultivo, sino también para obtener alimentos y animales de caza, materiales de construcción, plantas y animales medicinales, etc. Todos o algunos de ellos podrían mostrar deterioro o merma, antes que los períodos de barbecho se hagan demasiado cortos como para permitir la reconstitución de los suelos.

Cuando el agroecosistema se deteriora, los agricultores migratorios responden movilizándose. Esto no significa que ellos sean realmente los «nómadas» de antaño. Hay una gran variación en la movilidad de estos agricultores: algunos grupos talan el bosque según la tradición de los pioneros integrales referidos por Conklin, y se desplazan frecuentemente a nuevos sitios para construir sus caseríos (Kunstadter y Chapman 1978); otros viven en caseríos permanentes y hacen viajes anuales a través de los bosques para cazar, a gran distancia de sus caseríos (véase Posey 1983:1985). Puesto que los caseríos son casi siempre pequeños (50 a 250 personas) y están dispersos, la densidad poblacional sigue siendo pequeña (Harris 1972: 1973). Si la población no aumenta, la mayoría de estos grupos puede permanecer dentro de un área pequeña durante largo tiempo, o puede hacerlo hasta que sus terrenos se reducen debido a que las áreas en barbecho son clasificadas como reservas forestales o concesiones madereras.

Pero no es raro que las personas, familias y, a veces, caseríos enteros se desplacen por motivos que no son económicos. En algunas sociedades los hombres salen de su pueblo natal para encontrar esposa y asentarse en ese lugar (Warner 1981) o parten en viajes que duran años (Dove 1983). Las familias pueden movilizarse entre caseríos o aldeas para escapar de relaciones tensas entre personas o para dedicarse a largas visitas a los parientes. Pueden abandonar sus casas, e incluso sus aldeas, si han ocurrido muertes. Hoy en día, muchas personas pueden estar destinadas al reasentamiento por acción de agentes externos (generalmente por el gobierno o una empresa comercial).

VARIACIONES EN LOS SISTEMAS DE CORTE Y QUEMA

Aun dentro de las mismas regiones, los agroecosistemas de corte y quema varían respecto a la importancia que se atribuye a diferentes subsistemas de subsistencia. En algunos sistemas de corte y quema la pesca es importante, mientras que en otros lo importante es la recolección. Los huertos caseros, si los hay, pueden ser desde sumamente productivos a virtualmente inexistentes. Aunque hay variaciones en los subsistemas, todos ellos comparten la estrategia de tener subsistemas potenciales que pueden intensificarse como sea necesario. Estos subsistemas podrían utilizarse solamente cuando los otros no dan resultado. La recolección en el bosque constituye un subsistema común, pero la intensidad de recolección puede variar de acuerdo con las necesidades. Si la cosecha de cultígenas (plantas cultivadas) es buena, los alimentos recolectados del bosque podrían consistir únicamente en frutas, legumbres o «bocadillos». Pero si la cosecha de cultígenas es insuficiente puede intensificarse la recolección, e incluir alimentos básicos (raíces silvestres, sago, etc.), así como más frutas y legumbres para sustentar al grupo hasta la próxima cosecha de cultígenas (Warner 1981).

La combinación de variabilidad estratégica y de respuesta al entorno biológico, físico y sociocultural crea todo un potencial de diversos agroecosistemas de corte y quema. Estos agricultores pueden sembrar raíces comestibles o cultivos que producen semillas, o ambos. Los campos pueden utilizarse de 1 a 4 años, dejándolos con un barbecho cultivado o con unos pocos cultivos de raíces comestibles; los campos pueden permanecer en reposo por 5, 10 y 25 años, o indefinidamente. Los campos pueden ocupar desde una décima de hectárea hasta muchas hectáreas y estar dispersos o contiguos. Estos terrenos de corte y quema pueden utilizarse para completarla caza y pesca o para producir cultivos complementarios cuando los agricultores cuidan, principalmente, de sus campos permanentes. La fuerza de este agroecosistema reside en esta variedad y flexibilidad (Ruddle y Manshard 1981:74).

CONSERVACION DEL AGROECOSISTEMA

Para sobrevivir el bosque tropical tiene que utilizar los nutrientes que están presentes en la comunidad biótica. Los agricultores de corte y quema emplean la misma estrategia. El corte y quema crea un sistema de «descomposición acelerada» que produce la secuencia general de flujo de nutrientes en el bosque tropical. En lugar de contar con la descomposición natural del bosque tropical que produce nutrientes, este agricultor «acelera la descomposición natural quemando los campos rozados y talados». Por cuanto la descomposición acelerada es menos eficiente que la natural y conlleva la pérdida de muchísima energía, la fertilidad de los suelos disminuye rápidamente (Ruddle y Manshard 1981:75). Por ello se vuelve necesario dejar las tierras en barbecho para que puedan recuperar su fertilidad.

La agricultura migratoria/de barbecho se considera ecológicamente correcta siempre que se puedan mantener los barbechos forestales (Moran 1981:54). El barbecho forestal, también llamado «barbecho largo», se practica cuando el campo desbrozado y plantado puede regenerarse hasta llegar a ser un monte «alto». Tradicionalmente este método de corte y quema, practicado por los agricultores integrales, era el más común en la zona tropical húmeda. Cuando los campos son pequeños las tierras pueden «recuperarse rápidamente», como sucede en los claros naturales de los bosques, y hay una rápida regeneración. El bosque circundante sirve como una fuente de semillas para el sitio y también lo protege de los vientos y la erosión, tal como protegió el campo cultivado (UNESCO/PNUMA 1978:476). Las especies de los bosques pluviales no pueden regenerarse fuera del bosque. Utilizando campos pequeños y guardando «trozos del bosque original» para la resiembra, el agricultor integral de corte y quema está administrando activamente la regeneración del bosque (Clarke 1976:250; Gómez Poma et al. 1972).

El agricultor de corte y quema también utiliza otras técnicas de manejo que favorecen la regeneración forestal. Muchos grupos de estos agricultores practican el «deshierbe selectivo» mientras el campo está cultivado. Recortan las plantas herbáceas y arbustivas que formarán parte de la sucesión deseada, pero no las desarraigan, y una vez que ha disminuido la cosecha de cultígenas permiten que las plantas crezcan de nuevo. En lugar de talar y quemar los árboles, los recortan para que rebroten y se reintegren a la sucesión. Incluso podrían no cortar los árboles que son más preciados para protegerlos. Con plantas y árboles ya establecidos el bosque puede regenerarse rápidamente. El agricultor de corte y quema no siente la compulsión de mantener el campo «limpio» y con grandes espacios de suelo expuesto. Más bien, al contrario, reconoce que los suelos desnudos serán arrastrados por el agua o por el viento (Clarke 1976; Ruddle y Manshard 1981). Un campo de corte y quema no es un campo de hileras y surcos, sino un campo de espacios llenos.

La mantención del ecosistema crea diferentes etapas de reproducción natural que brinda una mayor diversidad de ecozonas para animales. Dado que los bosques secundarios tienen una mayor capacidad de carga para los animales silvestres que los bosques primarios, un bosque creado y aprovechado antropogénicamente mejora el subsistema de caza y fortalece el agroecosistema (Vos 1978: 16, véase también Peterson 1981).

La agricultura de corte y quema como una forma de bosque

La agricultura de corte y quema con barbechos prolongados recrea la diversidad, complejidad y utilización de la biomasa para la obtención de los nutrientes que existían en el bosque. Se ha empleado el término estructuras alternativas semejantes a los bosques (EASB) para describir la «resonancia» entre el bosque y el campo de corte y quema. Los agricultores de corte y quema recrean activamente el bosque en sus campos para «preservar, con alguna estabilidad, las relaciones análogas entre el ciclo de cultivo y el ciclo natural, y para reponer las especies silvestres con especies domesticadas que ocupan los mismos «nichos funcionales y estructurales que sus predecesores silvestres» (Olafson 1983: 153 citando a Oldeman 1981:81). En algunos grupos que practican esa agricultura, la frontera entre el bosque y el campo cultivado puede perder su nitidez a medida que especies forestales se plantan en el campo de cultivo y las especies domesticadas se plantan en el bosque (Olafson 1983:155 citando a Schlegel 1979).

Los agricultores son conscientes de la necesidad continua de variedades disponibles para los micrositios en sus campos.

Esta interpretación de la agricultura de corte y quema encaja muy bien con el análisis del agroecosistema, donde la agricultura no se considera un sistema separado del ecosistema sino que forma parte de él. Si la agricultura de corte y quema refleja lo que es el bosque, entonces cumple el principal requisito de ser un buen agroecosistema; quienes la practican toman en cuenta la biología del lugar y tratan de perturbarlo lo menos posible, permitiendo, a la vez, su periódico restablecimiento. La agricultura de corte y quema integral modifica «determinados elementos constitutivos del bosque» pero conserva su «régimen global». En ello difiere de otros usuarios de los recursos naturales, que transforman las «comunidades bióticas generalizadas en comunidades más especializadas» (Ruddle y Manshard 1981:75). En condiciones ambientales difíciles, el agricultor de corte y quema, de barbecho prolongado, ha sido capaz de desarrollar un agroecosistema que conserva su riqueza natural y logra la sustentabilidad.

En vez de definir la agricultura de corte y quema con una lista descriptiva, es más conveniente considerarla como un conjunto de estrategias para un agroecosistema que evolucionó en respuesta a determinadas condiciones ambientales. Su diversidad es muy valorada dado que los agricultores son conscientes de la necesaria correspondencia entre las variedades disponibles y los micrositios en sus campos de cultivo. La diversidad genética se mantiene mediante una combinación de selección natural y preferencia humana. La selección natural determina cuáles variedades podrán prosperar en un lugar húmedo, accidentado, durante un año lluvioso o un año seco, etc. La preferencia humana interviene por medio de decisiones sobre cuáles variedades se guardarán para semillas y cuáles se dejarán de utilizar.

Los agricultores experimentan; ensayan diferentes variedades de cultivos así como cultivos nuevos, y los prueban en diferentes condiciones (Johnson 1972; Manner 1981; Warner 1981). Pero existe el riesgo de que esa experimentación generalmente sea limitada y sólo comprometa un pequeño componente del agroecosistema; por ejemplo, plantando un nuevo cultivo, o una nueva variedad de un cultivo familiar en una pequeña parte de un terreno además de, y no en lugar de, las variedades más conocidas. Haciendo una analogía aparte con los bosques, aunque un simple cultivo o variedad de cultivos en un campo de alta diversidad pudiera no tener un área tan productiva como si se plantara un monocultivo, la diversidad de variedades y cultivos crea un sistema donde aun si algunos cultivos son atacados por plagas o enfermedades, otros sobrevivirán (Manner 1981).

Campos de cultivo múltiples

Hay diversidad no solamente en cuanto a variedades y cultivos, sino también en cuanto al número de campos cultivados. Es algo común que los campos cultivados en años anteriores estén en producción mientras se prepara un campo nuevo. Por ejemplo, en la Amazonía el sistema se basa en cultivos perennes a los que se van agregando nuevos campos cada año. Este sistema permite cultivar muchos campos, cada uno de los cuales está en una etapa de sucesión diferente (Denevan et al. 1984). Un hogar dedicado a la agricultura de corte y quema tendrá muchísimas opciones para obtener el nivel de diversidad deseado. Puede utilizar varios campos individuales, en cada uno de los cuales practicará una modalidad de cultivo distinta: algunos campos se dedicarán al monocultivo, mientras que otros tendrán una gran diversidad de cultivos. Incluso puede haber un sistema de campos de corte y quema con monocultivos simultáneamente con varios huertos caseros (Eden 1988).

Un hogar que tenga más de un campo de cultivo en diferentes microambientes puede maximizar la diversidad y las opciones; por ejemplo, cortando un bosque secundario para formar un campo y cortando un bosque primario para otro campo (Warner 1981, Dove 1983). Cada campo puede ser pequeño, pero una familia que cuenta con pequeños campos en diferentes áreas está diversificando los riesgos, a fin de minimizar «la posible pérdida de sus cosechas debido a inundaciones, plagas animales y enfermedades» (Nietschmann 1976:145). Si los animales destruyen un campo, quizás no destruyan otro; o si las inundaciones arrasan un campo, otro podría sobrevivir para la cosecha.

En Africa, el barbecho rotacional es normalmente un sistema de campos múltiples. Comprende campos caseros y campos de «afuera» o «lejanos». Los campos de afuera son los que están más alejados del caserío. Tradicionalmente se los cultiva por muy poco tiempo, para luego dejarlos en barbecho durante muchos años. El tiempo de barbecho es mayor que el período de cultivo. Los campos caseros son los más cercanos al caserío y suelen cultivarse durante períodos más largos, con etapas de barbecho más cortos; en algunas partes se convierten en huertos caseros de cultivo intensivo. Además, se utilizan pequeñas extensiones «húmedas» para los cultivos de estación seca y «sitios caseros antiguos, cuyo nivel de fertilidad es superior al promedio», para los cultivos que requieren mayores cuidados (Greenland 1974:7).

Cuanto mayor sea la diversidad y la composición del agroecosistema de corte y quema, mayor será su estabilidad. Mediante una combinación de varios cultivos, distintas variedades y diferentes campos de cultivo, el agricultor de corte y quema procura desarrollar un sistema más estable y sustentable, a fin de alcanzar la seguridad alimentaria.

LA DINAMICA DEL AGROECOSISTEMA: EL DESARROLLO DE UN SISTEMA AGRICOLA LOCAL

En las zonas tropicales húmedas los agricultores migratorios pertenecen a tribus. En la Amazonía y el sudeste asiático, estos agricultores se encuentran en desventaja porque las tribus son minorías en esas regiones y, por lo general, no tienen poder político ni una tenencia segura de la tierra. Se les califica como gente primitiva, destructiva y como un obstáculo para el progreso. En Africa todos pertenecen a una tribu, pero determinadas tribus pueden ser más poderosas o menos poderosas en su nación. El pertenecer a una tribu africana significa formar parte y no permanecer apartado de la gran colectividad. Los derechos de tenencia de la tierra varían según su anterior experiencia colonial o las actuales adjudicaciones de tierras. Pero, generalmente, y a diferencia de sus similares en el sudeste asiático y en la Amazonía, los agricultores africanos en las áreas tribales habrán tenido en el pasado, sino en el futuro, un usufructo bastante seguro de la tierra, si no la propiedad de la misma.

En estas tres regiones los agricultores migratorios están practicando un sistema de agricultura tradicional. Sus prácticas agrícolas son autóctonas, se han «originado en el pasado», «emplean productos propios y técnicas propias del lugar» y han «evolucionado hasta su estado actual como resultado de la interacción entre las condiciones culturales y ambientales de una región» (Gleissman 1985:57). Esto presupone que el agricultor tradicional forma parte de una comunidad, que ha residido en una región por muchos años (los suficientes para haber desarrollado un agroecosistema) y que utiliza recursos propios y no insumos importados (Padoch y de Jong 1987: 179, Padoch y Vayda 1983, Wilken 1972).

Su adaptación al entorno inmediato no significa que el agricultor no sea innovador y esté atado a métodos inmutables «provenientes de la experiencia individual y social» (Wilken 1973). Dicha interpretación hace caso omiso a la dinámica de adaptación de una comunidad a su medio ambiente, especialmente tratándose de los agricultores migratorios. Aunque cuentan con sus propios materiales y fuentes de energía y el conocimiento técnico de la comunidad, esto no significa que sean reacios a probar algo nuevo (Padoch y de Jong 1987). Ciertamente, ninguna «comunidad agrícola tradicional» está haciendo hoy lo que hizo antes otra generación. Una comunidad estable no es una comunidad estática, sino mas bien una que es capaz de adaptarse a nuevas condiciones. Estas comunidades no se debilitan con los cambios. En algunos casos, como la introducción de nuevos cultivos, pueden mejorar los sistemas de abastecimiento e incrementar la estabilidad de la comunidad.

Desarrollo del repertorio de cultivos tropicales

Nuevos cultivos han sido introducidos en todas las regiones del mundo. En lo que a la zona tropical húmeda se refiere, la época empleada como referencia es 1500 D.E., cuando se inició el encuentro entre las Américas y el Viejo Mundo. En ese entonces, los principales cultivos básicos domesticados en Sudamérica eran: mandioca, maíz, batatas y patatas (en la sierra). En Centroamérica se cultivaba el maíz, generalmente junto con frijol y calabaza. Antes de 1500, en esta región el maíz se había extendido hacia el norte y el sur, la mandioca hacia el norte y hacia el Caribe. En Africa las tierras húmedas producían ñame, arroz autóctono, mijo y sorgo y, en algunas regiones, plátano y banano (originarios de Asia sudoriental). En el sudeste asiático el principal cultivo domesticado era el arroz, pero también había mijo, sorgo, ñame, plátano y banano. Esta lista contiene solamente los principales productos y excluye otros, tales como las varias leguminosas, legumbres, especies, etc., que hacia 1500 habían sido difundidas a grandes distancias de su lugar de origen. Los agricultores movilizaron esos cultivos.

Una mirada a los cultivos del agricultor migratorio de hoy, sembrados con el método de corte y quema, revela una enorme voluntad de innovar y experimentar. Para la mayoría de los grupos de la Amazonía la mandioca sigue siendo el alimento básico, pero también están cultivando maíz, plátano y banano (los que en algunos grupos han sustituido a la mandioca como el principal alimento), ñame y arroz . En el sudeste asiático el arroz sigue siendo el alimento preferido, pero se produce menos mijo y sorgo. En toda la región se cultivan los siguientes productos: maíz (que en algunas regiones se ha convertido en el alimento básico), mandioca, ñame y batata. En Africa, el maíz, mandioca, batata, ñame, y la mayor difusión del plátano y banano, han desplazado a muchos de los productos «tradicionales» o han mermado su importancia.

Esta difusión de plantas por todo el mundo ha permitido que el agricultor de una comunidad aislada llegue a tomar parte en la transformación global de los sistemas de cultivo. Así, se ha ampliado el repertorio de plantas y se ha creado la posibilidad de una mejor correspondencia entre los cultivos y los micrositios dentro de un campo de cultivo. También en muchas regiones se ha expandido la cantidad de tierra de labranza utilizable; las tierras que eran demasiado húmedas o secas o demasiado infértiles para las plantas nativas podían plantarse con nuevos cultivos que prosperarían en esas condiciones. En algunos lugares, la mayor productividad de los cultivos introducidos permitió la reestructuración del trabajo familiar para incluir nuevas actividades económicas o, como sucedió en Africa, contribuyó a compensar la falta de mano de obra, resultado del éxodo de la población masculina. La inclusión de nuevos cultivos en los sistemas de agricultura migratoria permitió que el agricultor fuera más productivo y que el agroecosistema fuera más estable y sustentable, al paso que se iba adaptando a las variaciones del microambiente y de los micrositios.

Una familia que desmenuza las raíces de mandioca para hacer harina (Vietnam).

Utilización de los procesos naturales

Aunque los diferentes grupos de agricultores de corte y quema podrían explicarlo de manera diferente, dentro de su propio contexto cultural, es evidente el uso de procesos naturales en todo el trópico. El agricultor migratorio reconoce que los procesos naturales de los trópicos pueden utilizarse como un recurso natural. El manejo de los recursos naturales se basa en el mantenimiento de «determinados procesos naturales encaminados a obtener determinados "productos" como resultado de esos procesos» (Alcorn 1989:64). En lugar de gastar enormes cantidades de energía para erradicar o superar los procesos naturales de su medio ambiente, el agricultor de los trópicos utiliza el proceso natural disponible para su propio fin. A diferencia de sus similares de clima templado, el agricultor de los trópicos no tiene los medios para olvidar el proceso natural de su entorno. Los conocimientos técnicos tropicales están centrados en cómo se puede trabajar con, más que tratar de superar, los procesos naturales inherentes a un período vegetativo de duración anual y a una rápida sucesión resultantes de la gran precipitación pluvial y las altas temperaturas de esa región (Alcorn 1989:69).

Los procesos naturales se prolongan más allá de una sola temporada de cultivo y , concomitantemente, la percepción del agricultor de corte y quema respecto a sus condiciones ambientales se proyecta al futuro. La percepción de la sucesión agrícola trasciende una temporada para pasar a la siguiente generación, a medida que avanza el proceso de reproducción natural ayudado y manipulado por el agricultor. Esta manipulación ha creado bosques antropogénicos en todo el trópico (véase Balée 1989, también Jorgensen 1978).

Esto no significa que un agricultor de corte y quema pueda explicar los procesos de sucesión o la ecología forestal y el flujo de nutrientes en el bosque tropical. Sus conocimientos podrían cifrarse en una creencia religiosa (p.ej., que los espíritus se enojarían si se hacen o se dejan de hacer ciertas cosas), en la analogía (p.ej., el bosque es como un padre), o en apreciaciones científicamente erróneas (p.ej., las semillas no se desarrollarán si canta cierto pájaro). La explicación específica puede no tener sentido fuera de tal o cual cultura, aunque sí funciona el sistema de conocimientos. No importa que el conocimiento se cifre en una religión o mito, lo importante es que los agricultores migratorios comprenden y utilizan los procesos naturales de la zona tropical húmeda para conservar, y no degradar, la base de sus recursos.


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