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CAPITULO 4 - ASPECTOS SOCIOECONOMICOS FORESTALES Y DE LA SEGURIDAD ALIMENTARIA


4.1 EL PAPEL DIETETICO DE LOS ALIMENTOS DE ORIGEN FORESTAL
4.2 LOS CAMBIOS EN LA DIETA
4.3 LA LEÑA Y LA NUTRICION FAMILIAR
4.4 SILVICULTURA Y ENFERMEDAD
4.5 RELACION ENTRE EL INGRESO, LA OCUPACION Y LOS BOSQUES
4.6 EL CULTIVO DE ARBOLES: SU CONTRIBUCION A LA SEGURIDAD ALIMENTARIA FAMILIAR
4.7 TENENCIA DE LA TIERRA Y SEGURIDAD ALIMENTARIA
4.8 RECURSOS DE PROPIEDAD COMUNITARIA: COMO PROTEGER LA SEGURIDAD ALIMENTARIA FAMILIAR

En los dos capítulos anteriores hemos identificado algunos de los servidos y productos forestales que contribuyen a la seguridad alimentaria: los árboles y los bosques proporcionan un apoyo estratégico a la producción agrícola y suministran alimentos y forraje. Además, suministrando alimento, sirven incluso como fuente de ingresos y capital- parte del cual puede ser utilizado para comprar alimentos o puede ser invertido en la producción futura de los mismos.

Este capítulo trata los aspectos socioeconómicos y la contribución de los bosques a la seguridad alimentaria familiar. Explora la dinámica de cómo contribuyen a ella los bosques examinando cómo los hogares emplean los recursos forestales y las huertas de árboles y bajo cuáles circunstancias lo hacen. También examina cómo cambian estos usos.

A pesar de que se han realizado pocos estudios centrados específicamente sobre las políticas de seguridad alimentaria, se pueden esbozar algunas de las relaciones principales que están involucradas en ellas. Respecto a la seguridad alimentaria, los recursos forestales y los árboles sirven para complementar la comida existente y el ingreso, para suplir carestías estacionales de alimentos y de ingresos y, asimismo, para suministrar insumos estacionales agrícolas esenciales y ayudar a reducir el riesgo y disminuir los efectos de una sequía y de otras situaciones de emergencia semejantes.

Sin embargo, el cuadro emergente no es uniforme. Los árboles y los montes tienen un papel mucho mayor en algunas comunidades que en otras. Por ejemplo, los bosques parecen tener una importancia fundamental para los pobres de las zonas rurales. Este cuadro tampoco es estático; en casi todas partes se están desarrollando modelos de explotación del cultivo de árboles y de los bosques como respuesta a los cambios en las condiciones, a las nuevas presiones y a las nuevas oportunidades.

4.1 EL PAPEL DIETETICO DE LOS ALIMENTOS DE ORIGEN FORESTAL


4.1.1 Los alimentos de origen forestal como complemento de la dieta
4.1.2 Los árboles y los montes como recursos alimentarios estacionales
4.1.3 El papel de los alimentos de origen forestal en las emergencias

El último capítulo hizo hincapié en la gran variedad de alimentos de proveniencia arbórea y forestal que se consumen. Estas fuentes alimentarias representan una parte estable en la dieta de gran número de personas del Tercer Mundo. Sin embargo, raramente constituyen los alimentos básicos de la dieta pero a menudo complementan significativamente la diversidad global y la calidad de la misma. En muchas comunidades agrícolas éstas dependen de los alimentos provenientes de los bosques o de los árboles durante la estación del hambre antes de que madure la siguiente cosecha. Además, tradicionalmente, los bosques han constituido siempre una fuente de alimentación durante los períodos de emergencia, cuando no se puede disponer de otros alimentos.

4.1.1 Los alimentos de origen forestal como complemento de la dieta

Para algunas comunidades los productos forestales son el componente principal de su dieta, los que aportan la mayor parte de los requerimientos nutricionales. Sin embargo, esto representa una excepción y abarca principalmente los escasos grupos de cazadores-recolectores que aún existen en las zonas boscosas. Para la gran mayoría de la gente, el papel de los alimentos de proveniencia forestal es sólo complementario; dichos alimentos añaden variedad a las dietas, mejoran el gusto de las mismas y proveen minerales y vitaminas esenciales. A pesar de que las cantidades consumidas pueden no ser grandes comparadas con las de los principales cereales, a menudo representan un componente esencial de las dietas, que sin ellos serían monótonas y escasamente nutrientes. La diversidad en la dieta es un elemento sumamente importante del bienestar nutricional, en parte debido a que gracias a ella se consumen más nutrientes esenciales y también porque mejora el gusto de los cereales y, de este modo, estimula un mayor consumo de alimentos.

A menudo, los productos forestales, tales como las hojas y los animales silvestres, se añaden a las sopas y a las salsas que acompañan a los cereales. Por ejemplo, los peuhls de Senegal consumen todo el año las hojas del Boscia senegalensis en las salsas que acompañan su cereal básico (Becker, 1983). Los productos alimenticios de origen forestal a menudo son ahumados o deshidratados, o se los hace fermentar, rindiéndolos así disponibles durante largos períodos; de este modo ayudan pues a asegurar un suministro de alimentos durante todo el año.

Los alimentos de los bosques, especialmente frutas e insectos, se usan más frecuentemente como bocadillo. La mayor parte de los estudios sobre nutrición concentran la atención sobre los principales alimentos del día e ignoran en cambio lo que se come entre las comidas principales. Por eso existe poca información sobre la difusión de los bocadillos o sobre el valor nutricional de los mismos.

El término "bocadillo" implica que su papel es en cierto modo secundario. Sin embargo, algunos estudios sugieren que a menudo se comen grandes cantidades de ellos. Frecuentemente, por ejemplo, la gente come fruta entre comidas o mientras trabaja, pastorea, cosecha o siembra los campos. Un estudio llevado a cabo en Swazilandia encontró que algunos tipos de frutas son sobre todo apreciados por los niños, quienes las comen al ir a la escuela y al regresar de ella (Ogle y Grivetti, 1985).

4.1.2 Los árboles y los montes como recursos alimentarios estacionales

Algunos alimentos de los bosques, especialmente las verduras de hoja y los animales silvestres, son consumidos durante todo el año en los hogares rurales. El uso más extendido de los alimentos de origen forestal, es el de cubrir la escasez estacional. Muchas comunidades agrícolas sufren carencias nutricionales estacionales, o períodos de hambre. Estos generalmente se presentan al final de la estación seca y desde el comienzo hasta mediados de la estación lluviosa, cuando las provisiones de alimentos almacenados han menguado y las nuevas cosechas aún no pueden ser recogidas (Hassan et al, 1985; Hussain, 1985). Los alimentos arbóreos y forestales son apreciados también durante el período de mayor carga de trabajo agrícola, cuando se dispone de menos tiempo para cocinar.

En el nordeste del Brasil, la estación de las frutas de la palma de babasú corresponde a la estación agrícola baja. Las frutas y los palmitos contribuyen considerablemente a la dieta durante el período de escasez (May et al, 1985 b). En Senegal, por lo general, los frutos silvestres se usan para enfrentar las épocas de carencia al iniciar el período de las lluvias. Debido a que sólo existen dos variedades, la Boscia spp. y la Sclerocarya spp., la fruta en este período de hambre es particularmente apreciada (Becker, 1983).

Un estudio sobre Zimbabwe ha demostrado que la mayor parte de la fruta es consumida durante este período anual de carencia. Es interesante notar que el período y de consumo de los frutos silvestres no corresponde con la estación donde se cosecha la mayor parte de la fruta. La gente usaba la fruta como complemento a su dieta cuando ella era más necesaria, y no cuando se cosechaba más (Campbell, 1986b).

Los problemas nutricionales estacionales no aparecen solamente en el ciclo de las estaciones de sequía y de lluvias. Intervienen también factores institucionales capaces de provocar escasez de alimentos. El pago de las tasas escolares, por ejemplo, depende de un calendario administrativo. Debido a que éste puede no corresponder con el ciclo de la cosecha, puede llegar a crear una sensible disminución del poder adquisitivo de alimentos en la población. Si en ese período se dispone de fruta, los frutos silvestres podrían ayudar también a llenar la falta ocasional de este tipo (Chambers y Longhurst, 1986).

Arbol de papaya en Mauricio

4.1.3 El papel de los alimentos de origen forestal en las emergencias

Particularmente en Africa, los montes y las áreas boscosas silvestres tienen un papel fundamental durante los periodos de escasez como, por ejemplo, durante las sequías, las hambrunas y la guerra. Proveen alimentos cuando no se dan las cosechas, así como los productos comercializables que pueden ser vendidos para aumentar la liquidez.

En general la alimentación durante períodos de hambre es diferente de la de los años normales. Se escogen muchos alimentos porque son ricos en calorías. Sin embargo, tienen la desventaja de requerir una elaboración lenta y complicada. En Zimbabwe, por ejemplo, se hacen macerar durante tres días los tallos del Encephalartos poggei se los deja secar al sol y se los pulveriza antes de poder consumirlos (Malaisse, 1985). En muchas ocasiones su sabor deja mucho que desear. Esta característica no debe causar gran sorpresa ya que, si fuesen sabrosos y de fácil preparación, la gente no esperaría el período de hambruna para comerlos y ellos formarían parte de la dieta cotidiana.

Un estudio en Africa Occidental encontró que los rizomas, las raíces y los tubérculos son las principales fuentes de calorías durante las hambrunas. También se comen varios tipos de médulas, yemas, savia, tallos, hojas, frutas, flores y semillas. Se observó una diferencia entre el momento en que se pierden las cosechas y las épocas de hambrunas críticas: los frutos silvestres eran útiles en las últimas pero no tanto en las primeras. Durante los periodos de hambruna, los tubérculos y raíces son más apropiados ya que tienden a proporcionar más energía. Por ejemplo, las hojas y la fruta del baobab se consumen generalmente durante la escasez periódica, mientras que sus raíces se consumen durante los períodos de hambruna (Irvine, 1952).

En India, Malasia y Tailandia se han identificado alrededor de 150 especies de plantas que sirven como fuente de energía durante los períodos de emergencia. Las nueces de la Aesculus indica y de la Shorea robusta y la corteza de la Acacia arábica, la Bombax ceiba y algunas especies más, se muelen hasta lograr una harina fina para hacer los tradicionales "chapaties" (generalmente se hacen con harina de arroz o de trigo). Los tubérculos y otras plantas subterráneas como la Arisema concinuum y la Dioscoria spp. substituyen a las papas y otros cultivos de tubérculos (FAO, 1983a).

El papel de los productos alimenticios del bosque durante la emergencia puede ir variando con el incremento de la comercialización y con los programas de ayuda alimentaria. Sin embargo, para mucha gente, los alimentos de origen forestal siguen siendo un componente esencial de su dieta durante los tiempos duros. Su contribución al insumo de alimentos puede ser pequeña cuando se mide en términos cuantitativos pero, de hecho, ellos pueden representar la diferencia entre sobrevivir a una situación de emergencia o sucumbir ante ella: desempeñan, pues, un papel vital.

4.2 LOS CAMBIOS EN LA DIETA

El papel que los bosques y los árboles tienen en el suministro de alimentos y en la nutrición ha cambido considerablemente en las últimas décadas y sigue transformándose. El crecimiento de la población, la privatización de los terrenos boscosos y de sus recursos, la penetración del mercado, la transformación de los bosques en terrenos agrícolas, habitaciones o tierras para la extracción de madera para usarla como combustible, son algunos de los factores que aumentaron la presión que se ejerce sobre los bosques que aún quedan. Muchos productos forestales que tradicionalmente contribuían a la dieta de las poblaciones locales se están volviendo más difíciles de encontrar.

En Botswana, por ejemplo, las tierras boscosas se deterioraron gravemente en muchos puntos. Como resultado, gran parte de las especies tradicionales de alimentos silvestres desaparecieron o su cantidad disminuyó dramáticamente. Actualmente, en esas regiones, la población de Botswana usa raramente esas plantas y, en cambio, depende de alimentos comprados en el mercado. Sólo en los lugares ganaderos se utilizan en gran medida las especies alimenticias silvestres (Campbell, 1986b).

La tendencia común es a la reducción de la diversidad de la dieta y ella lleva frecuentemente a un empobrecimiento nutritivo. Esto se ha observado entre los isleños del Pacífico, muchos de los cuales desarrollaron una mayor dependencia de los cereales importados y de las verduras introducidas, que tienen menor contenido nutricional que los alimentos tradicionales. El uso de la fruta y de las verduras de hoja se redujo dramáticamente y, por consiguiente, sufrió también una reducción el consumo de vitaminas y de minerales (Parkinson, 1982).

A menudo se supone que un aumento del ingreso y la integración en la economía monetaria elevará el nivel de nutrición de las poblaciones rurales. En realidad, algunas veces parece suceder precisamente lo contrario. En algunas ocasiones, el valor nutritivo de los alimentos comprados no se puede comparar con el de los alimentos tradicionales. En otros casos, la dependencia de los cultivos comerciales hace que los hogares dependan de los altibajos de los precios del mercado: una caída del precio de la cosecha significará pues que el hogar tendrá menos dinero para comprar alimentos. Y, aún más, en las situaciones en que el reemplazo de los cultivos alimentarios por los comerciales trae aparejado el traspaso del control del ingreso familiar de las mujeres a los hombres, la nutrición de la familia puede verse afectada debido al hecho que la mujer está más directamente involucrada en el suministro de los aumentos a la familia (Longhurst, 1985). Estas cuestiones tienen una considerable importancia para los proyectos forestales dirigidos hacia el aumento del ingreso monetario y de la seguridad alimentaria de las familias, dado que ambos no marchan siempre juntos y al mismo ritmo.

En un estudio sobre Bangladesh, por ejemplo, se compararon la producción de alimentos y el nivel nutricional en los pueblos tradicionales y en los modernos. Los tradicionales levantaban dos cosechas de arroz por año mientras los modernos cosechaban tres. A pesar del hecho que el poblado moderno disponía de más alimentos durante el año, sus habitantes sufrían una mayor incidencia de la desnutrición. Se concluyó que esto se debía a la escasa diversidad de su dieta así como a un mayor gasto energético (debido a la necesidad de recoger la tercera cosecha) y una menor higiene. Aunque los habitantes de la aldea moderna consumían más arroz y trigo y tenían un mayor insumo total de calorías y proteínas, los habitantes del poblado tradicional comían más raíces y tubérculos, verduras, hortalizas y frutas. El resultado es que al cabo de un año el contenido de vitaminas y minerales de la dieta era significativamente mayor en la aldea tradicional que en la moderna (Hassan et al, 1985).

El papel de los alimentos de origen forestal en la dieta cambió con la disminuición de su disponibilidad y con el cambio del gusto y el acceso a nuevos productos. En algunas regiones se consumen muy raramente alimentos forestales y el conocimiento de sus usos se está perdiendo rápidamente. Esta tendencia, sin embargo, no es universal.

En algunas áreas los bosques aportan aún una fuente de alimentos y forrajes pronta para su uso. Además, la comercialización de los mercados rurales y una rápida migración urbana crearon mercados que antes no existían para los alimentos de origen forestal más populares. Por ejemplo, el dawadawa que se hace mediante la fermentación de semillas de Parkia, se vende corrientemente en los mercados de Accra, en Ghana, lejos de los mercados tradicionales de ese producto (Campbell-Platt, 1980). El extenso mercado de la carne de gamo en muchos de los pueblos de Africa Occidental y la venta de productos forestales a la orilla de las principales carreteras enfatizan también la continua demanda de algunos alimentos de origen forestal

En algunos países, la respuesta de la gente a la disminución de la disponibilidad de recursos forestales es la protección de los árboles o su deliberada inclusión en las explotaciones agrícolas. En algunos estudios realizados en Zimbabwe, por ejemplo, se encontró que los residentes en las áreas más drásticamente desforestadas mantuvieron selectivamente sus especies favoritas de frutales silvestres (Campbell, 1986a). En otras ocasiones los cultivadores comenzaron a sembrar árboles frutales tanto como fuente de ingreso como para obtener de ellos alimentos para sus hogares (Glelen, 1982). De este modo la disminución de la disponibilidad de alimentos silvestres en algunos casos es compensada por el aumento del cultivo y el ordenamiento deliberado de las especies deseadas.

Las consecuencias de la disminución en el consumo de alimentos silvestres no son claras. Como se hizo notar anteriormente, en algunos casos estos cambios condujeron a dietas de menor calidad. Quizás la peor consecuencia ejercida por la pérdida de recursos alimentarios forestales sea la ulterior reducción de las opciones alimentarias de los más pobres, sobre todo durante los períodos estacionales de emergencia y de escasez.

4.3 LA LEÑA Y LA NUTRICION FAMILIAR

En la mayor parte de las comunidades rurales del Tercer Mundo la principal fuente de energía es la leña. Tanto la cocción de los alimentos como la mayor parte de la elaboración de los mismos dependen de aquélla. Por lo tanto, el suministro de leña afecta, indirectamente, la estabilidad y la calidad del suministro de alimentos. A medida que la leña escasea en muchas zonas rurales esto plantea una serie de preocupaciones relativas a sus efectos sobre la nutrición. A pesar de que sólo existe un reducido número de estudios que relacionen la leña con la nutrición, es posible identificar algunas de las relaciones más importantes que existen entre ambos.

La escasez de leña, por ejemplo, puede influir en la cantidad de alimentos cocinados. En un caso extremo se informó que los refugiados en Somalia daban al ganado o tiraban su ración de frijoles dada la imposibilidad de pagar el precio del combustible necesario para cocinarlos (Cecelski, 1984).

Algunos informes sobre otros países se refieren a la reducción del número de alimentos cocinados por día como resultado de la escasez de leña. En algunas regiones de Sudán, según un estudio, ya se cocinan los alimentos una sola vez al día en vez de las tres acostumbradas (Hammler, 1982). Esta tendencia puede ser particularmente nociva para los niños, dado que, si los cereales son almidonosos, un niño no puede digerir las calorías apropiadas comiendo una sola vez al día.

No siempre queda claro, sin embargo, si esta reducción de la frecuencia de la cocción de la comida da por resultado un menor insumo de alimentos. Ni tampoco resulta obvio si es sólo la escasez de leña la responsable de esta disminución dado que a dicha escasez se asocian frecuentemente otros factores como la escasez de alimentos, el aumento de la carga de trabajo y el aumento de la disponibilidad de los "alimentos rápidos", que son factores que pueden influir.

Una segunda consideración es que la escasez de leña puede afectar la calidad de la comida consumida en el caso que dé como resultado un menor tiempo de cocción y una dependencia mayor de alimentos no cocinados o recalentados. El comer alimentos poco cocidos y recalentar las sobras puede ocasionar una mayor propensión a las enfermedades. Ello es particularmente cierto en el caso de la carne, debido al peligro de los parásitos, y de los tubérculos y legumbres, que requieren una cocción adecuada para destruir los componentes tóxicos. En un estudio realizado en Perú se encontró que en una zona se consumían alimentos a medio cocinar sobre todo durante la estación de las lluvias y ello se notaba en el estado nutricional de las familias.

Recolección de leña en Etiopía

La escasez de leña no sólo afecta la calidad de los alimentos sino que también tiene efectos sobre la calidad del agua potable debido a la reducción del tiempo de ebullición de la misma, que trae aparejada una mayor frecuencia de las enfermedades.

La escasez de leña también puede llevar a cambios en la dieta. Además, algunos autores encontraron que el acentuarse de dicha escasez aumenta el consumo de los "alimentos rápidos" y la compra de colaciones (Cecelski, 1984; Agarwal, 1986). Por lo general, se cree que este tipo de alimentos posee menor calidad nutritiva que la comida tradicional, a pesar de que existe al respecto escasa documentación directa. Es difícil distinguir los efectos provocados por la escasez de leña de aquéllos relacionados con los demás factores resultantes de los cambios en los hábitos dietéticos, tales como el cambio de los valores culturales y el aumento de la urbanización y la comercialización. También se usa la leña para la elaboración de los alimentos, como el ahumado, la deshidratación y la conservación. La elaboración de los alimentos es de vital importancia para la seguridad alimentaria dado que sirve para ampliar el suministro de alimentos en los meses no productivos, permitiendo así que los recursos se distribuyan más uniformemente a lo largo del año. En el caso de la elaboración comercial de los aumentos (por ejemplo, el ahumado del pescado), si escasea la leña (y, por lo tanto, ésta es cara) ello seguramente incidirá tanto sobre la disponibilidad del producto final como sobre su precio.

Este es uno de los problemas que enfrenta la industria elaboradora del pescado en Kenia y Tanzania. Generalmente se ahuma un gran porcentaje de la pesca del lago Victoria. La escasez de leña en esta región ha determinado el aumento del costo de la elaboración y estos costos se transfieren a los consumidores locales (Mnzava, 1981).

4.4 SILVICULTURA Y ENFERMEDAD

Los lazos entre la silvicultura, la medicina y la nutrición son sumamente importantes. Muchas enfermedades intestinales, por ejemplo, causan desnutrición al impedir que el cuerpo absorba los alimentos. Por otra parte, la enfermedad debilita y puede afectar la producción de alimentos al reducir el rendimiento del trabajo durante los períodos críticos del calendario agrícola.

Los bosques aportan las únicas medicinas de que dispone una gran parte de la población mundial. Muchos estudios catalogaron el uso de los productos medicinales extraídos de los bosques (Heinz y Maguire, 1974). A pesar de que la efectividad de diferentes tratamientos tradicionales a base de plantas está todavía en entredicho, se deben hacer algunas observaciones. Algunas plantas contienen altas concentraciones de ciertos productos químicos que constituyen la base de algunas drogas modernas equivalentes. En segundo lugar, muchas plantas elegidas por sus cualidades medicinales tradicionales tienen altos porcentajes de vitaminas y minerales que pueden ayudar a contrarestar la enfermedad causada por las deficiencias en la dieta.

Como se expuso en el segundo capítulo, los bosques, en cierta medida, pueden influir sobre la calidad del agua y regularla. Además, la leña suministra energía para hacer hervir el agua. La calidad del agua está directamente relacionada con la incidencia de las enfermedades y, por lo tanto, con la capacidad de la gente de absorber los alimentos.

Algunos árboles tienen propiedades que pueden influir directamente en el suministro de agua. Por ejemplo, la Moringa sp. es utilizada por las mujeres de Egipto y Sudán para aclarar el agua turbia. Las semillas del árbol contienen coagulantes naturales que aclaran el agua y mejoran la calidad de la misma en un lapso que oscila entre una y dos horas. La eliminación del enturbiamiento es acompañada por una eliminación del 98-99% de las bacterias, según el indicador utilizado. Por lo tanto, el uso de las semillas de Moringa puede aportar un tratamiento tecnológico del agua a bajo costo y, por ende, contribuir al mejoramiento de la salud de las comunidades rurales (Jahn, 1986).

Las frutas de la Balanite aegyptiaca y de la Schwartzia madagascarensis contienen saponinas. Estas son letales tanto para los caracoles, que actúan como intermediarios de la bilharziasis, como para la mosca de agua que hospeda el gusano de Guinea. Se ha sugerido plantar estas especies a lo largo de los canales de riego pues ello ayudaría mucho a prevenir las enfermedades en la zona (Wickens, 1986).

Los bosques ejercen también un efecto negativo sobre la salud al brindar un hábitat a algunos portadores de enfermedades endémicas. Un ejemplo conocido es el de la mosca tsetsé, que es la causante de la tripanosomiasis en el hombre y en el ganado. En algunos países, los esfuerzos para erradicarla tuvieron como resultado la destrucción en gran escala de los bosques así como la pulverización de substancias químicas. Los efectos fueron discutidos dado que la apertura de nuevas tierras para el hombre y el ganado puede también exponer a un veloz deterioro ambiental a las zonas anteriormente protegidas y a las áreas fragües.

4.5 RELACION ENTRE EL INGRESO, LA OCUPACION Y LOS BOSQUES


4.5.1 Empresas recolectoras
4.5.2 Empresas elaboradoras
4.5.3 El empleo en las actividades basadas en el bosque
4.5.4 La importancia para las mujeres de las empresas basadas en productos forestales
4.5.5 La contribución a la seguridad alimentaria familiar: el papel del ingreso derivado de los productos forestales
4.5.6 Limitaciones a un posterior desarrollo de las empresas basadas en los recursos forestales

Millones de campesinos dependen de los bosques para obtener empleo e ingresos. A muchos de ellos el dinero ganado recogiendo, vendiendo o elaborando los productos forestales les aporta una entrada esencial para el ingreso familiar, que les permite comprar alimentos, e invertir en la producción alimentaria futura (por ejemplo, en la compra de semillas o herramientas).

Los productos particulares pueden variar de región a región, según sea el mercado, las tradiciones locales, las diversas opciones de empleo y el tipo de recursos forestales disponibles en la zona. Estas actividades, sin embargo, tienen una serie de características comunes:

* son de dimensiones reducidas y, por lo general, de administración familiar;
* son accesibles a los estratos más pobres de la sociedad;
* son intensivas en mano de obra;
* requieren poca inversión en capital;
* aportan beneficios directos a las economías locales.

Las actividades que tienen como base el bosque generalmente procuran una fuente de ingreso adicional a las familias, de la misma manera que los alimentos provenientes del bosque contribuyen a su nutrición. Similarmente, ellas siguen los modelos estacionales de los ciclos agrícolas y tienden a concentrarse durante ciertos períodos del año, cuando se puede disponer tanto del trabajo como de los insumos materiales necesarios. Pueden ser también particularmente importantes en períodos difíciles cuando escasea el dinero contante debido a la pérdida de la cosecha u a otras situaciones de emergencia similares.

Se pueden distinguir dos de las más importantes categorías de actividades generadoras de ingreso: las basadas en la recolección de productos forestales y las que se centran alrededor de la elaboración de los mismos.

4.5.1 Empresas recolectoras

La recolección y venta de los productos forestales es una actividad económica importante para una gran cantidad de habitantes de las zonas rurales. Se recogen muchísimos productos para los mercados locales, urbanos y, en algunos casos, para la exportación. Dado que tales actividades se realizan al margen de la economía formal, su naturaleza y magnitud rara vez aparecen reflejadas en las estadísticas nacionales. Gran parte de la información disponible, por lo tanto, es obtenida a través de informes anecdóticos y de estudios de casos localizados.

Muchos estudios se concentran sobre la recolección y el comercio de los productos del bosque realizados por los habitantes de éste. Sin embargo, muchos agricultores dependen también de estas actividades, sobre todo durante los períodos de escasa actividad. Las actividades de recolección son particularmente importantes para los hogares rurales de menores recursos (Siebert y Bielsky, 1985).

En muchos países se ha estudiado la recolección de rotén. Este es un derivado de una palma trepadora (Calamus spp.) y provee una fuente de ingresos a muchas personas en Asia meridional, tanto si habitan en los bosques como si son agricultores sedentarios (IDRC, 1980). En un estudio realizado en Filipinas se encontró que la recolección de rotén procuraba un suplemento importante al ingreso de muchas familias campesinas, pocas de las cuales habrían podido sobrevivir sólo con los ingresos provenientes de los cultivos, sobre todo en los anos de sequía (Siebert y Belsky, 1985).

En el nordeste del Brasil, la recolección, elaboración y venta de las nueces de la palma babasú (Orbignya phalerata) es una importante fuente de ingresos para millones de agricultores a nivel de subsistencia. La mayoría de los campesinos en esa zona no tienen tierra propia y la recolección de nueces es uno de los pocos modos que tienen de complementar sus ingresos. Aunque la mayor parte de las palmas de babasú son silvestres, la venta de las nueces es generalmente controlada por los ricos terratenientes. La recolección y venta de las nueces corresponde al período flojo del calendario agrícola, que es aquél durante el cual las necesidades de dinero en efectivo son mayores. Además de permitir comprar alimentos, este ingreso contribuye también a menudo a la obtención de los insumos agrícolas (por ejemplo, las semillas) para la estación siguiente. La palma también aporta una serie de otros productos, como paja para el techo, fibra para la cestería, carbón de leña y alimentos (May et al, 1985b).

La compra y venta de leña es una fuente de ingresos cada vez mayor para muchas personas en las zonas rurales, y especialmente para las mujeres. Por ejemplo, se estima que entre 2 y 3 millones de personas dependen en la India del comercio de leña, ganando en promedio Rs., 5,50/diarias por cada carga de 20 kg que transportan sobre la cabeza (Agarwal y Deshingkar, 1983). La mayor parte de los estudios sobre la leña tienen como centro el consumo y el suministro físico de biomasa. Sólo recientemente tales estudios comenzaron a encarar problemas como el ingreso que pueden obtener las familias rurales de tal comercio.

Bambú: artesanía aldeana en la India

Uno de tales estudios fue realizado en Sierra Leona (Kamara, 1986). En el mismo se encontró que el mercado rural de leña estaba concentrado en las aldeas cercanas a las rutas que llevaban a las ciudades. Los vendedores de leña, que en su mayoría eran mujeres y por lo general eran los miembros más viejos de la familia, realizaban esta actividad a tiempo parcial, y vendían leña para complementar el ingreso familiar. La obtención de dinero en efectivo desempeñaba un papel importante en el ciclo agrícola. Aportaba el primer ingreso en efectivo de la tierra desbrozada para cultivar arroz. Por consiguiente, la venta de leña se concentraba en el período bajo de la agricultura y aportaba dinero líquido cuando el suministro de alimentos estaba en el punto más bajo. En una zona cercana a un importante mercado urbano, la recolección de leña era casi tan lucrativa como la producción arrocera en las tierras altas. Sin embargo, por lo general no es así ya que en muchos lugares, tanto en Sierra Leona como en otras partes, la venta de leña da muy pocas ganancias.

4.5.2 Empresas elaboradoras

Una amplia gama de productos de los bosques y de los árboles son sometidos a una elaboración simple en los hogares o en las pequeñas empresas rurales. Un estudio realizado recientemente en seis países observó la naturaleza y la magnitud de las pequeñas empresas basadas en la utilización de productos forestales y evaluó su contribución al ingreso y al empleo rurales (FAO, 1987). Se comprobó en el mismo que las empresas más comunes eran las que producían muebles, implementos agrícolas, partes de vehículos, cestas, esteras y otros productos provenientes de la caña, el junco y el sarmiento. Dichos productos son fabricados sobre todo para los mercados rurales. Sin embargo también se producen muchas artesanías para servir a los mercados urbanos y, a veces, incluso para la exportación.

La mayor parte de tales empresas son muy pequeñas; en más de la mitad de las unidades estudiadas trabajaba una persona sola y la mayor parte dependía de la mano de obra familiar. Su tamaño medio, y algunas otras características básicas de tales pequeñas empresas basadas en productos forestales, aparecen en la Tabla 4.1

Al igual que las actividades recolectoras de productos forestales, las empresas elaboradoras operan muy a menudo estacionalmente o a tiempo parcial. Ellas también dependen de la demanda cíclica de mano de obra agrícola, de la disponibilidad estacional de los productos del bosque y del carácter cíclico del ingreso agrícola pues el mercado local para muchos productos forestales elaborados por ellas dependen del poder de compra de los habitantes locales.

Tal como sucede con otras pequeñas empresas, las que dependen de los bosques deben ser capaces de responder a las condiciones del mercado si quieren tener éxito. Para ello pueden seguir diversas estrategias. Una es concentrarse en las grietas del mercado donde los productos de las fábricas no son competitivos, tales como muebles básicos a bajo costo que estén por debajo del rango de precios de los productos fabriles, o las piezas de gran calidad talladas a mano. Como alternativa, pueden concentrarse en los productos donde la producción mecánica en gran escala no tiene ventajas competitivas, como la artesanía. Otro enfoque consiste en especializarse en un producto o proceso particular para obtener las ventajas de una producción en mayor escala.

Cuadro 4.1 Características de las industrias en pequeña escala basadas en productos de origen forestal

Características

Jamaica

Honduras

Zambia

Egipto

Sierra Leona

Bangladesh

Proporción del total de IPEBPOF (%)

A caigo de una persona sola

58

59

69

69

-

36

En el hogar, sin taller

52

72

81

76

-

-

Ubicación rural:








- Empresas

88

100

96

80

99

97


- Empleo

79

100

95

65

96

-

Participación mujeres:








- Propietarias

32

10

12

65

-

(3)


- Mano de obra

30

6

12

31

-

21

% miembros de familia en:








- Mano de obra (número)

82

51

86

89

(41)

73


- Horas trabajadas

68

57

-

89

34

-

Valores medios

Número de obreros por empresa

2,2

2,2

1,71

1,9

1,8

3,8

Total inversión ($EE.UU.)

3030

10555

-

-

431

255

Horas trabajadas anualmente por obrero

990

1247

1205

1712

2004

836

Valor de producción anual por firma ($EE.UU.) por empresa

4979

2536

-

1501

1384

2362

1 La cantidad de horas por trabajador en el caso de Zambia es estimada a partir de una sola visita

Fuente: Fisseha, 1987.

La industria de muebles en pequeña escala en Egipto ofrece un interesante ejemplo de especialización. Incluso la manufactura de objetos como las sillas es distribuida entre diferentes unidades cada una de las cuales se especializa en partes particulares como las patas o los asientos, o en diferentes etapas del proceso productivo, como la elaboración primaria, el ensamblaje o la terminación (Mead, 1982).

En Tailandia septentrional los empresarios aldeanos en pequeña escala sacaron ventaja de las mejoras en el sistema caminero en su región para llevar en camiones los muebles que ellos producen a las ciudades o a los costados de las carreteras traficadas donde los ensamblan y terminan para venderlos. De este modo compiten eficazmente con los muebles de los productores urbanos en mayor escala y extendieron su mercado (Boomgard, 1983).

4.5.3 El empleo en las actividades basadas en el bosque

Una de las mayores contribuciones de las empresas basadas en los productos forestales a las economías locales es el empleo que brindan a una gran cantidad de personas en las zonas rurales. Aunque el número absoluto de la gente involucrada en esas actividades no es alto con relación al total de la población rural, el mismo representa una gran parte de los empleados fuera de la agricultura. Estas actividades a menudo aportan un empleo estacional cuando hay muy pocas otras opciones, especialmente para los pobres.

Diversos estudios trataron de estimar la importancia económica de las empresas de recolección y elaboración de productos forestales en la India. En muchas zonas rurales, los ingresos generados por esas fuentes son un componente clave de la economía rural. En el Estado nordoriental de Manipur, por ejemplo, se estima que el 87% de la población depende del ingreso generado por los productos forestales. Unas 234 000 mujeres de esa región participan en la recolección de productos forestales.

En toda la India la recolección de hojas de tendu (Diospyros melanoxylon) es una fuente de empleo importante en la estación seca, especialmente para los grupos tribales. Se estima que participan en ella nada menos que 7,5 millones de personas. En las zonas en tomo a los bosques esas hojas son usadas para revestir los cigarrillos "bidi", que constituyen una importante industria doméstica por valor de más de 100 millones de dólares EE.UU. anuales y que emplea otros 3 millones de personas más. En todo el país se calcula que más de 30 millones de personas participan en diferentes actividades generadoras de ingresos con base en los productos forestales (Cecelski, 1984). En el sudeste de Asia, por lo menos medio millón de personas obtienen empleo de la recolección, elaboración y manufactura en pequeña escala de productos de rotén. Solamente el comercio de rotén no elaborado es estimado anualmente en 50 millones de dólares EE.UU. (IDRC, 1980).

4.5.4 La importancia para las mujeres de las empresas basadas en productos forestales

En algunos países, las mujeres figuran en un lugar prominente tanto como propietarias como en calidad de empleadas en las empresas basadas en los recursos forestales. En Jamaica, por ejemplo, son mujeres las propietarias del 32% de las empresas y las mujeres constituyen también más del 30% de la mano de obra. Sin embargo, parecen haber claras diferencias entre los tipos de empresas en las que intervienen los hombres y aquéllas en las que intervienen las mujeres. En Zambia, las mujeres son propietarias de una gran parte de las empresas que fabrican felpudos, elaboran el bambú y hacen hilos y cuerdas para rara vez trabajan en la carpintería o la fabricación de muebles (FAO, 1987).

Las mujeres muchas veces dominan el comercio de leña. En Sierra Leona el 80 por ciento de los vendedores urbanos de leña son mujeres (Kamara, 1986). En una encuesta sobre las mujeres recolectoras de leña en Gujarat, India, se comprobó que el 70% de las mujeres recogían leña para venderla durante más de 25 días por año (pocas la recogían durante la estación de los monzones). La mayor parte de los ingresos resultantes eran utilizados para comprar alimentos (Buch y Bhatt, 1980).

En algunas regiones los hombres están participando más en el comercio de leña en la medida en que aumentan las distancias que se deben recorrer y porque son escasas las mujeres que pueden tener acceso a los asnos, camiones u otras formas de transporte necesarias para llevar la leña a largas distancias. Este cambio en los papeles en la recolección de leña podría liberar a las mujeres de una de sus cargas más pesadas pero al mismo tiempo les quitaría una importante fuente de ingresos.

Los frutos de una joven palma aceitera

En Brasil las mujeres desempeñan un papel importante en la recolección y elaboración del fruto de la palma babasú. Aunque tanto los hombres como ellas recogen los frutos silvestres, son las mujeres quienes elaboran el fruto y el aceite de la nuez (May et al, 1985a). De un modo similar, en Sierra Leona las mujeres tienen a su cargo la elaboración del aceite de las nueces de palma que recogen silvestres tanto los hombres como las mujeres.

Buena parte del ingreso generado por la venta de dicho aceite de palma va a los hombres pero las mujeres, sin embargo, conservan en su poder algunas nueces para ganar un poco de dinero personal.

Debido a que las mujeres generalmente tienen menos acceso que los hombres a la tierra y a otras actividades generadoras de ingresos, el dinero derivado de la venta de los productos forestales tiene muy a menudo para ellas una importancia particular. Constituye una ventaja el hecho que la recolección de los productos de los bosques muy a menudo puede ser combinada con la recolección de leña, el acarreo de agua y otras actividades rutinarias. También ayuda que la elaboración de esos productos generalmente pueda ser realizada en el hogar, lo cual permite a las mujeres combinar esas actividades generadoras de ingresos con sus otras tareas domésticas.

Desde el punto de vista de la nutrición familiar, el ingreso de las mujeres es particularmente importante. Algunos estudios han comparado los tipos de gastos que realizan los hombres y las mujeres y encontraron que éstas tienden a dedicar más dinero al suministro de alimentos básicos. El nivel nutricional familiar, por lo tanto, depende más directamente de los ingresos de las mujeres que de los hombres.

Ahumado de pescado utilizando hornos tradicionales - Côte d'Ivoire.

Las limitaciones de tiempo son a menudo uno de los principales factores que obstaculizan la participación de las mujeres en la generación de ingresos provenientes de actividades basadas en los recursos forestales. La escasez de leña es también un problema para muchas mujeres que se dedican al ahumado de pescado, a la fabricación de cerveza y a otras actividades elaboradoras de alimentos que dependen del combustible. Desde el punto de vista de la seguridad alimentaria, uno de los efectos más dañinos de la escasez de leña podría ser el aumento de la carga que recae sobre el tiempo de las mujeres y, por consiguiente, nuevas limitaciones a sus posibilidades de obtener ingresos (Ardayfio, 1985).

4.5.5 La contribución a la seguridad alimentaria familiar: el papel del ingreso derivado de los productos forestales

El ingreso resultante de actividades basadas en los recursos forestales contribuye de diversos modos a la seguridad alimentaria. El más obvio es la disponibilidad de dinero en efectivo para comprar alimentos, especialmente durante los períodos difíciles. Además, a veces se invierte ese dinero en bienes agrícolas como ganado, herramientas o tierras. En ese sentido, los recursos forestales ofrecen a las familias pobres un medio de invertir en su futuro y les dan una oportunidad de escapar del ciclo de la pobreza.

Una de las ventajas de las pequeñas empresas basadas en los productos forestales es que los beneficios de las mismas van directamente a la familia en cuestión. Son muchas las familias cuyos ingresos derivan en medida muy importante de las actividades forestales. En el nordeste del Brasil, por ejemplo, en promedio el 25% del ingreso familiar (incluyendo el ingreso no monetario) proviene de la recolección y elaboración durante la estación seca de la nuez de la palma babasú (May et al, 1985b).

En algunas zonas, la recolección y la elaboración de productos forestales se ha convertido en la principal actividad generadora de ingresos. En un estudio realizado en Sierra Leona, el 18,6% de los agricultores entrevistados declararon que consideraban a las empresas no agrícolas -que incluían las actividades de elaboración de los productos forestales, la recolección de leña, la caza, la pesca, la fabricación de vino de palma y la artesanía- más importantes que la agricultura (Engel et al, 1985)

En algunos países cazar para vender la carne es una actividad particularmente lucrativa. En Perú, un buen cazador de liebres puede ganar 1350 dólares EE.UU. por mes mientras el salario de un trabajador agrícola es 100 dólares EE.UU. mensuales. En Ghana, la venta de un gran roedor en las zonas rurales aporta el doble del salario diario mínimo y en Accra es entre siete y treinta veces mayor que el mismo. Un buen cazador-agricultor, por lo tanto, puede ganar más con la caza que con su producción agrícola (Asibey, 1987). En el Cuadro 4.2 se expresan las tendencias en los precios de la carne de caza en Ghana, comparándolos con la de ovinos y bovinos.

Aunque las actividades basadas en los productos forestales ofrecen numerosas oportunidades a los pobres de las zonas rurales, algunos estudios sugieren que las ganancias varían mucho según los rubros productivos. Un estudio realizado en Tanzania reveló que la remuneración de la mano de obra variaba desde muy por debajo del salario mínimo rural, en el caso de la fabricación de esteras, hasta varias veces dicho salario, en el de la carpintería (Havnevick, 1980). En este caso el acceso a los mercados era un factor determinante de la lucratividad de las diferentes actividades.

Las palmas entregan muchos tipos de productos

Las implicaciones de esto para la seguridad alimentaria familiar no son claras: dado que las mujeres trabajan predominantemente en las actividades artesanales estas comprobaciones sugieren que la nutrición familiar podría sufrir pues los ingresos femeninos están directamente relacionados con el bienestar desde el punto de vista de la nutrición. Por otro lado, los beneficios derivados de los productos destinados a satisfacer las necesidades domésticas podrían quizás permitir que el ingreso monetario de la familia sea gastado en otros bienes, como, por ejemplo, alimentos.

Las ganancias del trabajo en el caso de muchas actividades basadas en los productos forestales son marginales. Además, los mercados de dichos productos pueden ser vulnerables ante la introducción de substitutos de los mismos. Por eso, aunque las actividades forestales aportan algunos ingresos a muchísimos pobres de las zonas rurales, aquéllas en las que predominan los más pobres y las mujeres muy a menudo obtienen las remuneraciones más bajas. Esas actividades podrían no ser sostenibles en el sentido en que serán abandonadas si surgen otras oportunidades o si algún producto substitutivo provoca un derrumbe del mercado.

Por supuesto, todavía no se dispone de suficiente información para medir precisamente la influencia sobre la seguridad alimentaria de los ingresos marginales resultantes de las actividades basadas en los recursos forestales. Sin embargo, está claro que algunas actividades probablemente son una fuente de ingresos más segura y remunerativa que otras.

Cuadro 4.2. Precios urbanos de diversas carnes en Ghana (al consumidor)


Vacuno

Ovino

Caza silvestre

Kumasi

Accra

Kumasi

Accra

Kumasi

Accra

1980

22.09

40.88

23.09

NA

78.15

83.95

1981

52.51

47.84

52.83

NA

81.90

144.00

1982

85.51

83.64

88.57

87.56

48.56

180.48

1983

165.00

135.75

150.91

150.33

125.73

373.48

1984

234.17

239.00

234.17

252.67

223.71

453.08

1985

283.94

276.53

305.00

453.15

299.98

510.61

1986

270.41

271.87

260.04

255.96

349.45

684.64

Fuente: Asibey, 1987

4.5.6 Limitaciones a un posterior desarrollo de las empresas basadas en los recursos forestales

Las empresas de recolección y elaboración en pequeña escala de los productos forestales enfrentan una serie de problemas. Al ser pequeñas, tienden a ser más sensibles a las fluctuaciones de las condiciones del mercado y a la escasez de materias primas. Los problemas que dichas empresas encuentran pueden ser resumidos del modo siguiente:

* mercados inseguros debido a los bajos ingresos rurales, al carácter estacional de la producción, a la mala información sobre el mercado, a la falta de acceso a los mercados urbanos y a la competencia externa;

* escasez de materias primas, resultante a menudo de una elaboración despilfarradora, de reglamentaciones restrictivas, de una mala distribución y de la falta de capital de trabajo;

* falta de acceso a una tecnología adecuada bajo la forma de herramientas y equipos aptos para mejorar la productividad;

* escasez financiera, en particular de capital de trabajo;

* debilidad de gestión, que agrava todos los demás problemas;

* falta de organización de las empresas para poder usar eficazmente los servicios de apoyo de que actualmente disponen.

Las fuerzas del mercado desempeñan un papel importante en la determinación del éxito de las pequeñas empresas. Su posición puede ser erosionada tanto por la competencia interna en el sector de las pequeñas empresas como por la de las contrapartes más grandes. Debido a que para entrar en muchas actividades de elaboración en pequeña escala de los productos forestales se necesita muy poco capital y muy pocas capacidades técnicas, es demasiado común que existan muchas más unidades productivas que las que pueden ser sostenidas por el mercado local. La competencia consiguiente provoca una gran tasa de quiebras e impide el surgimiento de las operaciones lucrativas que pueden generar un excedente suficiente para ser invertido en la mejora y la ampliación de la empresa.

La inestabilidad de los mercados rurales es otra amenaza a las pequeñas empresas. Los ingresos, que se basan en la agricultura, tienen un período corto de pico durante el cual la demanda puede superar la capacidad de oferta. La brecha en el abastecimiento da una oportunidad a los proveedores mayores. La falta de capital de giro es una barrera importante que impide a las pequeñas empresas almacenar insumos productivos para amortiguar los efectos de las fluctuaciones estacionales de sus mercados.

Las mejoras en la infraestructura rural que permite que los productos externos sean vendidos en los mercados rurales y los cambios en la demanda de éstos con el aumento de los ingresos rurales también someten a las pequeñas empresas a una gran presión competitiva. Los muebles de fabricación industrial, por ejemplo, cada vez más tienden a desplazar los muebles tradicionales hechos por los artesanos locales. De un modo similar, los sacos y esteras de materiales sintéticos predominan sobre los productos similares hechos a mano con materias primas naturales.

La escasez de materias primas plantea una gran amenaza a las empresas recolectoras así como a las elaboradoras de productos naturales. Muchas veces ello se debe a una tala no selectiva que no preserva especies o variedades únicas. Otras, el problema deriva de la desaparición de un tipo o calidad específico de madera, caña u otra materia prima. Ello podría deberse a que el mismo está siendo extraído selectivamente por las industrias en gran escala o podría ser también el resultado de una cosecha incontrolada por parte de las pequeñas empresas. Casi siempre es el pobre quien será más gravemente afectado pues él es quien más depende de los productos forestales para obtener ingresos y quien tiene, además, menor poder de negociación.

En algunas regiones, la comercialización de los recursos forestales dio por resultado la superexplotación de dichos recursos al ampliarse el mercado. El aumento de las ganancias de la recolección del rotén, por ejemplo, llevó a que en ciertas regiones desapareciera; allí donde antaño era recogido fácilmente ahora es necesario realizar largos viajes para poder recolectar menos material. De un modo similar, en algunas partes del Africa occidental la fauna silvestre sufrió una grave merma debido al aumento de la demanda de tal carne por parte de los mercados urbanos.

4.6 EL CULTIVO DE ARBOLES: SU CONTRIBUCION A LA SEGURIDAD ALIMENTARIA FAMILIAR


4.6.1 Huertos familiares: manejo intensivo de árboles
4.6.2 Los árboles como cultivo comercial: el caso de las granjas con pequeñas plantaciones forestales
4.6.3 Manejo de los terrenos boscosos en barbecho
4.6.4 Incentivos al agricultor para el cultivo de árboles
4.6.5 Cultivo comercial de árboles v seguridad alimentaria familiar
4.6.6 Los árboles como seguro

El cultivo de árboles suministra muchos de los beneficios para la seguridad alimentaria asociados con los bosques: aporta alimentos, combustible para cocinar y elaborar comida, forraje y productos comercializables así como también algunos de los servicios "ambientales" para los cultivos alimentarios analizados en el Capítulo 2. Al mismo tiempo, el cultivo de árboles aprovecha los recursos de la familia campesina e impone costos de diversos tipos.

En el capítulo anterior ("Silvicultura y producción de aumentos") concentramos la discusión sobre las relaciones físicas existentes entre los árboles y la producción de cultivos alimentarios describiendo cómo son o podrían ser integrados aquéllos en los sistemas de cultivo para aumentar la producción de alimentos. Esta sección investiga las condiciones socioeconómicas en las cuales el cultivo de los árboles puede beneficiar a la seguridad alimentaria familiar subrayando los lazos existentes entre los árboles y la economía agrícola, los factores involucrados en las decisiones del agricultor a favor o contra el cultivo arbóreo y los efectos del cultivo comercial de árboles sobre la seguridad alimentaria familiar.

Son muchos los factores que determinan las necesidades y posibilidades en lo que respecta al cultivo de árboles. Históricamente, los agricultores han protegido, plantado y hecho crecer árboles en sus tierras para mantener un suministro de productos que ya no podían obtener en los bosques naturales. Además, los árboles pueden ser mantenidos para conservar la productividad del suelo o son cultivados en lugares que no son adecuados para los cultivos alimentarios.

Las ventajas o desventajas del cultivo de árboles son determinadas también por factores económicos tales como la disponibilidad de tierra, mano de obra y capital; las necesidades de la subsistencia y las oportunidades comerciales. El cultivo de árboles es también favorecido por factores culturales como, por ejemplo, la tenencia de la tierra, las actitudes ante el manejo comunitario de los bosques y los símbolos de nivel social.

Las líneas siguientes examinan los sistemas de cultivo en los cuales los árboles son importantes componentes para identificar tanto las contribuciones que éstos aportan a la seguridad aumentaría familiar como las consideraciones económicas que alientan a los agricultores a adoptarlos.

4.6.1 Huertos familiares: manejo intensivo de árboles

Entre las prácticas tradicionales de cultivo de árboles los huertos familiares son uno de los sistemas estudiados de un modo más detallado (ver sección 3.2.1). En Java, los huertos familiares son una característica prominente de los sistemas de cultivo tradicionales, especialmente en las regiones de alta densidad de población y disponibilidad decreciente de tierras laborables. Ante la creciente presión demográfica, la proporción de tierra destinada a los huertos familiares ha ido aumentando y en algunos casos supera el 75 por ciento de la tierra cultivada (Stoler, 1978). Al mismo tiempo disminuyó el acceso a la tierra arrocera y una gran proporción de los campesinos no tienen ya tierra productora de arroz o no tienen tierra suficiente como para satisfacer sus necesidades básicas.

Como resultado de ese proceso, los huertos familiares son cultivados más intensamente y se introducen más cultivos anuales para suministrar alimentos e ingresos adicionales. El consumo de mano de obra aumenta. Se informa (Soemarwoto y Soemarwoto, 1984) que la mano de obra en los huertos pequeños es en promedio tres veces más que en los huertos mayores.

Otro modo de intensificar el uso de los huertos familiares es el aumento del valor agregado de la producción de los mismos. Por ejemplo, algunos entre los campesinos más pobres pasaron de la simple producción de frutos de sus cocoteros a la producción de azúcar de coco, procedimiento altamente intensivo en mano de obra que, aunque remunera escasamente el trabajo, aumenta en cambio las ganancias de la tierra destinada al cultivo de cocos (Penny y Singarimbun, 1973).

En la medida que el tamaño de las propiedades agrícolas sigue disminuyendo cada vez más se busca obtener ingresos en el empleo no agrícola. En esta fase, los árboles y otras plantas perennes que requieren sólo escasa mano de obra entran a constituir el componente principal de los huertos pues permiten a los agricultores cultivar su tierra buscando al mismo tiempo un trabajo fuera de la misma (Stoler, 1978).

En otras regiones se han observado también tendencias similares. En Nigeria sudoriental, por ejemplo, las unidades agrícolas comprenden típicamente una mezcla de campos en barbecho, internos y externos y de sistemas mixtos permanentemente cultivados alrededor del hogar. Estos sistemas combinados condenen una variedad de especies arbóreas, que incluyen la palma aceitera, fibras de raffia, cocoteros, bananeros y plátanos intercalados con mandioca, ñame y otros cultivos arables.

Al aumentar las presiones sobre la tierra, aumenta también la proporción de tierra incorporada a estos sistemas mixtos así como la densidad tanto de los árboles como de los cultivos arables en el seno de los mismos. Comparados con los del campo, los rendimientos monetarios de los complejos son entre cinco y diez veces superiores por hectárea y la remuneración del trabajo entre cuatro y ocho veces más alta. Con el aumento de la densidad de la población, el área de los complejos representa más del 59 por ciento de la producción agrícola y una creciente proporción del ingreso total de la granja. El ganado se convierte también en una parte de importancia creciente en el sistema complejo pues aporta alimentos, ingresos y abono. Si la densidad de la población sigue creciendo, sin embargo, los rendimientos y las ganancias de la mano de obra eventualmente disminuyen hasta obligar a los campesinos a buscar fuentes no agrícolas de ingreso (Lagemann, 1977).

Como en. Java, el cuadro general se caracteriza por la respuesta de los agricultores a la cada vez menor disponibilidad de tierra orientándose hacia una mayor dependencia de los sistemas agroforestales. Inicialmente ello se debe a que éstos permiten un uso más eficiente de la tierra y mayores remuneraciones por el trabajo que los otros usos de la tierra. Cuando las presiones sobre ésta aumentan aún más, hasta un punto en el cual hay que buscar el ingreso fuera de la agricultura, cambian las estrategias. Se mantienen los sistemas agroforestales pero modificándolos para reducir los insumos de atención y de mano de obra.

4.6.2 Los árboles como cultivo comercial: el caso de las granjas con pequeñas plantaciones forestales

En diversos países, los granjeros han encarado el cultivo de árboles como una producción comercial en tierras antes usadas para la agricultura, motivados por la perspectiva de obtener mayores ingresos que con otros usos de esa tierra. El cultivo comercial de árboles es particularmente importante para los campesinos pobres. En muchos casos sus recursos son demasiado limitados como para que ellos puedan satisfacer sus necesidades alimentarias básicas mediante la simple producción de alimentos y se ven obligados pues a ganarse la vida fuera de sus tierras. En esas situaciones, cuando los agricultores tienen poco tiempo para la producción agrícola, el cultivo de árboles, que consumen poco tiempo, puede ser el modo mejor de mantener productiva la tierra. Además, los árboles constituyen un seguro pues pueden ser cortados en los tiempos malos cuando se necesita dinero para una situación de emergencia. Para los campesinos más pobres, la reducción del riesgo puede ser también una consideración importante.

En diversas partes de Kenya recientemente se ha extendido el cultivo de árboles como actividad comercial (Banco Mundial, 1986). Las principales especies cultivadas son los eucaliptus, que son utilizados como postes y acacia negra australiana, que se vende para usarla como postes, para carbón de leña, como combustible y palos para la construcción de casas de barro y ramas. El mercado de esos productos- al igual que el de la pulpa de madera y de la madera de aserrar en algunos lugares- está creciendo mucho y la producción en las unidades agrícolas representa una gran parte de la oferta.

En esas regiones, el cultivo de árboles tiende a ser practicado por los agricultores pobres que no pueden satisfacer sus necesidades alimentarias básicas con la producción de sus tierras. Para algunos de ellos se ha convertido en la principal fuente de ingresos agrícolas. En algunas partes del Distrito Kakamega, donde el tamaño promedio de las propiedades es sólo 0,6 hectáreas, hasta el 25 por ciento de la tierra está plantada con montes de eucaliptos (van Gelder y Kerkhof, 1984).

Lo que a primera vista sorprende es que el ingreso bruto por hectárea del cultivo de árboles es considerablemente menor que el de los cultivos agrícolas. Sin embargo, hay que tener en cuenta otros factores. Los cultivos alternativos muchas veces requieren inversiones substanciales a niveles que muchos campesinos no se pueden permitir; los árboles, por el contrario, exigen muy pocas inversiones. El cultivo de árboles también requiere menos mano de obra. Esto es particularmente importante porque la migración generalizada de los hombres en busca de empleos no agrícolas causó una escasez de mano de obra doméstica. En las zonas donde es bueno el mercado de los productos arbóreos, la remuneración de la mano de obra en la producción de postes, se ha estimado, es mayor en un 50 por ciento que el de la producción de maíz (Banco Mundial, 1986). Este ejemplo ilustra que el cultivo de árboles es un uso racional de los recursos para los campesinos pobres que necesitan dedicar una parte importante de su tiempo al empleo no agrícola.

Los campesinos de las montañas de Haití también cultivan exitosamente árboles como cultivos comerciales. En este caso ya existía un mercado firmemente establecido para el carbón de leña y los postes y una vieja tradición de cultivos comerciales. La mayor parte de los campesinos son también propietarios de sus tierras. Se esperó que la incorporación de árboles a sus cultivos pudiesen ayudar a controlar la grave erosión que las mismas estaban enfrentando.

Desde 1982 aproximadamente 110 000 agricultores plantaron más de 25 millones de plantones. Las plantaciones varían considerablemente según los casos pero cada vez en mayor medida los campesinos pasan de especies aptas sólo para combustible y para la producción de leña a las especies con propósitos múltiples e intercalan los árboles con cultivos agrícolas como el maíz, el sorgo y los frijoles.

Las encuestas realizadas entre los campesinos participantes en este proyecto indican que ellos consideran que el principal beneficio de los sistemas mixtos árboles-cultivos es su capacidad potencial de ofrecer mayores ingresos. También están influenciados por otros motivos. Muchos de ellos piensan utilizar sus árboles como forma de ahorro y valoran el poder recurrir a tales ahorros cosechando los árboles cuando ellos mismos elijan. En una zona propensa a la sequía, los árboles fracasan menos que las cosechas y eso reduce la inseguridad. Cuando el 81% de los entrevistados estaban obligados a encontrar trabajo agrícola y la falta de dinero en efectivo les limitaba, el cultivo de árboles les resultaba atractivo como forma barata de uso de la tierra. Por lo tanto, el cultivo de árboles podría permitir a los campesinos pobres aumentar la cantidad de tierra que pueden trabajar (Conway, 1987).

Quizás el caso mejor conocido de cultivo comercial de árboles es el de la India, donde un gran número de cultivadores adoptaron el cultivo de árboles como alternativa al de otros productos agrícolas. En varios Estados se realizaron estudios sobre las motivaciones tras las decisiones de los campesinos (Skutsch, 1987; Arnold et al, 1988; Tushaar Shah, 1987). En todos los casos, el cultivo arbóreo se da donde existen mercados fuertes y en expansión para la madera, la pulpa de madera y otros productos madereros. Las principales razones que aducen los agricultores que pasan a cultivar árboles son las siguientes:

* los escasos insumos en mano de obra que los árboles necesitan, lo cual reduce el costo del trabajo asalariado y los problemas de la gestión de la mano de obra;

* los costos anuales mínimos de operación una vez establecida la plantación;

* la menor necesidad de agua una vez establecidos los árboles y su mayor resistencia a la sequía, lo cual reduce el peligro de que fracase la cosecha;

* el hecho que los árboles aportan un modo de acumular un capital a bajo riesgo.

Para esos agricultores indios muchos de los cuales -aunque no todos- son campesinos acomodados, el cultivo de árboles como empresa comercial ofrece numerosas ventajas. Desde su punto de vista, el pasar al cultivo de árboles podría aumentar sus ingresos y, por lo tanto, mejorar indirectamente su situación en lo que respecta a la seguridad alimentaria. Sin embargo, para las familias sin tierra de la misma zona los efectos de dicho cultivo podrían resultar menos ventajosos. Existe la preocupación de que el cultivo comercial de árboles pueda afectar a los miembros más pobres de la comunidad al reducir la necesidad de mano de obra agrícola. En la practica, sin embargo, es difícil encontrar datos confiables acerca de los efectos de este tipo de cultivo sobre el empleo. El empleo extra resultante de las actividades relativas a la elaboración de la madera podría compensar por lo menos algunos de los puestos de trabajos perdidos en la agricultura. Pero si el efecto neto fuese una pérdida substancial de empleos, los ingresos y la seguridad alimentaria de los campesinos más ricos podrían mejorar, en ese caso, a costa de los grupos más pobres.

4.6.3 Manejo de los terrenos boscosos en barbecho

Los dos ejemplos anteriores de ordenamiento del cultivo de árboles, los huertos familiares y los montes madereros, ayudan a ilustrar algunos de los factores económicos que influencian las opciones de gestión que adoptan los campesinos. En esos sistemas los árboles son cultivados de modo intensivo muchas veces como respuesta a la gran presión existente sobre los recursos en tierra o en mano de obra al alcance del agricultor.

El cultivo migratorio, y otros sistemas de cultivo dependientes del barbecho forestal, también responden a la creciente presión sobre los recursos. En su forma tradicional, el cultivo itinerante es un uso sumamente eficiente de los recursos del agricultor. La mano de obra familiar es el principal recurso a disposición del campesino itinerante. Cuando existe tierra suficiente para permitir el barbecho, ninguna otra práctica agrícola remunerará mejor la mano de obra sin ningún insumo de capital. La vegetación del barbecho mantiene la productividad del suelo y el desmonte y la quema crea las condiciones para el cultivo de alimentos con insumos mínimos para la preparación del suelo y el deshierbe. Aunque los períodos de cultivo pueden ser ampliados aumentando el deshierbe es más fácil talar, rozar y quemar una nueva zona. De un modo similar, los rendimientos por hectárea podrían aumentar con un cultivo más intensivo, pero a costa de una producción menor por unidad de mano de obra. Mientras puedan satisfacer sus objetivos productivos utilizando métodos menos intensivos en mano de obra, los campesinos lógicamente permanecerán apegados a ellos (Rambo, 1984; Raintree y Warner, 1986).

Al disminuir el acceso a la tierra, junto con la posibilidad de sostener los métodos tradicionales, los campesinos eventualmente comienzan a intensificar sus prácticas agrícolas (Olafson, 1983; Raintree y Warner, 1986). Estas son generalmente pequeños cambios de incremento que incluyen un mayor insumo de mano de obra y a veces de capital, bajo la forma de fertilizantes o de herbicidas. En algunos casos la evolución hada el abandono del cultivo migratorio podría también llevar a dejar el cultivo de árboles, pero puede incluir el ordenamiento de los mismos.

Una práctica generalizada en una primera etapa es el enriquecimiento del barbecho estimulando o plantando especies arbóreas que aceleran la regeneración de la fertilidad del suelo o aportan productos de subsistencia o de valor comercial. El cultivo de la Acacia senegal como cultivo de barbecho en Sudán es un ejemplo de una especie que aporta ambas cosas; es leguminosa y produce goma arábica para la venta y leña, fibra y otros productos para el uso hogareño. Otros ejemplos incluyen el ordenamiento de la palma babasú para obtener tanto productos de subsistencia como productos comerciales unidos al cultivo itinerante en grandes zonas del Nordeste brasileño (May et al, 1985a), y la plantación de rotén como cultivo comercial en el ciclo itinerante en Borneo (Weinstock, 1983).

Acacia senegal

Al forzar la presión sobre la tierra una transición hacia el cultivo continuo, se pueden adoptar varias formas de cultivo mixto. Incorporando a los cultivos alimentarios especies que enriquecen el suelo, se reproduce las funciones del barbecho. Se pueden encontrar numerosos ejemplos de tales estrategias de barbecho continuo, como el mantenimiento de Acacia albida en las zonas cultivables del Sahel.

El cultivo mixto de Sesbania sesban con maíz en algunas partes de Kenya occidental es otro interesante ejemplo. Cuando se saca el maíz al cabo de unos tres años se deja la Sesbania como cultivo de barbecho durante uno o dos años y luego se desmonta y se la utiliza como leña. Después se repite el ciclo. En un ciclo de diez años se estima que la producción maicera por hectárea equivale a menos de la mitad de la de un campo sólo cultivado con maíz. La ventaja, sin embargo, reside en que necesita la mitad de la mano de obra y en que el rendimiento maicero por unidad de mano de obra es mayor, además de la leña y de los beneficios que aporta a la protección del suelo (Banco Mundial, 1986). En esta situación el factor limitante de la producción de alimentos es la mano de obra y una vez más los campesinos responden a una interrelación entre la disponibilidad de los recursos y los objetivos de la producción.

Estos ejemplos provenientes de tres sistemas de cultivo bastante diferentes sirven para ilustrar el carácter complejo, para el campesino, del proceso de adopción de las decisiones. La disponibilidad de recursos -en particular, tierra, mano de obra y capital- tiene una importancia vital cuando se trata de decidir qué estrategia será más eficaz para la gestión y cuál puede ser el papel que los árboles pueden desempeñar más útilmente. También tiene una importante influencia las oportunidades de comercialización de los productos agrícolas y la disponibilidad de empleo no agrícola.

4.6.4 Incentivos al agricultor para el cultivo de árboles

Resulta claro que los campesinos cultivan árboles por muchas y diferentes razones. El cultivo de árboles puede contribuir de modo importante a la seguridad alimentaria familiar: suministrando alimentos, insumos agrícolas, fertilidad del suelo y una fuente de ingresos en efectivo. Para los programas de silvicultura destinados a mejorar la seguridad alimentaria familiar es esencial comprender cómo y cuándo pueden ser mejor explotados los árboles por los campesinos.

Al comparar las practicas del cultivo arbóreo en diferentes partes del mundo se desprende que muy a menudo los árboles predominan allí donde son limitados los recursos físicos y de mano de obra y capital. En tales situaciones, los árboles pueden desempeñar uno o más de los siguientes papeles, que se superponen:

* pueden ayudar a mantener la productividad de la tierra en situaciones donde escasea el capital y pueden substituir en cierta medida la compra de insumos como fertilizantes y herbicidas y la inversión en la protección del suelo y del cultivo;

* debido a los escasos insumos y atenciones que requieren, cuando escasea la mano de obra pueden ser el modo más eficaz de uso de los recursos;

* pueden suministrar las mejores oportunidades de obtención de ingresos cuando el tamaño de la propiedad o la productividad caen por debajo del nivel necesario para satisfacer las necesidades familiares alimentarias básicas a partir de la producción de alimentos en la unidad agrícola;

* pueden permitir a los agricultores distribuir los riesgos al diversificar su producción, eliminando el carácter estacional de los insumos y la producción y construyendo una reserva de capital bajo la forma de árboles prontos para ser cosechados y vendidos durante una situación de emergencia.

4.6.5 Cultivo comercial de árboles v seguridad alimentaria familiar

En principio, un aumento del ingreso familiar mejora el acceso de dicho hogar a los alimentos. En la practica, sin embargo, el paso de la producción de subsistencia a la de productos comercializables redujo en ciertos casos la seguridad alimentaria familiar, con efectos negativos tanto sobre la estabilidad y calidad del suministro de alimentos como sobre el bienestar nutricional de los, niños. Algunos de los factores que contribuyeron a este resultado fueron el aumento de los precios de los alimentos, la pérdida de posibilidades de empleo, la vulnerabilidad ante las fluctuaciones de los precios de los cultivos comerciales, las fluctuaciones en la disponibilidad y en los precios de los alimentos que debían ser comprados y la reducción del control que tienen las mujeres sobre los recursos del hogar.

Potencialmente, por lo tanto, los cultivos de árboles podrían tener una influencia negativa sobre la seguridad alimentaria familiar. El cultivo de árboles puede reducir la tierra destinada a los cultivos de alimentos provocando así la pérdida de empleos; la promoción de los servidos de tales cultivos se concentra sobre los agricultores varones, muchas veces hay un solo producto comercializable con pocos compradores potenciales; y se necesitan años para que los árboles maduren.

En la práctica, muchos de estos efectos potenciales negativos son compensados por otras características del cultivo de árboles. Tal como hicimos notar anteriormente, el paso del uso de la tierra para cultivar alimentos a los cultivos comerciales es muchas veces una respuesta al cambio de las condiciones que hace que el cultivo de alimentos resulte impracticable (por ejemplo, una creciente escasez de tierra o de mano de obra). El cultivo de árboles puede suministrar a los agricultores los medios de mantener su tierra en un uso productivo con un mínimo de insumos de mano de obra.

La influencia del cultivo de árboles sobre la seguridad alimentaria familiar depende del tipo de árboles cultivados y del modo en que éstos son ordenados. Si la tierra que antes utilizaban las mujeres para cultivar alimentos pasa a ser usada para plantar eucaliptos bajo el control de los maridos de aquéllas, los arboles podrían tener una serie de efectos negativos sobre la seguridad alimentaria familiar. Por otro lado, la mayor parte de las especies arbóreas cultivadas suministran forraje, leña, alimentos, ramaje, sombra y protección del suelo, además de generar ingresos en efectivo.

Existe el peligro, sin embargo, de que los programas forestales que estimulan la plantación de árboles dentro de las unidades agrícolas puedan inducir a los campesinos, para quienes no es apropiado, a pasar al monocultivo de árboles. Los incentivos monetarios y la concentración en unas pocas especies conocidas para los expertos forestales pero inadecuadas a las necesidades de los hogares campesinos podrían tener un efecto negativo sobre la seguridad alimentaria familiar. Las presiones para alcanzar las metas ambiciosas que caracterizan a muchos grandes programas de "cultivo forestal" podrían intensificar esos peligros.

4.6.6 Los árboles como seguro

La vulnerabilidad ante las situaciones de emergencia y otras contingencias similares y la incapacidad de tomar medidas en previsión de ellas son aspectos importantes de la pobreza y a menudo olvidados. Las situaciones de emergencia, como la enfermedad de un miembro de la familia o la pérdida de los bienes debido a un robo, un incendio o una inundación son, por su naturaleza misma, impredecibles. Es más fácil proveer algunos tipos de grandes gastos periódicos, como las bodas. En ambos casos pueden provocar un gran desgaste en los recursos familiares, que obliga a vender o hipotecar bienes o a pedir dinero prestado, muy a menudo a tasas de interés exorbitantes. A una familia que ya es pobre tales acontecimientos pueden hundirla aún más en la pobreza, minando gravemente su capacidad de obtener alimentos y otras necesidades básicas.

Los árboles pueden aportar un modo útil para hacer frente a las contingencias. En muchas partes del mundo se los utiliza como un modo de ahorro al que se puede recurrir para enfrentar tales necesidades. En algunos casos se les planta deliberadamente con este fin, para cortarlos y convertirlos en madera o en leña cuando surge la necesidad de una gran suma de dinero.

Como medio de ahorro, los árboles presentan muchas ventajas. Exigen en efecto escasas inversiones de capital, a diferencia de otros métodos de ahorro, como el ganado o la tierra arrocera. En condiciones favorables de crecimiento, su valor crece y no son sensibles a la inflación. Pueden ser cosechados cuando se los necesita y en la cantidad necesaria y a algunos árboles se los puede cortar periódicamente de modo que la inversión se recupera por sí misma con un costo extra mínimo.

Cultivar árboles, por supuesto, no es algo carente de riesgos. Hay que protegerlos de los daños causados por los animales o por los incendios. También su comercialización plantea problemas, especialmente para los agricultores pobres que sólo pueden vender pequeñas cantidades. En algunos casos, son ambiguos los derechos de propiedad sobre los árboles y los agricultores tienen que hacer largas gestiones antes de obtener permiso de talarlos. Los árboles, por lo tanto, podrían no ser una forma ideal de ahorro y tampoco un modo de ahorro al alcance de todos. Pero ellos representan para muchas familias rurales un modo barato y práctico de hacer frente a las situaciones de emergencia (Chambers y Leach, 1987).

4.7 TENENCIA DE LA TIERRA Y SEGURIDAD ALIMENTARIA


4.7.1 Distribución de la propiedad agrícola de la tierra
4.7.2 Propiedad de los árboles

El problema de la tenencia de la tierra está implícito en muchos aspectos de la silvicultura y de la seguridad alimentaria. Quién controla la tierra y quién la posee tiene una importancia vital para determinar a quién pueden beneficiar la tierra arable, los árboles y los montes.

4.7.1 Distribución de la propiedad agrícola de la tierra

Debido a que el control de la tierra es un problema importante y delicado, rara vez es fácil obtener información sobre su propiedad (Chambers, 1983). Sin embargo, aunque pueda resultar difícil obtener datos precisos, el modelo general de propiedad de la tierra en la mayor parte de los países del Tercer Mundo está claro. Salvo poquísimas y notables excepciones, la distribución de la tierra es sumamente desigual. Los datos varían según sea el país pero es bastante común que el 10 por ciento de los propietarios controlen más del 40 por ciento del total de la tierra arable. En algunos países, particularmente en América Latina y en Asia, la concentración de la tierra en manos de los ricos es mucho mayor.

Incluso en las comunidades más pobres hay diversos grados de pobreza y las familias con pequeños lotes son substancialmente más ricas que las que no tienen casi nada o nada (Castro et al, 1981). Muchas familias carecen incluso de derechos permanentes sobre el lote donde han fijado su casa (Herring, 1983).

4.7.2 Propiedad de los árboles

Sin embargo, es importante distinguir entre la tenencia de la tierra y la tenencia de los árboles, dado que ambas son a menudo diferentes. En muchos casos, la propiedad de la tierra no garantiza automáticamente los derechos sobre los árboles que crecen en ella (Fortmann y Riddell, 1984).

Los grandes árboles madereros de Kenya central, por ejemplo, a menudo son considerados propiedad de grupos de parentesco ampliado aunque puedan estar situados en una tierra predominantemente privada (Castro, 1983). En Papua Nueva Guinea se observó que un individuo puede obtener la propiedad de árboles de importancia económica, como los de café, las nueces o los árboles de nueces de betel de las tierras altas, sea plantándolos, heredándolos o gracias a un regalo. Tal propiedad no confiere por sí misma derechos sobre el suelo donde están plantados los árboles. De este modo, uno puede quizás recibir como regalo un monte, pero la tierra sobre la cual crecen los árboles sigue siendo propiedad de quien los regaló o de su clan (Grossman, 1984).

En otros casos, los árboles absorben los derechos de la tierra donde crecen (lo cual es común en toda Africa occidental húmeda) y por esta razón a muy pocos agricultores se les permite plantar árboles en las tierras que cultivan, pues éstas muchas veces "pertenecen" a los jefes o a las familias ampliadas (Gastellu 1980 in Falconer, 1989b).

Los derechos a la tierra boscosa a veces son también definidos de modo diferente de los que gobiernan el acceso a la tierra arable (Fortmann y Riddell, 1984).

Incluso en las zonas donde generalmente las tierras de labradío son privadas, los bosques silvestres pueden permanecer bajo la jurisdicción de las comunidades o de otros grupos locales. En Nepal, recientemente se adoptaron medidas para devolver a las aldeas áreas forestales que anteriormente habían sido nacionalizadas.

En algunos países, como la República Dominicana y Honduras, el Estado es el propietario de todos los árboles del país y la tala sin permiso es penada, incluso en el caso de los árboles situados en las propiedades de los agricultores. Aunque haya sido pensado para proteger los árboles, este tipo de legislación tiene a menudo el efecto opuesto y disuade a los agricultores a tomar la iniciativa de plantar árboles por sí mismos (Murray, 1981).

Por último, hay que hacer notar que el derecho de explotación de los diversos productos arbóreos o forestales (tanto en las tierras de labradío como en los bosques) a menudo son diferentes de los relacionados con la propiedad de los árboles. Por ejemplo, la gente puede gozar del derecho de recoger en los bosques medicinas y alimentos pero no de vender los árboles como madera o leña. A menudo, los sistemas de tenencia tradicionales otorgan un acceso bastante libre y justo a los bienes silvestres de subsistencia (por ej., alimentos y medicinas) mientras, en cambio, el acceso a aquéllos con valor comercial o simbólico puede ser más restringido (Boamoah 1986 y Falconer, 1989b).

Los sistemas de tenencia de los árboles tienen una profunda influencia en lo que respecta a la determinación del papel que pueden desempeñar en la seguridad alimentaria familiar los bosques y los árboles cultivados y muy a menudo pueden constituir un factor vital para inhibir o estimular el cultivo de árboles (Fortmann, 1984). En algunos casos, esos sistemas pueden transformarse ya que los cambios en la economía rural así como en el medio ambiente físico modificarán también el valor de los diferentes árboles y productos forestales.

Irvingia gabonensis (G. Kunkel)

4.8 RECURSOS DE PROPIEDAD COMUNITARIA: COMO PROTEGER LA SEGURIDAD ALIMENTARIA FAMILIAR


4.8.1 Diversos sistemas de propiedad comunitaria
4.8.2 Sistemas de propiedad comunitaria impuestos desde afuera
4.8.3 El desarrollo a partir de las instituciones existentes

En muchas partes del mundo, especialmente en Africa, permanecen bajo diversas formas de control comunitario importantes zonas de los bosques silvestres y los montes. El acceso a los alimentos y otros productos forestales que ellos suministran es determinado por las costumbres y reglas tradicionales que en algunos casos, aunque no en todos, son respaldados por la legislación formal.

Estos recursos de propiedad común en muchos casos están sufriendo una creciente presión debido al aumento de la población humana y animal, a la nacionalización de los bosques y tierras baldías, a la creciente privatización de dichas tierras y a diversos otros factores. Para la seguridad alimentaria y el bienestar de muchas familias que dependen de esos recursos tiene gran importancia la respuesta concreta que se da a esas presiones.

Ante las crecientes presiones demográficas está muy generalizado el criterio de que la privatización es el único modo de proteger los recursos de propiedad comunitaria de su superexplotación (Hardin, 1968). Los sistemas de gestión de los recursos basados en los derechos comunitarios han sido a menudo considerados inherentemente ineficientes y causa del deterioro de los recursos naturales pues cada individuo trata de obtener una ganancia máxima. Ese juicio supone que en todos los sistemas de propiedad comunitaria todos tienen un libre e irrestricto acceso al recurso. Esta suposición es, sin embargo, errónea y causa de errores al considerar que ésta es la única forma y la forma general en que los recursos comunes pueden ser y son efectivamente administrados (Dani et al, 1987). En realidad, muchos sistemas tradicionales de propiedad comunitaria están siendo ignorados y otros están siendo reemplazados por la privatización sobre la base del supuesto discutible de que así se obtendrán bases de gestión más eficaces.

4.8.1 Diversos sistemas de propiedad comunitaria

Existen, en efecto, muchos tipos diferentes de sistemas de propiedad comunitaria. La mayoría de ellos incorpora mecanismos para protegerlos de los abusos y de la superexplotación.

Los sistemas pastoriles son un ejemplo. Normalmente, tienen sistemas de manejo de las tierras baldías sumamente desarrollados, con derechos y deberes mutuamente reconocidos. Los masai, por ejemplo, según una descripción (Jacobs, 1980), tradicionalmente habían "elaborado una rotación del pastoreo, para dejar reservas de pastos para obtener heno en estación seca; el uso regular de los asnos para transportar agua... para permitir que mientras fuese posible los campamentos no tuviesen que recurrir a sus reservas para la estación seca...y censuras y prohibiciones sociales regulares a las familias o campamentos que no aplicasen las técnicas de manejo adecuadas". Este no es un sistema absolutamente Ubre para todos sino, por el contrario, un sistema cuidadosamente reglamentado que incluye derechos y deberes definidos y aplicados dirigidos a responder tanto a las necesidades sociales como a las ambientales.

En muchas partes del mundo los pequeños propietarios siguen manteniendo sistemas de tenencia de la tierra de grupo o de corporación que asumen diversas formas (Erasmus, 1977). El rasgo distintivo de los mismos es que los derechos a la tierra pertenecen, en última instancia, a un grupo social local, como una familia extensa, una casta, tribu o aldea. Un miembro del grupo tiene derechos de herencia al uso de la tierra dentro de la jurisdicción de la comunidad, pero no puede venderla.

Una de las características más importantes de esos sistemas, desde el punto de vista de la seguridad alimentaria familiar, es que son controlados localmente y, por lo tanto, son flexibles- en el caso de la gestión de los recursos forestales tal rasgo reconoce el hecho que los mismos son particularmente esenciales en los períodos duros, estacionales o de emergencia.

4.8.2 Sistemas de propiedad comunitaria impuestos desde afuera

Los sistemas de propiedad común impuestos desde afuera han tenido escasos éxitos pues han sido planeados por foráneos que muy raramente fueron capaces de comprender suficientemente bien las condiciones locales como para elaborar un sistema adecuado a las necesidades, valores y aspiraciones locales.

La cría de ganado en grupo, por ejemplo, durante una década o más fueron una forma cara y popular de ayuda al desarrollo de los pastores africanos. El índice de éxito de esos proyectos fue sumamente bajo; algunos observadores sostienen incluso que en el Africa contemporánea no se puede encontrar ni un rancho de cría en grupo que sea próspero (Dyson-Hudson, 1985).

Las agencias de ayuda al desarrollo también han promovido ampliamente los montes comunitarios. Ellos se basaban en el supuesto que las comunidades cooperarían con entusiasmo y eficacia plantando los árboles, cuidándolos y protegiéndolos, y que se podría asegurar una distribución equitativa de los beneficios. Sin embargo, por lo general, los resultados en la India, en Africa y en otras partes del mundo han sido desalentadores.

La heterogeneidad de las comunidades, la diferencia de intereses en el seno de éstas, la escasez de tierra y la falta de seguridad sobre la tenencia de la misma, los problemas surgidos en la distribución de los beneficios y la carencia de una estructura general de cooperación, han sido los factores determinantes de la falta de éxito. La raíz del problema reside en que "la estrecha interdependencia entre los miembros requerida por los programas comunitarios no puede ser promovida por decreto" (Cernea, 1985).

4.8.3 El desarrollo a partir de las instituciones existentes

No hay duda que, en el pasado, los sistemas de gestión comunitaria de la propiedad fueron medios generalizados y eficaces de administración de muchos recursos naturales, entre los cuales los bosques, las tierras baldías, el agua y la pesca. En muchas comunidades, debido al crecimiento de la población, a las fuerzas del mercado, a la privatización, las intervenciones estatales u otros cambios socioeconómicos, las reglas fueron rotas y esos sistemas tradicionales se debilitaron. Sin embargo, a pesar de esa alteración, muchos de ellos siguen desempeñando un importante papel en la gestión de los recursos naturales escasos, completando los sistemas basados en los derechos privados y combinándose con éstos (Runge, 1986).

Apoyándose en las instituciones existentes podría resultar posible que la población local y las agencias externas puedan cooperar para elaborar sistemas de gestión comunitaria de la propiedad que tengan en cuenta los factores locales, permitan a los pobres el acceso a los montes en ciertas condiciones y aseguren la conservación del recurso natural. Ningún enfoque resultará adecuado para todas las situaciones. Mucho depende, en efecto, de las circunstancias locales, de las tradiciones de acción colectiva existentes y de la calidad de los dirigentes locales.

El problema reside, sin embargo, en el hecho que, en el caso de muchas familias rurales y especialmente de las pobres, los recursos de propiedad comunitaria son los únicos disponibles. Para promover la seguridad alimentaria de esos grupos habrá que conceder una atención mucho mayor a la gestión eficaz de dichos recursos.


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