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CAPITULO 7 - FINCA FORESTAL PARA EL MERCADO


7.1 La economía privada de la madera
7.2 Conección con la economía oficial de la madera
7.3 Fincas forestales en tierras públicas
7.4 Igualdad de acceso a las fincas forestales comerciales
7.5 Otros aspectos sociales
7.6 Aspectos ambientales
7.7 El alcance de la finca forestal para el mercado

Donde hay mercado para la madera y otros productos arbóreos, los campesinos pueden emprender un programa mas intensivo de cultivo y manejo forestal, para producir bienes de mercado. En estas circunstancias, los árboles adquieren el carácter de muchos cultivos comerciales: deben ser plantados, cosechados y comercializados, además el agregar otros insumos, tales como fertilizantes y riego, podría aumentar las ganacias de los agricultores.

42) Fertilidad del suelo - un factor decisivo

La experiencia ha demostrado que la demanda del mercado puede proporcionar un importante incentivo para que los campesinos se dediquen al cultivo de los árboles. Pueden haber varias ventajas en cuanto a la asignación de recursos. El cultivo forestal podría ser mas rentable que otros cultivos, y así permitir el aprovechamiento económico de tierras no adecuadas para la agricultura, o quizás adaptarse más fácilmente a la disponibilidad de mano de obra familiar que otras actividades agrícolas. Como las especies arbóreas no se deterioran si no se cortan en un determinado tiempo, se les puede dejar crecer hasta que las condiciones del mercado sean favorables, así los riesgos financieros serán menores que en los cultivos anuales. Una vez establecidos, los árboles también superan mejor los periodos de sequía que estos cultivos.

Por otra parte las ganancias obtenidas de la venta de los productos forestales comienzan a recogerse sólo después de un periodo de varios años: muchos campesinos tal vez no están en condiciones de privarse de ingresos, paralizar el uso de la tierra y otros recursos por tanto tiempo. El periodo de producción relativamente prolongado puede suponer, también, un riesgo para ellos en determinadas circunstancias relacionadas con la tenencia de la tierra y de los árboles o si las condiciones futuras del mercado son susceptibles a cambios diversos. El manejo de los arboles también implica aportes periódicos de capital y mano de obra mas allá de lo que el pequeño propietario podría asegurar con sus propios recursos.

El grado en que los agricultores responden a los incentivos que ofrece el mercado en cualquier zona determinada, dependerá, así, de como sean las ganancias en comparación con los ingresos obtenidos de otras actividades, así como también de la capacidad productiva de ellos mismos y del acceso a los insumos necesarios. Los servicios de apoyo que proporcionan acceso a los créditos y mercados, deben probar ser tan importantes a este tipo de cultivo de árboles por los campesinos, como lo es el asesoramiento técnico forestal y las existencias para plantar.

Las fincas forestales para el mercado también pueden ser importantes en una escala mayor que la de una finca individual. Como por ejemplo, ser capaces de generar empleo e ingresos adicionales en las áreas rurales. Además, el sector privado es generalmente un productor mas eficiente de bienes y servicios que el sector público, por esto, las fincas forestales son a menudo mucho mas productivas que las plantaciones manejadas por el estado. Por último, si un programa de fincas forestales está adecuadamente planificado, puede contribuir a satisfacer varios objetivos sociales tanto como ambientales.

No es nuevo que los campesinos cultiven arboles para producir bienes para la venta. Por ejemplo, en Sudan y otros lugares, la Acacia Senegal se ha cultivado por largo tiempo como un cultivo para el periodo de barbecho en la producción de goma arábiga. Este producto ha sido comercializado desde hace 4000 años a.C. por lo menos y su comercio, durante algún tiempo, ha estado sujeto a algunos mecanismos de control y mercadeo. En cambio, gran parte del reciente aumento en las fincas forestales comerciales ha sido en respuesta a los nuevos mercados que hasta ahora carecían de estructuras oficiales.

7.1 La economía privada de la madera

En muchas zonas, a medida que los recursos forestales han comenzado progresivamente a escasear, la madera gradualmente ha entrado en la economía de mercado. Cantidades crecientes de leña, carbón vegetal y madera para estructuras básicas son comercializadas por el sector privado. El volumen del mercado es rara vez registrado en los ejercicios contables nacionales. No obstante, éstos son en ocasiones bastante importantes y han proporcionado un incentivo significante para que los campesinos establezcan fincas forestales.

43) Carbón vegetal - una fuente de ingresos en el medio rural (A)

43) Carbón vegetal - una fuente de ingresos en el medio rural (B)

El desarrollo de mercados para la madera es particularmente notorio en los alrededores de las áreas urbanas, donde existen a veces complejas redes de productores, distribuidores, vendedores y compradores de leña y carbón vegetal (Morgan, 1983). La producción de este último puede ser una fuente importante de ingresos y empleo en las zonas rurales, porque a diferencia de la leña, el carbón puede ser transportado económicamente a grandes distancias. Aunque la producción del carbón vegetal puede crear grandes presiones sobre los frágiles sistemas de las sabanas, en otras zonas puede ser una actividad razonablemente fácil de sostener.

Algunos programas han introducido con éxito las fincas forestales, estimulando a los pequeños propietarios a plantar árboles para satisfacer las nuevas demandas de leña y carbón vegetal. En Haití, los campesinos han iniciado con rapidez el cultivo comercial de árboles debido a la demanda urbana de combustible y postes de construcción. El programa de fincas forestales se derivó de esfuerzos comunales anteriores que fueron abandonados por falta de fuertes tradiciones de cooperación comunal y propiedad de la tierra. Sin embargo, hay tradiciones bastante arraigadas sobre propiedad privada y un gran número de familias tienen acceso a terrenos, muchos de los cuales son inadecuados para la agricultura.

Mientras otros programas de cultivo de árboles en Haití han recalcado los beneficios ambientales de las plantaciones, éste hace énfasis en la rentabilidad financiera. Organizaciones no gubernamentales han asumido la mayor parte de las responsabilidades para iniciar los viveros de árboles, y las plantas se suministran a los campesinos a precios de costo. Entre 1981 y finales de la estación de lluvias de 1983, más de 6 000 familias habían participado en la plantación de alrededor de 4 millones de ejemplares. Todavía es demasiado pronto para especular sobre la futura rentabilidad de esta actividad, y algunos críticos han mostrado su preocupación por la asistencia técnica y las expectativas demasiado optimistas dadas a los sectores participantes. Sin embargo, los directores de proyectos han anticipado que éstos tendrán pocos problemas para explotar el mercado del carbón vegetal y la leña (Murray, 1983).

Quizás el único programa de fincas forestales que se ha dado a conocer mas ampliamente sea el del estado de Gujarat, en la India, donde el mercado para postes de construcción y de leña ha proporcionado a los campesinos un fuerte incentivo para plantar árboles. El departamento forestal estatal inició este plan a principios de los años setenta, como un componente de su programa social forestal. La idea original fue que los campesinos plantarían los árboles en las tierras no usadas o marginales y alrededor de sus propiedades.

44) Arboles - un cultivo comercial de la India

A medida que el proyecto evolucionaba, algunos campesinos comprobaban que, incluso, era más rentable cultivar especies arbóreas en las tierras agrícolas, que los cultivos comerciales habituales, tales como el algodón y el tabaco. Los árboles resultaban tener varias ventajas importantes sobre los cultivos convencionales. La finca forestal significaba menos mano de obra intensiva, y ésta podía distribuirse más uniformemente durante el ano, ya que los árboles podían cortarse durante la estación seca, cuando la demanda de mano de obra había disminuido. Esto redujo la necesidad total de la fuerza de trabajo y simplificó el manejo agrícola.

En Gujarat, cultivar especies arbóreas, sobre todo eucaliptos, de hecho se ha convertido en una actividad extraordinariamente lucrativa. Un análisis financiero preliminar de las actividades de cultivo de arboles, de uno de los primeros cultivadores que plantó especies forestales en Gujarat (quien intercaló eucaliptos y algodón durante el primer año), identificó costos de inversión de alrededor de 1 700 dólares por hectárea y una ganancia total, después de cinco años, de 5 900 dólares por hectárea.

Mientras que la tasa interna de retorno fue calculada en un 129 por ciento para la primera rotación, se estimó un aumento del 213 por ciento por cada siguiente corte de retoños (Gupta, 1979). Estos pronósticos de rentabilidad eran superiores a los de cualquier otro cultivo. En algunos casos, los campesinos se han comprometido a plantar árboles porque además de estas ganancias de alto potencial, las posibilidades de producir el siguiente cultivo mejor pagado, el algodón, se han visto seriamente limitadas por la Junta Gubernamental de Comercialización del Algodón.

La respuesta de los campesinos a la rentabilidad de este tipo de fincas forestales ha sido entusiasta. El índice de distribución de plantas producidas por el gobierno se cuadriplicó entre los años 1975 y 1979, pasando de 12 millones a 48 millones de arboles por año, en 1981 se duplicó de nuevo a 100 millones y en 1983 nuevamente, alcanzando 195 millones de plantas. Para la población rural del estado de unos 25 millones de habitantes, esto representa cerca de ocho plantas por persona durante 1983.

Mas del 5 por ciento de la población agrícola de Gujarat ha comenzado a participar en las fincas forestales, y en 1983 se había plantado el equivalente de 150 000 hectáreas. De acuerdo a una estimación, alrededor del 22 por ciento de las plantas fueron distribuidas a campesinos con propiedades de menos de 2 hectáreas, aunque otros estudios muestran un porcentaje más bajo de plantación de árboles realizadas por campesinos con pequeñas propiedades (Patel y Doshi, 1984).

Inicialmente, los campesinos podían obtener hasta 10 000 plantas gratis. Considerando que el salario de un trabajador agrícola es equivalente a 1 dólar aproximadamente, el costo de unos 2 dólares por cada 100 plantas, representó para aquéllos que decidieron participar en el programa, un importante subsidio. Debido a que los agricultores de propiedades mas grandes pueden aprovechar mejor estas subvenciones y debido a los problemas que siguieron en relación a la igualdad del beneficio, el número de plantas distribuidas gratuitamente se redujo a 3 500, y es probable que se reduzca más adelante a 1 000. Los campesinos que quieran plantar más árboles, los pueden comprar al Departamento Forestal o a otros particulares que han establecido sus propios viveros. Estos viveros privados han sido un valioso complemento para los suministros de plantas del Departamento Forestal.

En el proceso de planificación de este proyecto, se subestimó considerablemente el interés de los agricultores en la plantación de árboles. En 1979, cuando se presentó al Banco Mundial la propuesta para el financiamiento de una nueva fase del programa social forestal, estaba previsto que las fincas forestales serían un componente relativamente pequeño del proyecto. En el análisis económico, la leña y los postes para construcción fueron valorados substitutivamente porque se tenia la impresión equivocada de que eran productos no comercializables. Sin embargo, al final de la temporada de plantación de 1984, se había distribuido a los campesinos una cantidad cuatro veces mayor de plantas que las que se tenía planeado.

No obstante, hay indicios de que este auge de plantación de árboles no puede continuar indefinidamente. Dentro de pocos años, muchos de los ejemplares plantados en 1979 estarán en condiciones para ser vendidos, y hay una posibilidad real de que el mercado experimentará una saturación de postes para construcción y de leña. La caída de los precios en el mercado desanimaría a los agricultores de continuar plantando y las tierras podrían volver a ser utilizadas para otros cultivos comerciales, a menos que se abriesen o desarrollasen otros mercados para la madera.

La saturación del mercado de postes para construcción probablemente haría bajar el precio de la leña y la haría más accesible a personas que de otra manera no podrían comprarla. Se podrían establecer nuevas industrias basadas en la madera para absorber parte de la poca demanda. Sin embargo, aunque los agricultores tengan alguna flexibilidad para responder al exceso de abastecimiento, ya que pueden dejar sus árboles en el campo hasta que el equilibrio del mercado se haya restablecido, para muchos sería muy difícil adaptarse a tales transtornos.

Durante los próximos años, el riesgo será especialmente alto para los pequeños agricultores que carecen de una suficiente experiencia comercial. La inestabilidad del mercado puede hacerlos vulnerables al abuso de los intermediarios y se ha recomendado que se busquen planes alternativos de mercadeo para reducir estos riesgos. Tales planes tomarían la forma de cooperativas de cultivadores de árboles, algunas de las cuales ya se han establecido en lugares donde los campesinos han estado particularmente entusiasmados con las fincas forestales (Dewees, 1983).

La experiencia de las fincas forestales de Gujarat ha sido criticada en algunas partes, porque el objetivo principal de las actividades era originalmente producir leña para uso local y no postes para construcción que fuesen vendidos, los que de hecho se han convertido en el principal producto. Sin embargo, los campesinos habían tenido poco interés por cultivar árboles expresamente para ese fin cuando el mercado de postes para construcción era rentable. Se está produciendo una cantidad importante de leña aún no determinada, pero mayormente como subproducto de la producción de postes para construcción obtenidos de los raleos, podas y desmoches y de los postes no comerciables.

En otros estados de la India se han adoptado diferentes variaciones del programa de Gujarat. Uno de los proyectos más grandes es el de Uttar Pradesh, donde se han proporcionado plantas a los campesinos en su mayor parte al 50 por ciento de su costo. La producción de plántulas se ha tenido que aumentar considerablemente para satisfacer la demanda. Durante la temporada de plantación 1982/83, se distribuyeron 156 millones de plantas, aproximadamente 30 veces más del número planificado.

Quizás el aspecto culminante más importante de todos los programas recientes para fomentar las fincas forestales comerciales, sea la necesidad de un conocimiento mas exacto de la economía privada de la madera al nivel de la planificación de proyectos. En algunos casos, el conocimiento inadecuado no ha sido hasta ahora un obstáculo serio para su implementación, porque el volumen del mercado de la madera fue subestimado y los programas han tenido la flexibilidad para responder a la demanda exigida. En otros casos, una comprensión insuficiente de la situación de la oferta y la demanda ha conducido a una sobreestimación de la segunda, lo cual ha limitado seriamente la capacidad del proyecto para alcanzar sus objetivos.

Los proyectos planificados sin la información de mercados adecuada pueden fracasar fácilmente. El de la región de Ilocos, en la isla Luzón, en Filipinas, fue un plan para estimular a los campesinos a plantar Leucaena para obtener leña destinada al curado del tabaco. Quienes planificaron no habían observado que las empresas dedicadas a esta actividad ya tenían asegurado el suministro de madera a través del sector privado. Los campesinos habían desarrollado sistemas tradicionales para la producción de leña en pequeñas parcelas y tuvieron poco interés en adoptar el nuevo e incierto enfoque que el proyecto promovía (Weirsum y Veer, 1983).

7.2 Conección con la economía oficial de la madera

En algunos casos, la dependencia en el mercado privado, para los agricultores, puede suponer riesgos que ellos consideren inaceptables. Quizás, estos riesgos son mayores cuando una infraestructura inadecuada de transporte limita su capacidad de acceso a comercializar los productos o cuando la producción coincide exactamente con la demanda, y el mercado está en transición desde un “mercado de vendedor” (donde los productores tienen un grado de control sobre el precio) a un “mercado de comprador” (donde los consumidores asumen este control). Los riesgos son mínimos cuando ellos pueden asegurarse un buen precio para su producción y donde los mercados son fácilmente accesibles.

45) Cultivando árboles para pulpa

Donde el sector privado es incapaz de asegurarles que recibirán precios adecuados por sus productos, una alternativa es diseñar programas que unan la producción de las fincas forestales con las demandas del mercado oficial de la madera y otros productos arbóreos. Estas conecciones pueden consistir en acuerdos comerciales entre los campesinos y las industrias madereras tales como papeleras, aserraderos e industrias basadas en las fibras.

Esta estrategia se ha tratado de aplicar con algún éxito en Filipinas. En 1968, por iniciativa de la Corporación de Industrias Papeleras de Filipinas (PICOP), se estimuló a los campesinos a emprender el cultivo de árboles para la producción de pulpa. El programa fue inicialmente concebido para ofrecer una opción a los agricultores que trabajaban en la corta y quema, quienes estaban invadiendo las concesiones forestales de la PICOP. También intentaba elevar los ingresos en el medio rural y evitar así las tensiones sociales que, de otra manera, hubieran surgido al asentarse una clase relativamente acomodada de trabajadores industriales en una región rural generalmente pobre.

Como parte del programa, fue desarrollado un sistema agroforestal que integraba la ganadería y la producción de cultivos de subsistencia con el cultivo de Albizia falcataria en parcelas de 10 hectáreas. La PICOP proporcionó las plantas a los agricultores a un precio de costo. La asistencia técnica se encauzó hacia el aumento de la eficacia del sistema agroforestal y se incorporaron elementos de la experiencia de las plantaciones industriales de la PICOP. Se garantizó a los pequeños propietarios un precio mínimo por su madera, y la Corporación acordó además pagar los gastos del transporte. El tamaño requerido de los arboles fue alcanzado en ocho años.

El programa recibió un impulso considerable en 1972, cuando la PICOP estableció un acuerdo con el Banco de Desarrollo de Filipinas (DBP), para realizar un programa de préstamos para el cultivo de arboles por pequeños propietarios. De este modo, se ofreció dinero para financiar el 75 por ciento de los costos del crecimiento y mantenimiento de la plantación. Los agricultores con títulos de propiedad recibían préstamos a un interés del 12 por ciento; los que no tenían segura la propiedad los recibieron a un interés del 14 por ciento. La PICOP continuó garantizando a los pequeños propietarios un precio mínimo de compra para su producción, pero les permitía vender la madera a otros mercados si podían conseguir mejores precios.

El plan adquirió popularidad. En 1981, el programa prestaba apoyo a 3 800 participantes y abarcaba 22 000 hectáreas. Alrededor del 30 por ciento de los agricultores se había beneficiado con el plan de crédito (Magno, 1982).

Aunque el programa intentaba incorporar los árboles gradualmente en un sistema agroforestal, en la práctica casi todos los agricultores, involucrados en el programa de préstamos, plantaron sus tierras con Albizia. En lugar de escalonar su plan de plantaciones durante varios años, cerca del 80 por ciento de los participantes en el proyecto, plantaron todos los árboles en el primer año. Las razones que ellos dieron a esto fueron los bajos costos de mano de obra para limpiar, plantar y manejar un bosque coetáneo.

El resultado fue que los pequeños propietarios tuvieron que cortar toda su plantación al final del período de rotación de 8 años. Una corta escalonada les habría permitido contar con la mano de obra familiar, en lugar de tener que pasar a trabajadores contratados y más caros. Para cubrir los costos, estos propietarios reclamaban un mayor precio en el aserradero (Development Bank of the Philippines, 1981).

No obstante, una evaluación financiera posterior del programa de la PICOP, indicó que las fincas forestales de los pequeños propietarios habían sido sumamente rentables. Bajo el más típico sistema de manejo, la tasa interna de retorno osciló entre el 22 y el 31 por ciento, dependiendo del rendimiento de la propiedad. Sin embargo, esta rentabilidad fue muy sensible al índice de salarios, ya que la mano de obra absorbía la mayor parte de los costos.

Entre las lecciones importantes que se han obtenido de la experiencia, esta la de que los proyectos que incluyen componentes de crédito, deben tener flexibilidad para responder a los cambios en las exigencias de capital del pequeño propietario. Por ejemplo, el costo de cortar no se había incluido en el programa de préstamos. Es también esencial que el calendario de desembolso de los préstamos refleje apropiadamente el calendario de requerimientos de capital y mano de obra para la corta (Hyman, 1983b).

La experiencia de la PICOP indica que existe el potencial para satisfacer la demanda industrial de la madera por medio de las fincas forestales. Basándose en esta experiencia, algunas otras industrias han usado este modelo para promover entre los pequeños propietarios el cultivo de árboles para la producción de madera y carbón vegetal. La evaluación del proyecto ha puesto también de manifiesto, que se estimuló a los campesinos a plantar más especies forestales sin los incentivos del programa de préstamos. Alrededor de la tercera parte de los beneficiarios originales del crédito, plantaron un promedio de 9 hectáreas adicionales de árboles para madera destinada a pulpa, así como para la producción de cocos y otras frutas.

7.3 Fincas forestales en tierras públicas

La mayoría de las actividades de fincas forestales comerciales han sido llevadas a cabo en terrenos privados, donde a los pequeños propietarios se les había asegurado que recibirían los beneficios del cultivo de los árboles. Recientemente se han desarrollado algunos programas para utilizar las fincas forestales comerciales como un medio para proporcionar ingresos a los campesinos sin tierras, asignándoles parcelas de propiedad estatal con este propósito y ofreciéndoles, así, seguridad en la tenencia de la tierra en zonas donde existe el mercado para el producto de los árboles.

En el estado de Bengala occidental, en la India, se ha iniciado un programa que involucra dar a los campesinos sin tierra, el título de propiedad legal de pequeñas parcelas en terrenos baldíos del gobierno. Se les asignan parcelas de media hectárea vecinas a sus aldeas y se les proporcionan plantas y fertilizantes. Como la mayoría de las parcelas están cerca, los campesinos pueden aprovechar los esfuerzos del grupo para la protección y la eventual comercialización. Las ganancias procedentes del trabajo les pertenecen a ellos. En 1981 y 1982, alrededor de un total de 400 campesinos participaron en esta experiencia (Misra, 1983).

Planes similares de tenencia de árboles para los sin tierra y los pobres han sido realizados en los estados de Rajasthan, Gujarat y Himachal Pradesh, en la India. En todos estos programas a los campesinos desprovistos de terrenos o de recursos mínimos se les concede el derecho a cultivar arboles en tierras públicas. A menudo se proporciona a los beneficiarios una cantidad de dinero para su inversión inicial y se les provee de otros insumos gratuitos, tales como plantas. En algunos casos, también se les dan pequeñas recompensas como incentivo, basadas en el índice de sobrevivencia de las plantas. Los productos intermedios, tales como pasto, ramas de los arboles, frutas y semillas, suelen pertenecer a los arrendatarios, mientras que el producto final puede ser compartido con el departamento forestal.

En otros países, también se le han asignado a las comunidades tierras estatales para fincas forestales. En Filipinas, las comunidades de montaña, pueden arrendar por 25 años terrenos forestales no utilizados, para convertirlos en fincas forestales. Estas áreas se subdividen en parcelas de 1 hectárea y se asignan a los campesinos, los cuales deben plantar al menos el 80 por ciento de su superficie con arboles. La Oficina de Desarrollo Forestal proporciona plantas y asistencia técnica. Hasta 1980 se habían asignado más de 10 000 hectáreas: sin embargo, en este programa los campesinos tendían a interesarse más en hacer cultivos para alimentos, debido a la incertidumbre de los mercados para los productos arbóreos.

En este momento no hay suficiente experiencia como para evaluar tales proyectos. Su principal atracción es que ofrecen un medio para incluir a los sin tierra y a los pobres en las fincas forestales. También pueden proporcionar una solución a largo plazo más barata y posiblemente más efectiva, al problema de la protección y manejo de los suelos marginales, de lo que otras actividades de la administración pública pudieran proporcionar. Su limitación es que básicamente sólo pueden tener un impacto relativo, ya que son capaces de absorber muy poca de la enorme cantidad de gente sin terrenos. Existe también el peligro de que estos proyectos, podrían excluir a otros campesinos sin tierras de las que habían estado utilizando en el pasado, reduciendo así su acceso al combustible, forraje, materiales de construcción, etc. Estos planes necesitan de un estrecho seguimiento durante los próximos años.

7.4 Igualdad de acceso a las fincas forestales comerciales

Cuando las circunstancias son favorables, las fincas forestales pueden producir importantes beneficios económicos a los campesinos. Esto en sí mismo puede ser difícilmente criticable. Puesto que la promoción de la actividad económica en las zonas rurales es un objetivo principal de muchas estrategias de desarrollo nacional, no pueden haber objeciones lógicas en contra de las fincas forestales, solamente basadas en que son provechosas para quienes participan en ellas (Foley y Barnard, 1984).

Sin embargo, estos programas pueden causar problemas de igualdad, y por ello han sido muy criticados en la India (Shiva et al., 1982; Centre for Science and Environment, 1982).

Es innegable que una de las características de las fincas forestales es que los propietarios de los terrenos mas grandes suelen tener mayor capacidad para participar. Los agricultores mas ricos tienen a su disposición mas recursos de capital y mano de obra, y tienen un número mayor de alternativas abiertas a ellos. Pueden tener la opción de utilizar tierras agrícolas de primera en lugar de suelos marginales para la plantación de árboles, y podrán costearse fertilizantes y riego, insumos que aumentarán su producción. También pueden permitirse contratar mano de obra adicional, si ésta es necesaria.

Quizás lo mas importante es que pueden correr el riesgo de invertir en plantaciones forestales. Pueden dedicar parte de sus tierras al cultivo de especies arbóreas, sin que esto influya gran cosa en otros cultivos comerciales y para alimentos; pueden esperar por los beneficios de los arboles mas tiempo que los propietarios de las fincas mas pequeñas. Cuando llega el momento de cortarlos, a menudo estarán en una posición más cómoda para obtener un buen precio por sus productos, y casi siempre estarán en mejor posición para aprovechar cualquier incentivo que pueda ser proporcionado para fomentar las fincas forestales.

En cambio, agricultores con pequeñas fincas o en tierras marginales, a menudo no pueden aprovechar las oportunidades que ofrecen las fincas forestales para el mercado. Siempre necesitarán una parte considerable de su terreno para la producción de cultivos de subsistencia y es muy probable, que a pesar del potencial de beneficios, quedará muy poca para dedicar a este tipo de finca. Tampoco una familia de campesinos de escasos recursos puede comprometer su situación económica, dedicando sus pocos bienes de capital y mano de obra a este proyecto, que sólo le proporcionará beneficios en 5 ó 10 años más. La falta de acceso a más capital y mano de obra reduce aún más su capacidad para participar en este tipo de actividad a un nivel considerable y competitivo.

46) ¿Demasiado pobre para fincas forestales?

El hecho de que los agricultores hacendados y más ricos tengan mayor capacidad de participación, es una característica de muchas actividades de desarrollo, no sólo de las fincas forestales. La inversión en estas clases de empresas lucrativas puede ser justificada en términos financieros; pero en realidad, los objetivos de igualdad y distribución, continúan siendo especialmente difíciles de aplicar en actividades que están programadas para estimular la formación de capital.

El desafío para los programas de apoyo es encontrar métodos para ampliar el efecto de las fincas forestales. Esto significa que los recursos no deberían gastarse de manera tal que beneficien preferentemente a los ricos. La distribución indiscriminada de plantas gratuitas, por ejemplo, da desproporcionados subsidios a los agricultores mas ricos, quienes poseen la tierra para plantar un gran número de árboles y los cuales posiblemente podrían comprarlos. También es posible que estos mismos agricultores no necesiten la concesión de préstamos, puesto que tienen acceso a los mercados financieros y comerciales. Por lo tanto, el apoyo generalmente necesita ser dirigido hacia aquéllos más pobres, quienes de otra manera no podrían cultivar estas especies como una fuente de ingresos.

7.5 Otros aspectos sociales

Los agricultores dedicados al cultivo de árboles para satisfacer las demandas del mercado, naturalmente tratarán de conseguir el precio más alto para sus productos. Los mayores precios de la madera generalmente son impuestos por los mercados urbanos, por lo que los productos de las fincas forestales a menudo terminan en las ciudades. Incluso donde la madera es vendida localmente, llegara sólo a quienes pueden comprarla. Los sin tierra y los pobres, que tienen la necesidad más urgente de los productos madereros, no tienen el poder adquisitivo para comprarla.

También existe la posibilidad de que las fincas forestales puedan incluso reducir el acceso de los pobres del sector rural al combustible y al forraje. Este puede ser el resultado en los lugares donde las costumbres permiten a los trabajadores agrícolas recoger los residuos en los campos después de la cosecha. Si estos campos están plantados con arboles, el acceso a ellos es consecuentemente restringido; por lo tanto tendrán que buscar otras fuentes de combustible y forraje.

En casos extremos, las fincas forestales podrán tener otros efectos negativos. Podrán desplazar a los trabajadores rurales en el sector agrícola. En la India, una de las razones para cultivar árboles parece ser que éstos requieren menos mano de obra que otros tipos de producción de cultivos agrícolas, reduciendo así los costos de la fuerza laboral y los problemas de manejo de la finca. Por consiguiente, los programas de fincas forestales podrían reducir las oportunidades económicas de la gente más necesitada en las zonas rurales, puesto que son los sin tierra y los más pobres, los que realmente dependen del empleo agrícola como un medio para ganarse la vida.

En algunos casos, las fincas forestales también han sido criticadas porque desvían el uso de tierras agrícolas del cultivo para alimentos al cultivo de árboles. En principio por lo menos, esto podría conducir a una disminución de la producción total de alimentos y al aumento de sus precios. Sin embargo, éste no es un problema exclusivo de estos programas. Es igualmente probable que se plantee en la introducción de otros cultivos comerciales. No obstante, es evidente que este tipo de fincas no es necesariamente el medio apropiado para solucionar la falta de igualdad social. El afirmar que plantar especies arbóreas con fines lucrativos beneficiará fácil o rápidamente a todos los sectores de la comunidad, no es realista.

Las fincas forestales pueden justificarse por muchas razones validas; pero los objetivos de igualdad y distribución no son especialmente creíbles. Los planificadores continúan teniendo la obligación ineludible de asegurar que la introducción de estos programas no empeore la situación de los pobres del sector rural.

7.6 Aspectos ambientales

Quienes evalúan estos proyectos también han expresado cierta preocupación acerca de las repercusiones que éstos tienen en el medio ambiente. Las plantaciones de árboles no dan lugar necesariamente a un mejoramiento de éste, ni mejoran automáticamente las condiciones del suelo. Es indudable que hay alguna evidencia de que los monocultivos de alto rendimiento en rotaciones cortas, pueden reducir la fertilidad del suelo, si no se les presta la suficiente atención a las prácticas para su establecimiento y manejo (Evans, 1984).

Los agricultores que cultivan arboles para el mercado estarán interesados generalmente en obtener los máximos beneficios y no precisamente en mejorar el medio ambiente. La elección de los lugares destinados a los arboles se basara en último término, en la capacidad relativa de estos cultivos para generar ingresos comparables a los otros usos de la tierra. Aunque podría ser conveniente, desde el punto de vista del medio ambiente, plantar especies forestales en las zonas degradadas, esto podría no tener valor económico para el agricultor.

En las montañas de Nepal, donde existen pocos mercados para las fincas forestales, la mayoría de los campesinos plantan árboles en las laderas escarpadas y en los límites de los campos situados en las tierras altas (Bhattarai y Campbell, 1983). En cambio, en Gujarat, mas de la mitad de los que han plantado especies arbóreas, lo han hecho en bloques. Las tres cuartas partes de estas plantaciones fueron hechas en suelos agrícolas, la mitad de los cuales antes se destinaba a cultivos para alimentos y la otra mitad, indistintamente, para esto mismo o para cultivos comerciales (Sardar Patel Institute, 1985).

47) Tierra que necesita árboles

Por estas razones, puede argumentarse que los programas de fincas forestales no conseguirán, automáticamente, muchos de los objetivos más ambiciosos relacionados con el medio ambiente, establecidos en ocasiones por los organismos que los promueven; lo que no significa que el cultivo de arboles para el mercado, no tenga efectos beneficiosos para el ambiente. Pero, permite suponer que no es probable que la vegetación se concentre en las áreas de mayor riesgo. En muchos casos, las zonas más amenazadas, desde este punto de vista, no son siquiera de propiedad privada, por lo que las fincas forestales están totalmente excluidas para protegerlas.

7.7 El alcance de la finca forestal para el mercado

Aun cuando ha sido criticada en determinados aspectos, la finca forestal ofrece considerables posibilidades de producir suministros adicionales de madera para satisfacer el mercado y para generar ingresos para quienes puedan participar en ella. Estos programas pueden ser particularmente eficaces en comparación con otras estrategias de producción de especies arbóreas. Por ejemplo en la India, los costos del sector público para el cultivo de arboles a través de fincas forestales, son alrededor de la quinta parte de los correspondientes a las plantaciones forestales del gobierno. Desde el punto de vista de la planificación, una de sus mayores ventajas es que es realmente una toma de decisión descentralizada, dejándola a los mas interesados. Los agricultores tomarán sus propias decisiones acerca de los insumos que desean adquirir y sobre el nivel de producción que desean alcanzar.

Si la plantación de arboles es realmente viable desde el punto de vista financiero, las fincas forestales tenderán a ser autosuficientes. La necesidad de parcelas demostrativas, plantas gratuitas, créditos de subsidio y otros medios de estimulo, disminuirán cuando se ponga de manifiesto que estas fincas pueden ser un medio sostenible para generar ingresos para las familias rurales. La principal tarea de los programas de apoyo será así, la de identificar oportunidades viables para que los agricultores se dediquen al cultivo de arboles para el mercado, suministrando información sobre éste y dando asistencia técnica en las fases iniciales, en caso necesario, proporcionando el acceso a los servicios de crédito y comercialización.


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